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#ViaggioApostolico di Sua Santità Francesco in Thailandia e Giappone (19-26 novembre 2019) – Cerimonia di benvenuto, Incontro con il Primo Ministro e Incontro con le Autorità, 21.11.2019


Cerimonia di benvenuto presso la Governmental House di Bangkok e Incontro privato con il Primo Ministro

Incontro con le Autorità, con la Società Civile e con il Corpo Diplomatico nella Governmental House di Bangkok

Cerimonia di benvenuto presso la Governmental House di Bangkok e Incontro privato con il Primo Ministro

Questa mattina, alle 8.45 locali (2.45 ora di Roma), il Santo Padre Francesco ha lasciato la Nunziatura Apostolica e si è trasferito in auto alla Governmental House di Bangkok per la Cerimonia di benvenuto in Thailandia.

Al Suo arrivo, il Papa è stato accolto all’ingresso del cortile dal Primo Ministro della Thailandia, il Generale Prayuth Chan-ocha, e insieme si sono recati sul podio. Quindi, dopo aver attraversato la Guardia d’Onore, dopo l’esecuzione degli inni e la presentazione delle rispettive Delegazioni, il Santo Padre e il Primo Ministro si sono recati verso l’ingresso della Inner Ivory Room per l’incontro privato.

Dopo la foto ufficiale, nell’anticamera della Inner Ivory Room hanno avuto luogo la firma del Libro d’Onore, lo scambio dei doni e la presentazione della Consorte del Primo Ministro. Quindi il Papa e il Generale Prayuth Chan-ocha si sono ritirati per l’incontro privato.

Al termine dell’incontro, il Santo Padre e il Primo Ministro si sono trasferiti nella Sala Inner Santi Maitri per l’incontro con le Autorità politiche e religiose, i rappresentanti della Società Civile e i Membri del Corpo Diplomatico della Thailandia.

[01870-IT.01]

Incontro con le Autorità, con la Società Civile e con il Corpo Diplomatico nella Governmental House di Bangkok

Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

Alle ore 9.30 locali (3.30 ora di Roma), il Santo Padre Francesco ha incontrato le Autorità politiche e religiose, i rappresentanti della Società Civile e i Membri del Corpo Diplomatico della Thailandia nella Sala Inner Santi Maitri della Governmental House di Bangkok.

Dopo l’indirizzo di saluto del Primo Ministro della Thailandia, il Generale Prayuth Chan-ocha, il Papa ha pronunciato il Suo discorso.

Al termine dell’incontro il Santo Padre si è congedato dal Primo Ministro e si è trasferito in auto al Wat Ratchabophit Sathit Maha Simaram Temple per la Visita al Patriarca Supremo dei Buddisti, Somdej Phra Maha Muneewong.

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Papa ha pronunciato nel corso dell’incontro con le Autorità politiche e religiose, i rappresentanti della Società Civile e i Membri del Corpo Diplomatico:

Discorso del Santo Padre

Señor Primer Ministro,

Miembros del Gobierno y del Cuerpo Diplomático,

Distinguidos líderes políticos, civiles y religiosos,

Señoras y señores:

Agradezco la oportunidad de estar entre ustedes y poder visitar esta tierra rica de tantas maravillas naturales, y espléndidamente custodia de tradiciones espirituales y culturales ancestrales, como la de la hospitalidad, que hoy vivo en primera persona y de la cual quisiera hacerme cargo para propagar y acrecentar lazos de mayor amistad entre los pueblos.

Muchas gracias, señor Primer Ministro, por su acogida y por las palabras de bienvenida y por su gesto de humildad responsable. Gracias porque. Esta tarde tendré la oportunidad de realizar una visita de cortesía a Su Majestad el Rey Rama X y a la familia real. Reitero mi agradecimiento a Su Majestad por su amable invitación a visitar Tailandia y renuevo mis mejores deseos por su reinado, acompañándolos con un sincero homenaje a la memoria de su difunto padre.

Me complace poder saludarlos y encontrarme con ustedes, líderes del gobierno, religiosos y de la sociedad civil en los que saludo especialmente a todo el pueblo tailandés. Mis respetos también al Cuerpo Diplomático. En esta ocasión, no puedo dejar de manifestar mis mejores augurios después de las recientes elecciones, que han significado un retorno al normal proceso democrático.

Gracias a todos los que han trabajado para la realización de esta visita.

Sabemos que hoy los problemas que nuestro mundo enfrenta son, de hecho, problemas globales; abarcan a toda la familia humana y exigen desarrollar un firme compromiso con la justicia internacional y la solidaridad entre los pueblos. Creo relevante subrayar que, en estos días, Tailandia terminará la presidencia de la ASEAN, signo de su compromiso histórico con los problemas más amplios que enfrentan los pueblos de toda la región del sudeste asiático y también de su continuo interés en favorecer la cooperación política, económica y cultural en la región.

Como nación multicultural y caracterizada por la diversidad, Tailandia reconoce, desde hace tiempo, la importancia de construir la armonía y la coexistencia pacífica entre sus numerosos grupos étnicos, mostrando respeto y aprecio por las diferentes culturas, grupos religiosos, pensamientos e ideas. La época actual está marcada por la globalización, considerada con demasiada frecuencia en términos estrictamente económicos-financieros y proclive a cancelar las notas esenciales que configuran y gestan la belleza y el alma de nuestros pueblos; en cambio, la experiencia concreta de una unidad que respete y albergue las diferencias sirve de inspiración y estímulo a todos aquellos que se preocupan por el tipo de mundo que deseamos legar a las generaciones futuras.

Celebro la iniciativa de crear una “Comisión Ético-Social”, en la que invitaron a participar a las religiones tradicionales del país, a fin de recibir sus aportes y mantener viva la memoria espiritual de vuestro pueblo. En este sentido, tendré la oportunidad de encontrarme con el Supremo Patriarca Budista, como signo de la importancia y la urgencia de promover la amistad y el diálogo interreligioso, y como servicio además a la armonía social en la construcción de sociedades justas, sensibles e incluyentes. Quiero comprometer personalmente todos los esfuerzos de la pequeña pero viva comunidad católica, para mantener y promover esas características tan especiales de los Thai, presentes en vuestro himno nacional: pacíficos y cariñosos, pero no cobardes; y con el propósito firme de enfrentar todo aquello que ignore el grito de tantos hermanos y hermanas nuestros que anhelan ser liberados del yugo de la pobreza, la violencia y la injusticia. Esta tierra tiene como nombre “libertad”. Sabemos que esta sólo es posible si somos capaces de sentirnos corresponsables unos de otros y superar cualquier forma de desigualdad. Es necesario entonces trabajar para que las personas y las comunidades puedan tener acceso a la educación, a un trabajo digno, a la asistencia sanitaria, y de este modo alcanzar los mínimos indispensables de sustentabilidad que posibiliten un desarrollo humano integral.

A este respecto, quiero detenerme brevemente en los movimientos de migración, que son uno de los signos característicos de nuestro tiempo. No tanto por la movilidad en sí, sino por las condiciones en que esta se desarrolla, lo que representa uno de los principales problemas morales que enfrenta nuestra generación. La crisis migratoria mundial no puede ser ignorada. La propia Tailandia, conocida por la acogida que ha brindado a los migrantes y refugiados, ha enfrentado esta crisis debido a la trágica fuga de refugiados de países vecinos. Hago votos, una vez más, para que la comunidad internacional actúe con responsabilidad y previsión, pueda resolver los problemas que llevan a este éxodo trágico, y promueva una migración segura, ordenada y regulada. Ojalá que cada nación elabore mecanismos efectivos a fin de proteger la dignidad y los derechos de los migrantes y refugiados que enfrentan peligros, incertidumbres y explotación en la búsqueda de libertad y una vida digna para sus familias. No se trata sólo de migrantes, se trata también del rostro que queremos plasmar en nuestras sociedades.

Y, en este sentido, pienso en todas aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso. Manifiesto mi reconocimiento al gobierno tailandés por sus esfuerzos para extirpar este flagelo, así como a todas aquellas personas y organizaciones que trabajan incansablemente para erradicar este mal y ofrecer un camino de dignidad. Este año, en el que se celebra el trigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, se nos invita a reflexionar y a trabajar con decisión, constancia y celeridad en la necesidad de proteger el bienestar de nuestros niños, su desarrollo social e intelectual, el acceso a la educación, así como su crecimiento físico, psicológico y espiritual (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático, 7 enero 2019). El futuro de nuestros pueblos está unido, en gran medida, al modo como le garanticemos a nuestros niños un futuro en dignidad.

Señoras y señores: Hoy más que nunca nuestras sociedades necesitan “artesanos de la hospitalidad”, hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo integral de todos los pueblos dentro de una familia humana que se comprometa a vivir en la justicia, la solidaridad y la armonía fraterna. Ustedes, cada uno desde su lugar, dedican sus vidas a ayudar para que el servicio al bien común pueda alcanzar todos los rincones de esta nación; esta es una de las tareas más excelsas de una persona. Con estos sentimientos y deseando que puedan llevar adelante la misión encomendada invoco la abundancia de las bendiciones divinas sobre esta nación, sobre sus líderes y sus habitantes. Y pido al Señor que guíe a cada uno de ustedes y a sus familias por los caminos de la sabiduría, la justicia y de la paz. Muchas gracias.

[01846-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Signor Primo Ministro,

Membri del Governo e del Corpo Diplomatico,

Distinti responsabili politici, civili e religiosi,

Signore e Signori!

Sono grato per l’opportunità di essere tra voi e di poter visitare questa terra, ricca di tante meraviglie naturali e splendidamente custode di tradizioni spirituali e culturali ancestrali come quella dell’ospitalità, che oggi sperimento in prima persona e della quale desidererei farmi carico per propagare e accrescere legami di più grande amicizia tra i popoli.

Molte grazie, Signor Primo Ministro, della sua accoglienza, e per le sue parole di benvenuto che mi ha rivolto e del suo gesto di umiltà responsabile. Grazie, perché questo pomeriggio avrò la possibilità di compiere una visita di cortesia a Sua Maestà il Re Rama X e alla famiglia reale. Rinnovo il mio ringraziamento a Sua Maestà per il suo gentile invito a visitare la Tailandia, come pure i miei migliori auspici per il suo regno accompagnandoli con un sincero omaggio alla memoria del suo defunto padre.

Sono lieto di potervi di avere l’opportunità di salutare e di incontrarmi con voi, autorità governative, religiose e della società civile, nelle cui persone rivolgo il mio saluto specialmente a tutto il popolo tailandese. I miei ossequi anche al Corpo Diplomatico. In questa occasione non posso mancare di manifestare i miei migliori auguri dopo le recenti elezioni, che hanno rappresentato un ritorno al normale processo democratico.

Grazie a tutti coloro che hanno lavorato per la realizzazione di questa visita.

Sappiamo che oggi i problemi che il nostro mondo affronta sono, di fatto, problemi globali; coinvolgono tutta la famiglia umana ed esigono di sviluppare un deciso sforzo per la giustizia internazionale e la solidarietà tra i popoli. Ritengo rilevante sottolineare che, in questi giorni, la Tailandia concluderà il suo periodo di presidenza dell’ASEAN, espressione del suo impegno storico sui problemi più ampi che riguardano i popoli di tutta l’area del sudest asiatico e anche del suo costante interessamento per favorire la cooperazione politica, economica e culturale nella regione.

Come nazione multiculturale e caratterizzata dalla diversità, la Tailandia riconosce, già da tempo, l’importanza di costruire l’armonia e la coesistenza pacifica tra i suoi numerosi gruppi etnici, mostrando rispetto e apprezzamento per le diverse culture, i gruppi religiosi, le filosofie e le idee. L’epoca attuale è segnata dalla globalizzazione, considerata troppo spesso in termini strettamente economico-finanziari ed incline a cancellare le note essenziali che configurano e generano la bellezza e l’anima dei nostri popoli; invece l’esperienza concreta di un’unità che rispetti e ospiti le differenze serve di ispirazione e di stimolo a tutti coloro che hanno a cuore il mondo così come desideriamo lasciarlo alle generazioni future.

Mi congratulo per l’iniziativa di creare una “Commissione Etico-Sociale”, nella quale avete invitato a partecipare le religioni tradizionali del Paese, al fine di accogliere i loro contributi e di mantenere viva la memoria spirituale del vostro popolo. In questo senso, avrò l’opportunità di incontrarmi con il Supremo Patriarca Buddista, come segno dell’importanza e dell’urgenza di promuovere l’amicizia e il dialogo interreligioso e inoltre come servizio all’armonia sociale e alla costruzione di società giuste, sensibili e inclusive. Desidero assicurare personalmente tutti gli sforzi della piccola ma vivace comunità cattolica, per mantenere e promuovere le caratteristiche tanto peculiari dei Thai, evocate nel vostro inno nazionale: pacifici e affettuosi, ma non codardi; e col fermo proposito di affrontare tutto ciò che ignori il grido di tanti nostri fratelli e sorelle, i quali anelano ad essere liberati dal giogo della povertà, della violenza e dell’ingiustizia. Questa terra ha per nome “libertà”. Sappiamo che questa è possibile solo se siamo capaci di sentirci corresponsabili gli uni degli altri e di superare qualsiasi forma di disuguaglianza. Occorre dunque lavorare perché le persone e le comunità possano avere accesso all’educazione, al lavoro degno, all’assistenza sanitaria, e in tal modo raggiungere i livelli minimi indispensabili di sostenibilità che rendano possibile uno sviluppo umano integrale.

A tale proposito, desidero voglio soffermarmi brevemente sui movimenti migratori, che costituiscono uno dei segni caratteristici del nostro tempo. Non tanto per la mobilità in sé, quanto per le condizioni in cui questa si svolge, fenomeno che rappresenta uno dei principali problemi morali da affrontare per nostra generazione. La crisi migratoria mondiale non può essere ignorata. La stessa Tailandia, nota per l’accoglienza che ha concesso ai migranti e ai rifugiati, si è trovata di fronte a questa crisi dovuta alla tragica fuga di rifugiati dai Paesi vicini. Auspico, ancora una volta, che la comunità internazionale agisca con responsabilità e lungimiranza, possa risolvere i problemi che portano a questo tragico esodo e promuova una migrazione sicura, ordinata e regolata. Possa ogni nazione approntare dispositivi efficaci allo scopo di proteggere la dignità e i diritti dei migranti e dei rifugiati, i quali affrontano pericoli, incertezze e sfruttamento nella ricerca della libertà e di una vita degna per le proprie famiglie. Non si tratta solo di migranti, si tratta anche del volto che vogliamo dare alle nostre società.

E, in questo senso, penso a quelle donne e a quei bambini del nostro tempo che sono particolarmente feriti, violentati ed esposti ad ogni forma di sfruttamento, schiavitù, violenza e abuso. Esprimo la mia riconoscenza al governo tailandese per i suoi sforzi volti ad estirpare questo flagello, come pure a tutte le persone e le organizzazioni che lavorano instancabilmente per sradicare questo male e offrire un percorso di dignità. Quest’anno, in cui si celebra il 30° anniversario della Convenzione sui Diritti dell’Infanzia e dell’Adolescenza, siamo invitati a riflettere e a operare con decisione, costanza e celerità sulla necessità di proteggere il benessere dei nostri bambini, sul loro sviluppo sociale e intellettuale, sull’accesso all’educazione, così come sulla loro crescita fisica, psicologica e spirituale[1]. Il futuro dei nostri popoli è legato, in larga misura, al modo in cui garantiremo ai nostri figli un futuro nella dignità.

Signore e Signori, oggi più che mai le nostre società hanno bisogno di “artigiani dell’ospitalità”, uomini e donne che si prendano cura dello sviluppo integrale di tutti i popoli, in seno a una famiglia umana che si impegni a vivere nella giustizia, nella solidarietà e nell’armonia fraterna. Voi, ognuno dalla propria posizione, dedicate la vita per contribuire a che il servizio al bene comune possa raggiungere tutti gli angoli di questa Nazione: questo è uno dei compiti più nobili di una persona. Con tali sentimenti, e augurandovi che possiate portare avanti la missione affidatavi, invoco l’abbondanza delle benedizioni divine su questa Nazione, sulle sue autorità e i suoi abitanti. E chiedo al Signore che guidi ognuno di voi e le vostre famiglie sui sentieri della sapienza, della giustizia e della pace. Grazie!

_______________________

[1] Cfr Discorso al Corpo Diplomatico, 7 gennaio 2019.

[01846-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Monsieur le Premier Ministre,

Membres du Gouvernement et du Corps Diplomatique

Distinguées Autorités politiques, civiles et religieuses,

Mesdames et Messieurs,

Je remercie de cette occasion d’être parmi vous et de pouvoir visiter cette terre riche de nombreuses merveilles naturelles et gardienne admirable de traditions spirituelles et culturelles ancestrales, telle la tradition de l’hospitalité dont je fais personnellement l’expérience aujourd’hui et que je voudrais faire mienne afin de propager et de renforcer les liens d’une amitié plus grande entre les peuples.

Merci beaucoup, Monsieur le Premier Ministre, pour votre accueil et pour les paroles de bienvenue et pour votre geste d’une humilité responsable. Merci parce que, cet après-midi, j’aurai l’occasion de rendre une visite de courtoisie à Sa Majesté le Roi Rama X et à la famille royale. Je redis ma gratitude à Sa Majesté pour son aimable invitation à visiter la Thaïlande et je renouvelle mes vœux les meilleurs pour son règne, en les accompagnant d’un hommage sincère en mémoire de son père défunt.

Je suis heureux de pouvoir vous saluer et de vous rencontrer vous, les Autorités du gouvernement, les Autorités religieuses et celles de la société civile à travers lesquelles je salue en particulier tout le peuple de thaïlandais. Mes salutations vont également au Corps Diplomatique. En cette occasion, je ne peux m’empêcher d’exprimer mes vœux les meilleurs après les élections récentes, synonymes d’un retour normal au processus démocratique.

Merci à tous ceux qui ont œuvré pour la réalisation de cette visite.

Nous savons que les problèmes auxquels est confronté notre monde aujourd’hui sont, de fait, des problèmes de caractère global; ils concernent toute la famille humaine et exigent qu’on s’engage résolument pour la justice internationale et la solidarité entre les peuples. Je crois important de souligner que, ces jours-ci, la Thaïlande arrive au terme de sa présidence de l’Association des Nations de l'Asie du Sud-Est, signe de son engagement historique concernant les plus grands problèmes affrontés par les peuples de toute la région du sud-est asiatique et également de son intérêt constant pour favoriser la coopération politique, économique et culturelle dans la région.

Comme nation multiculturelle et caractérisée par la diversité, la Thaïlande reconnaît, depuis longtemps, l’importance de la construction de l’harmonie et de la coexistence pacifique entre ses nombreux groupes ethniques, en montrant du respect et de l’estime pour les différents cultures, groupes religieux, pensées et idées. Cette époque est marquée par la mondialisation, trop fréquemment considérée en termes strictement économiques et financiers et tend à effacer les notes essentielles qui configurent et génèrent la beauté ainsi que l’âme de nos peuples; en revanche, l’expérience concrète d’une unité, qui respecte et accueille les différences, inspire et incite tous ceux qui se soucient du genre de monde que nous souhaitons léguer aux générations à venir.

Je salue l’initiative de créer une ‘‘Commission Éthico-Sociale’’ à laquelle vous avez invité les religions traditionnelles du pays à prendre part afin d’offrir leurs contributions et de garder vivante la mémoire spirituelle de votre peuple. Dans cette perspective, j’aurai l’occasion de rencontrer le Patriarche suprême bouddhiste, comme signe de l’importance et de l’urgence à promouvoir l’amitié et le dialogue interreligieux, et également comme service en faveur de l’harmonie sociale dans la construction de sociétés justes, compatissantes et inclusives. Je voudrais personnellement assurer de tous les efforts de la communauté catholique, petite mais vivante, pour garder et promouvoir ces caractéristiques si spéciales des Thaï, mentionnées dans votre hymne national: pacifiques et chaleureux, mais pas lâches. Et avec la ferme détermination d’affronter tout ce qui ignore le cri de tant de nos frères et sœurs désireux d’être libérés du joug de la pauvreté, de la violence et de l’injustice. Ce pays a pour nom ‘‘liberté’’. Nous savons que celle-ci n’est possible que si nous sommes capables de nous sentir coresponsables les uns des autres et de surmonter toute forme d’inégalité. Il faut donc œuvrer pour que les personnes et les communautés puissent avoir accès à l’éducation, à un travail digne, à l’assistance sanitaire et bénéficier du minimum indispensable pour subsister, ce qui rend possible un développement humain intégral.

À ce sujet, je voudrais m’arrêter brièvement sur les mouvements de migration, qui constituent l’un des signes caractéristiques de notre temps. Non pas tant à cause de la mobilité en elle-même qu’en raison des conditions dans lesquelles elle se déroule, ce qui représente l’un des principaux problèmes moraux qu’affronte notre génération. La crise migratoire mondiale ne peut pas être ignorée. Même la Thaïlande, connue pour l’accueil qu’elle a réservé aux migrants et aux réfugiés, a affronté cette crise due à la fuite tragique de réfugiés de pays voisins. Une fois de plus, je forme le vœu que la communauté internationale agisse avec responsabilité et prévoyance, qu’elle puisse résoudre les problèmes qui conduisent à cet exode tragique et promeuve une migration sûre, ordonnée et régulée. Puisse chaque nation élaborer des mécanismes efficaces afin de protéger la dignité ainsi que les droits des migrants et des réfugiés qui affrontent des dangers, des incertitudes et sont exploités, dans leur quête de liberté et d’une vie digne pour leurs familles. Il ne s’agit pas seulement de migrants, il s’agit aussi du visage que nous voulons donner à nos sociétés.

Et dans cet état d’esprit, je pense à toutes ces femmes et à tous ces enfants de notre temps particulièrement rendus vulnérables, violentés et exposés à toute forme d’exploitation, d’esclavage, de violence et d’abus. J’exprime ma reconnaissance au gouvernement thaïlandais pour ses efforts en vue d’éliminer ce fléau, ainsi qu’à toutes les personnes ou organisations qui œuvrent inlassablement pour éradiquer ce mal et ouvrir un chemin de dignité. En cette année où se célèbre le trentième anniversaire de la Convention relative aux droits de l’enfant et de l’adolescent, nous sommes invités à réfléchir et à œuvrer avec détermination, constance et célérité face à la nécessité de protéger le bien-être de nos enfants, leur développement social et intellectuel, leur accès à l’éducation, ainsi que leur croissance physique, psychologique et spirituelle (Cf. Discours au Corps Diplomatique, 7 janvier 2019). L’avenir de nos peuples dépend, dans une grande mesure, de la manière dont nous garantissons à nos enfants un avenir dans la dignité.

Mesdames et Messieurs, aujourd’hui plus que jamais nos sociétés ont besoin d’‘‘artisans de l’hospitalité’’, d’hommes et de femmes engagés dans le développement intégral de tous les peuples au sein d’une famille humaine déterminée à vivre dans la justice, la solidarité et l’harmonie fraternelle. Chacun à votre niveau, vous consacrez vos vies à œuvrer afin que la promotion du bien commun puisse parvenir partout dans cette nation; pour une personne, c’est l’une des tâches les plus nobles. Avec ces sentiments et le vœu que vous puissiez poursuivre la mission qui vous a été confiée, j’invoque l’abondance des bénédictions divines sur cette nation, sur ses Autorités et sur ses habitants. Et je demande au Seigneur de guider chacun d’entre vous, ainsi que vos familles, sur les chemins de la sagesse, de la justice et de la paix.

Merci beaucoup!

[01846-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

Mr Prime Minister,

Members of the Government and the Diplomatic Corps,

Distinguished Political, Civil and Religious Leaders,

Ladies and Gentlemen,

I am grateful for this opportunity to be with you and to be able to visit this land so rich in natural beauty, and the splendid guardian of age-old spiritual and cultural traditions, like that of the hospitality I have personally experienced, and which I would like in turn to spread, thus increasing bonds of greater friendship between peoples.

I thank you, Mr Prime Minister, for your welcome and for your kind words of introduction, and for your attentive and humble gesture. I am grateful that this afternoon I will have the opportunity to pay a courtesy visit to His Majesty King Rama X and the royal family. I once more thank His Majesty for his gracious invitation to visit Thailand and I renew my best wishes for his reign, while paying sincere homage to the memory of his late father.

I am happy to be able to greet and address you, governmental, religious and civil leaders, and through you to greet the entire Thai people. I likewise address a respectful greeting to the diplomatic corps. On this occasion, I readily offer my good wishes in the wake of the recent elections, which signified a return to the normal democratic process.

I thank, too, all those who worked to make this visit possible.

We know that the challenges facing our world today are indeed global problems, embracing the entire human family and calling for a firm commitment to international justice and solidarity between peoples. I consider it significant to note that, in these days, Thailand will conclude its chairmanship of ASEAN, an expression of its historic engagement with the broader issues and challenges facing the peoples of the entire South East Asia region and also its continuing interest in fostering political, economic and cultural cooperation in the region.

As a multi-ethnic and diverse nation, Thailand has long known the importance of building harmony and peaceful coexistence between its numerous ethnic groups, while showing respect and appreciation for different cultures, religious groups, thoughts and ideas. Our age is marked by a globalization that is all too often viewed in narrowly economic terms, tending to erase the distinguishing features that shape the beauty and soul of our peoples. Yet the experience of a unity that respects and makes room for diversity serves as an inspiration and incentive for all those concerned about the kind of world we wish to leave to our children.

I am pleased to know of your initiative to create a social ethics commission and to invite the traditional religions of the country to take part, so as to receive their contributions and to keep alive the spiritual memory of your people. In this regard, I will have the opportunity to meet with the Supreme Buddhist Patriarch as a sign of the importance and urgency of promoting friendship and interreligious dialogue, also in the service of social harmony and the building of just, responsive and inclusive societies. I would like personally to assure you of the full commitment of Thailand’s small but vibrant Catholic community to maintain and promote the distinctive characteristics of the Thai people, as evoked in your national anthem: peaceful and loving, but not cowardly. They are likewise firmly resolved to confront all that would lead us to be insensitive to the cry of our many brothers and sisters who yearn to be freed from the yoke of poverty, violence and injustice. This land bears the name “freedom”. We know that freedom is possible only if we are capable of feeling co-responsible for one another and of eliminating every form of inequality. Hence the need to ensure that individuals and communities can have access to education, dignified labour and health care, and in this way attain the indispensable minimal levels of sustainability that can enable an integral human development.

Here I would like to dwell briefly on the movements of migration that are one of the defining signs of our time. Not so much for the movements in themselves, as for the conditions in which they take place, a phenomenon that represents one of the principal moral issues facing our generation. The global crisis of migration cannot be ignored. Thailand itself, known for the welcome it has given to migrants and refugees, has experienced this crisis as a result of the tragic flight of refugees from nearby countries. Once more, I express my hope that the international community will act with responsibility and foresight, will work to resolve the issues that have led to this tragic exodus, and will promote safe, orderly and regulated migration. May every nation devise effective means for protecting the dignity and rights of migrants and refugees, who face dangers, uncertainty and exploitation in their quest for freedom and a decent life for their families. It is not just about migrants; it is also about the face we want to give to our societies.

Here I think, too, of all those women and children of our time, especially those who are wounded, violated and exposed to every form of exploitation, enslavement, violence and abuse. I express my appreciation for the Thai government’s efforts to extirpate this scourge, and for all those private individuals and organizations working to uproot this evil and to provide ways to restore their dignity. In this year that marks the thirtieth anniversary of the Convention on the Rights of the Child and Adolescent, we are all invited to reflect on the need to protect the welfare of our children, their social and intellectual development, their access to schooling, and their physical, psychological and spiritual growth (cf. Address to the Diplomatic Corps, 7 January 2019). The future of our peoples is linked in large measure to the way we will ensure a dignified future to our children.

Dear friends, today, more than ever, our societies need “artisans of hospitality”, men and women committed to the integral development of all peoples within a human family committed to dwelling in justice, solidarity and fraternal harmony. Each of you, in various ways, has devoted your life to enabling the service of the common good to reach every corner of this nation; this is one of the noblest tasks any person can undertake. With these sentiments, and with prayerful good wishes that you may persevere in the mission entrusted to you, I invoke every divine blessing on this beloved nation, on its leaders and its people. And I ask the Lord to guide each of you, and your families, in the ways of wisdom, justice and peace. Thank you!

[01846-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

Herr Ministerpräsident,

werte Mitglieder der Regierung und des Diplomatischen Korps,

sehr geehrte politische, zivile und religiöse Verantwortungsträger,

meine Damen und Herren!

Ich bin für die Gelegenheit dankbar, bei Ihnen zu sein und dieses Land zu besuchen, das so reich an Naturschönheiten ist und uralte spirituelle und kulturelle Traditionen prächtig bewahrt. Dazu gehört die Gastfreundschaft, die ich heute persönlich erfahren darf und die ich selbst weitergeben möchte, um die Bande größerer Freundschaft zwischen den Völkern zu fördern und zu vermehren.

Vielen Dank, Herr Ministerpräsident, für den Empfang, für Ihre Worte zur Begrüßung und für Ihre Geste verantwortungsvoller Demut. Danke, dass ich heute Nachmittag die Möglichkeit haben werde, Seiner Majestät König Rama X. und der königlichen Familie einen Höflichkeitsbesuch abzustatten. Seiner Majestät drücke ich nochmals meinen Dank für seine freundliche Einladung aus, Thailand zu besuchen; ich erneuere meine besten Wünsche für seine Regentschaft und verbinde damit auch meine aufrichtige Ehrenbezeigung gegenüber dem Andenken an seinen verstorbenen Vater.

Ich freue mich, Sie, die Verantwortungsträger der Regierung, der Religionen und der Zivilgesellschaft, begrüßen und treffen zu können, und durch Sie grüße ich insbesondere das ganze thailändische Volk. Mein hochachtungsvoller Gruß gilt ebenso dem Diplomatischen Korps. Bei dieser Gelegenheit möchte ich es nicht versäumen, meine besten Wünsche nach den letzten Wahlen auszudrücken, die eine Rückkehr zum normalen demokratischen Prozess darstellen.

Danke sage ich allen, die für die Durchführung dieses Besuches gearbeitet haben.

Wie wir wissen, sind heute die Probleme, denen sich unsere Welt gegenübersieht, globale Probleme; sie betreffen die ganze Menschheitsfamilie und erfordern ein entschiedenes Engagement für internationale Gerechtigkeit und Solidarität zwischen den Völkern. Ich möchte besonders hervorheben, dass in diesen Tagen Thailand den Vorsitz im ASEAN weitergeben wird, denn dieser Turnus ist ein Ausdruck seines geschichtlichen Einsatzes in umfassenderen Fragen, vor denen die Völker des gesamten südostasiatischen Raums stehen, und auch seines beständigen Interesses, die politische, wirtschaftliche und kulturelle Zusammenarbeit in der Region zu fördern.

Als multikulturelle, durch Vielfalt geprägte Nation erkennt Thailand seit langem, wie wichtig es ist, die Eintracht und das friedliche Zusammenleben zwischen seinen zahlreichen ethnischen Gruppen aufzubauen und dabei den verschiedenen Kulturen, Religionsgruppen, Philosophien und Gesinnungen Achtung und Hochschätzung entgegenzubringen. Die gegenwärtige Zeit ist von der Globalisierung gekennzeichnet, die allzu oft im strikt wirtschaftlich-finanziellen Sinn gesehen wird und dazu neigt, die Grundmerkmale auszulöschen, welche die Schönheit und die Seele unserer Völker bilden und hervorbringen. Die konkrete Erfahrung von Einheit hingegen, welche die Unterschiede respektiert und aufnimmt, dient als Inspiration und Ansporn für alle, denen es ein Anliegen ist, welche Art von Welt wir den kommenden Generationen hinterlassen wollen.

Ich begrüße die Initiative zur Schaffung einer „Ethik- und Sozialkommission“, zu der Sie die traditionellen Religionen im Land als Teilnehmer eingeladen haben, um ihre Beiträge entgegenzunehmen und das geistliche Gedächtnis Ihres Volkes lebendig zu halten. In diesem Sinne werde ich die Gelegenheit zu einer Begegnung mit dem Obersten Buddhistischen Patriarchen haben; dieses Treffen ist ein Zeichen dafür, wie bedeutend und dringlich es ist, die Freundschaft und den interreligiösen Dialog zu fördern, und steht auch im Dienst an der sozialen Eintracht und am Aufbau gerechter, feinfühliger und inklusiver Gesellschaften. Ich möchte Ihnen persönlich versichern, dass die kleine, doch lebendige katholische Gemeinschaft alle Bemühungen unternimmt, die so typischen Eigenschaften der Thai zu erhalten und zu fördern, die in Ihrer Nationalhymne erwähnt werden: friedliebend und freundlich, aber nicht feige. Ebenso haben sie den festen Vorsatz, allem entgegenzutreten, was den Schrei so vieler unserer Brüder und Schwestern missachtet, die sich danach sehen, vom Joch der Armut, der Gewalt und der Ungerechtigkeit befreit zu werden. Dieses Land trägt den Namen „Freiheit“. Wir wissen, dass diese nur dann möglich ist, wenn wir uns füreinander mitverantwortlich fühlen und jegliche Form der Ungleichheit überwinden. Man muss daher dafür arbeiten, dass die einzelnen Menschen und die Gemeinschaften Zugang zu Bildung, würdiger Arbeit, Gesundheitsfürsorge haben und so das Allernötigste an Nachhaltigkeit erlangen, das eine ganzheitliche menschliche Entwicklung möglich macht.

Diesbezüglich will ich kurz auf die Migrationsbewegungen eingehen, die eines der prägendsten Merkmale unserer Zeit sind; nicht so sehr wegen der Mobilität an sich, als vielmehr wegen der Umstände, unter denen sie stattfinden. Dieses Phänomen stellt eine der moralischen Hauptfragen dar, der unsere Generation gegenübersteht. Die weltweite Migrationskrise kann man nicht ignorieren. Thailand selbst, das für seine Aufnahme von Migranten und Flüchtlingen bekannt ist, sah sich aufgrund der tragischen Flucht von Flüchtlingen aus den Nachbarländern dieser Krise gegenüber. Einmal mehr verleihe ich meiner Hoffnung Ausdruck, dass die internationale Gemeinschaft in verantwortungsvoller Weise und mit Weitblick agiere, um die Probleme, die zu diesem tragischen Exodus führen, lösen zu können und eine sichere, geordnete und geregelte Migration zu fördern. Möge nur jede Nation wirksame Verfahren bereitstellen zum Schutz der Würde und der Rechte der Migranten und Flüchtlinge, die auf der Suche nach Freiheit und einem würdigen Leben für ihre Familien Gefahren, Ungewissheit und Ausbeutung gegenüberstehen Es geht nicht bloß um Migranten, es geht auch um das Gesicht, das wir unseren Gesellschaften geben wollen.

In diesem Sinne denke ich auch an all jene Frauen und Kinder unserer Zeit, die besonders verletzt und vergewaltigt werden und jeder Form von Ausbeutung, Sklaverei, Gewalt und Missbrauch ausgesetzt sind. Ich bekunde der thailändischen Regierung meine Anerkennung für ihre Anstrengungen, um diese Plage auszurotten, wie auch allen Menschen und Organisationen, die unermüdlich dafür arbeiten, dieses Übel auszumerzen und einen Weg anzubieten, ihnen ihre Würde zurückzugeben. Dieses Jahr, in dem der dreißigste Jahrestag der Kinderrechtskonvention begangen wird, sind wir eingeladen, über den notwendigen Schutz des Wohls unserer Kinder, über ihre soziale und intellektuelle Entwicklung, ihren Zugang zu Bildung wie auch ihr körperliches, seelisches und geistiges Wachstum nachzudenken [1] und dahingehend entschieden, beständig und unverzüglich zu arbeiten. Die Zukunft unserer Völker ist in hohem Maße damit verbunden, wie wir unseren Kindern eine Zukunft in Würde sicherstellen.

Meine Damen und Herren, unsere Gesellschaften brauchen heute mehr denn je „Handwerker der Gastfreundschaft“, Männer und Frauen, die sich um die ganzheitliche Entwicklung aller Völker innerhalb einer Menschheitsfamilie kümmern, welche sich zu einem Leben in Gerechtigkeit, Solidarität und geschwisterlicher Harmonie verpflichtet. Tragen Sie, jeder von seiner Position aus, mit Ihrem Leben dazu bei, dass der Dienst am Gemeinwohl alle Orte dieser Nation erreicht – dies ist eine der edelsten Aufgaben eines Menschen. Mit diesen Gedanken und mit dem Wunsch, dass Sie in der Ihnen anvertrauten Sendung fortschreiten, erbitte ich dieser Nation, ihren Verantwortungsträgern und Einwohnern Gottes reichen Segen. Und ich bitte den Herrn, jeden von Ihnen und Ihre Familien auf Pfaden der Weisheit, der Gerechtigkeit und des Friedens zu führen. Vielen Dank!

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[1] Vgl. Ansprache an das Diplomatische Korps, 7. Januar 2019.

[01846-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

Senhor Primeiro-Ministro,

Membros do Governo e do Corpo Diplomático,

Distintos Responsáveis políticos, civis e religiosos,

Senhoras e senhores!

Agradeço a oportunidade de estar no vosso meio e poder visitar esta terra detentora de tantas maravilhas naturais e guardiã esplêndida de antigas tradições espirituais e culturais, como esta da hospitalidade que hoje me é dado experimentar pessoalmente e me apraz propor para estender e aumentar laços de maior amizade entre os povos.

Muito obrigado, senhor Primeiro-Ministro, pela sua receção, pelas suas palavras de boas-vindas e pelo seu gesto de humildade responsável. Obrigado, porque, de tarde, terei ocasião de realizar uma visita de cortesia a Sua Majestade o Rei Rama X e à família real. Reitero a minha gratidão a Sua Majestade pelo amável convite a visitar a Tailândia e renovo-lhe meus venturosos votos pelo seu reinado, acompanhando-os com uma sincera homenagem à memória do seu falecido pai.

Alegro-me por poder saudar-vos e encontrar-me convosco, autoridades do Governo, das religiões e da sociedade civil, e nas vossas pessoas saúdo todo o povo tailandês. Os meus respeitosos cumprimentos também ao Corpo Diplomático. Aproveito esta ocasião para lhes desejar as maiores venturas, depois das recentes eleições que marcaram o regresso à normalidade do processo democrático.

Obrigado a todos aqueles que trabalharam para a realização desta visita.

Como sabemos, hoje os problemas que enfrenta o nosso mundo são realmente problemas globais; envolvem toda a família humana e exigem que se desenvolva um decidido esforço em prol da justiça internacional e da solidariedade entre os povos. Considero importante ressaltar que, nestes dias, a Tailândia concluirá o seu período de presidência da ASEAN, expressão do seu histórico empenhamento com os problemas mais amplos que enfrentam os povos de toda a região do sudeste asiático e também do seu interesse constante em promover a cooperação política, económica e cultural na região.

Há muito que a Tailândia, como nação multicultural e caraterizada pela diversidade, reconhece a importância de construir a harmonia e a convivência pacífica entre os seus numerosos grupos étnicos, mostrando respeito e apreço pelas diferentes culturas, grupos religiosos, filosofias e ideias. A época atual está marcada pela globalização, considerada com demasiada frequência em termos estritamente económico-financeiros e propensa a cancelar as notas essenciais que configuram e geram a beleza e a alma dos nossos povos; ao contrário, a experiência concreta duma unidade que respeite e salvaguarde as diferenças serve de inspiração e incentivo para quantos têm a peito o mundo tal como o desejamos legar às gerações futuras.

Congratulo-me com a iniciativa de criar uma «Comissão Ético-Social», na qual convidastes a participar as religiões tradicionais do país a fim de acolher as suas contribuições e manter viva a memória espiritual do vosso povo. Neste sentido, terei oportunidade de me encontrar com o Supremo Patriarca Budista, como sinal da importância e urgência de promover a amizade e o diálogo inter-religioso e ainda como serviço à harmonia social na construção de sociedades justas, compassivas e inclusivas. Desejo assegurar-vos pessoalmente todos os esforços da pequena mas vivaz comunidade católica, para manter e promover as caraterísticas tão peculiares dos tailandeses, evocadas no vosso Hino Nacional: pacíficos e carinhosos, mas não covardes. E com o firme propósito de abordar tudo aquilo que ignore o grito de tantos nossos irmãos e irmãs que anelam por ser libertados do jugo da pobreza, da violência e da injustiça. Esta terra tem como nome «liberdade». Sabemos que esta só é possível se formos capazes de nos sentir corresponsáveis uns pelos outros e superar toda e qualquer forma de desigualdade. Por isso, é necessário trabalhar para que as pessoas e as comunidades possam ter acesso à educação, a um trabalho digno, à assistência sanitária, e assim alcançar os níveis mínimos indispensáveis de sustentabilidade que tornem possível um desenvolvimento humano integral.

A este respeito, quero deter-me brevemente nos movimentos migratórios, que constituem um dos sinais caraterísticos de nosso tempo; faço-o não tanto pela mobilidade em si mesma, como sobretudo pelas condições em que a mesma se desenrola e que representa um dos principais problemas morais colocados à nossa geração. Não se pode ignorar a crise migratória mundial. A própria Tailândia, conhecida pela hospitalidade que tem oferecido aos migrantes e refugiados, viu-se perante esta crise devido à fuga trágica de refugiados dos países vizinhos. Almejo – uma vez mais o digo – que a comunidade internacional atue com responsabilidade e clarividência, possa resolver os problemas que levam a este êxodo trágico e promova uma migração segura, ordenada e regulamentada. Oxalá cada nação desenvolva mecanismos eficazes para proteger a dignidade e os direitos dos migrantes e refugiados, que enfrentam perigos, incertezas e exploração na sua busca da liberdade e duma vida digna para as suas famílias. Não se trata apenas de migrantes, trata-se também da fisionomia que queremos dar às nossas sociedades.

E, nesta linha, penso nas mulheres e nas crianças de hoje que são particularmente feridas, violentadas e expostas a todas as formas de exploração, escravidão, violência e abuso. Expresso o meu agradecimento ao Governo tailandês pelos seus esforços para extirpar este flagelo, bem como a todas as pessoas e organizações que trabalham incansavelmente para erradicar este mal e proporcionar um caminho de dignidade. Neste ano em que se comemora o trigésimo aniversário da Convenção sobre os Direitos da Infância e da Adolescência, somos convidados a refletir e trabalhar, com determinação, perseverança e rapidez, para proteger o bem-estar das nossas crianças, o seu desenvolvimento social e intelectual, o acesso à educação, bem como o seu crescimento físico, psicológico e espiritual (cf. Discurso ao Corpo Diplomático, 7/I/2019). O futuro de nossos povos depende, em grande parte, do modo como garantirmos aos nossos filhos um futuro na dignidade.

Senhoras e senhores, hoje mais do que nunca as nossas sociedades precisam de «artesãos da hospitalidade», homens e mulheres que cuidem do desenvolvimento integral de todos os povos, no seio duma família humana que se empenhe a viver na justiça, solidariedade e harmonia fraterna. Vós, cada qual a partir da própria posição, dedicais vossas vidas a ajudar para que o serviço ao bem comum possa chegar a todos os cantos desta nação: esta é uma das tarefas mais nobres duma pessoa. Com estes sentimentos e almejando que possais cumprir a missão que vos está confiada, invoco a abundância das bênçãos divinas sobre esta nação, sobre as suas autoridades e os seus habitantes. E peço ao Senhor que guie cada um de vós e vossas famílias pelas sendas da sabedoria, da justiça e da paz.

Muito obrigado!

[01846-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

Panie Premierze,

Członkowie rządu i korpusu dyplomatycznego,

Szanowni przywódcy życia politycznego, obywatelskiego i religijnego,

Panie i Panowie:

Dziękuję za sposobność bycia pośród was i możliwość odwiedzenia tej bogatej krainy, obfitującej w wiele cudów natury, i wspaniale strzegącej tradycji duchowych i kulturowych przodków, takich jak gościnność, której osobiście dzisiaj doświadczam i którą chciałbym podjąć, żeby ją szerzyć, a także pogłębiać więzy większej przyjaźni między narodami.

Bardzo dziękuję Panu Premierowi za pańskie powitanie, skierowane do mnie słowa pozdrowienia i za gest odpowiedzialnej pokory. Dziękuję, że dziś po południu z radością złożę wizytę kurtuazyjną Jego Wysokości Królowi Ramie X i Rodzinie królewskiej. Ponownie dziękuję Królewskiej Mości za jego uprzejme zaproszenie do odwiedzenia Tajlandii i raz jeszcze wyrażam najlepsze życzenia dla jego panowania, dołączając do nich szczerą cześć dla pamięci jego zmarłego ojca.

Cieszę się, że mogę powitać i spotkać się z wami, przedstawicielami władz politycznych, religijnych i społeczeństwa obywatelskiego. W waszych osobach pozdrawiam cały naród tajski. Wyrazy szacunku składam także korpusowi dyplomatycznemu. Przy tej okazji nie mogę pominąć wyrażenia moich najlepszych życzeń po ostatnich wyborach, które oznaczały powrót do normalnego procesu demokratycznego.

Dziękuję wszystkim, którzy wnieśli swój wkład w realizację tej wizyty.

Wiemy, że problemy, przed którymi stoi dziś nasz świat, są w istocie globalne. Obejmują całą ludzką rodzinę i wymagają rozwijania stanowczego wysiłku na rzecz sprawiedliwości międzynarodowej i solidarności między narodami. Myślę, że należy podkreślić, iż w tych dniach Tajlandia kończy okres prezydencji w ASEAN, co świadczy o jej historycznym zaangażowaniu w rozwiązywanie szerszych problemów, dotyczących narodów całego regionu Azji Południowo-Wschodniej, oraz o jej stałym zainteresowaniu krzewieniem współpracy politycznej, gospodarczej i kulturalnej w tym regionie.

Tajlandia jako państwo wielokulturowe, charakteryzujące się różnorodnością, od dawna uznaje znaczenie budowania zgody i pokojowego współistnienia wielu zamieszkujących ją grup etnicznych, okazując szacunek i uznanie dla różnych kultur, ugrupowań religijnych, filozofii i idei. Czasy obecne są naznaczone globalizacją, nazbyt często rozpatrywaną w kategoriach ściśle ekonomiczno-finansowych, skłonnych do anulowania najważniejszych różnic, kształtujących i rodzących piękno i duszę naszych narodów. Natomiast konkretne doświadczenie jedności, które szanowałoby i dawało schronienie różnicom, jest inspiracją i bodźcem dla wszystkich, którym zależy na świecie, jaki chcemy przekazać przyszłym pokoleniom.

Z zadowoleniem przyjmuję inicjatywę utworzenia „Komisji Etyczno-Społecznej”, do uczestniczenia w której zaprosiliście tradycyjne religie tego kraju, aby przyjąć ich wkład i podtrzymać duchową pamięć waszego ludu. W związku z tym będę miał możliwość spotkania się z Najwyższym Patriarchą Buddyjskim. Będzie to znak ważności i pilności krzewienia przyjaźni i dialogu międzyreligijnego, a ponadto posługi na rzecz harmonii społecznej oraz budowania społeczeństw sprawiedliwych, wrażliwych i integrujących. Pragnę osobiście zapewnić o wszelkich staraniach małej, ale żywotnej wspólnoty katolickiej, na rzecz zachowania i promocji tak specyficznych cech Tajów, przywołanych w waszym hymnie narodowym: kochający pokój i serdeczni, ale nie tchórzliwi; stanowczo gotowi do stawienia czoła wszystkiemu, co lekceważyłoby wołanie wielu naszych braci i sióstr, pragnących uwolnić się spod jarzma biedy, przemocy i niesprawiedliwości. Ta ziemia ma na imię „wolność”. Wiemy, że jest ona możliwa jedynie wówczas, gdy potrafimy czuć się współodpowiedzialnymi jedni za drugich i przezwyciężyć wszelkie formy nierówności. Trzeba zatem działać na rzecz tego, aby osoby i wspólnoty mogły mieć dostęp do edukacji, godnej pracy, opieki zdrowotnej, i aby w ten sposób osiągnęły niezbędne minimum utrzymania, umożliwiające integralny rozwój człowieka.

W związku z tym pragnę krótko zatrzymać się na kwestii ruchów migracyjnych, które są jednym ze znaków charakterystycznych naszych czasów. Nie tyle ze względu na mobilność jako taką, ile ze względu na warunki w jakich się odbywają. Jest to zjawisko stanowiące jeden z głównych problemów moralnych, przed którymi stoi nasze pokolenie. Światowego kryzysu migracyjnego nie można zignorować. Sama Tajlandia, znana z gościnności udzielonej migrantom i uchodźcom, stanęła w obliczu tego kryzysu z powodu tragicznego napływu uchodźców z krajów sąsiednich. Po raz kolejny wyrażam życzenie, aby wspólnota międzynarodowa działając odpowiedzialnie i dalekowzrocznie potrafiła rozwiązać problemy, które doprowadziły do tego tragicznego exodusu, oraz aby promowała migrację bezpieczną, uporządkowaną i uregulowaną. Oby każde państwo przygotowało skuteczne mechanizmy chroniące godność oraz prawa migrantów i uchodźców stojących w obliczu niebezpieczeństw, niepewności i wyzysku, szukając wolności i godnego życia dla swoich rodzin. Chodzi tu nie tylko migrantów, ale także o oblicze, jakie chcemy nadać naszym społeczeństwom.

W związku z tym myślę o tych wszystkich kobietach i dzieciach naszych czasów, które są szczególnie zranione, stały się ofiarami przemocy i są narażone na wszelkie formy wyzysku, niewolnictwa, przemocy i wykorzystania. Wyrażam uznanie rządowi tajlandzkiemu za jego wysiłki na rzecz wyeliminowania tej plagi, a także wszystkim osobom i organizacjom, które niestrudzenie pracują, by zlikwidować to zło i zaproponować drogę godności. W tym roku, w którym obchodzona jest trzydziesta rocznica Konwencji o Prawach Dziecka, jesteśmy zaproszeni do refleksji i stanowczego, wytrwałego i pilnego działania na rzecz konieczności ochrony dobra naszych dzieci, ich rozwoju społecznego i intelektualnego, dostępu do edukacji, a także ich rozwoju fizycznego, psychicznego i duchowego1. Przyszłość naszych narodów jest w znacznej mierze związana z tym, w jaki sposób zapewnimy naszym dzieciom godną przyszłość.

Panie i Panowie! Dziś bardziej niż kiedykolwiek nasze społeczeństwa potrzebują „budowniczych gościnności”, mężczyzn i kobiet zatroskanych o integralny rozwój wszystkich narodów w łonie rodziny ludzkiej, która starałaby się o życie w sprawiedliwości, solidarności i braterskiej harmonii. Każdy z was, na swoim stanowisku poświęca swoje życie, aby sprawić, żeby służba dobru wspólnemu mogła dotrzeć do każdego zakątka tego państwa. Jest to jedno z najszlachetniejszych zadań osoby. Z tymi uczuciami i życzeniami, abyście mogli rozwijać powierzoną wam misję, modlę się o obfite Boże błogosławieństwo dla tego państwa, jego przywódców i jego mieszkańców. Proszę też Pana, aby poprowadził każdego z was i wasze rodziny drogami mądrości, sprawiedliwości i pokoju. Dziękuję!

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1 Por. Przemówienie do Korpusu Dyplomatycznego, 7 stycznia 2019 r.

[01846-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

[01846-AR.01] [Original text: Spanish]

[B0901-XX.02]