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Viaggio Apostolico del Santo Padre Francesco in Cile e Perù (15 – 22 gennaio 2018) – Visita all’ Hogar El Principito a Puerto Maldonado, 19.01.2018


Visita all’Hogar El Principito a Puerto Maldonado

Pranzo con i rappresentanti dei Popoli dell’Amazzonia nel Centro Pastorale Apaktone di Puerto Maldonado

 

Visita all’Hogar El Principito a Puerto Maldonado

Saluto del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Questa mattina, alle ore 12.45 locali (18.45 ora di Roma), il Santo Padre Francesco si è recato in visita all’Hogar El Principito (“Casa del Piccolo Principe”), casa di accoglienza per minori soli e abbandonati. Ad accoglierlo erano presenti alcune centinaia di persone tra bambini ospiti, giovani e operatori dell’associazione che gestisce la struttura di accoglienza.

Dopo l’esecuzione di alcuni canti, l’indirizzo di saluto del Direttore dell’Hogar El Principito e una breve coreografia eseguita da un gruppo di bambini, una giovane cresciuta nell’Hogar ha porto la sua testimonianza. Quindi il Papa ha pronunciato il Suo saluto.

Al termine, dopo lo scambio dei doni, Papa Francesco si è trasferito in auto al Centro Pastorale Apaktone di Puerto Maldonado.

Pubblichiamo di seguito le parole di saluto che il Santo Padre ha rivolto ai presenti all’incontro:

Saluto del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,
queridos niños:

Muchas gracias por este bonito recibimiento, por las palabras de bienvenida. Verlos cantar, verlos bailar me da mucha alegría. Gracias.

Cuando me contaron de la existencia de este Hogar El Principito y de la Fundación Apronia, sentí que no podía irme de Puerto Maldonado sin saludarlos. Quisieron reunirse de diferentes albergues en este lindo Hogar El Principito. Gracias por los esfuerzos que realizaron para poder estar hoy aquí.

Acabamos de celebrar la Navidad. Se nos enterneció el corazón con la imagen del Niño Jesús. Él es nuestro tesoro, y ustedes niños son el reflejo, y también son nuestro tesoro, el de todos nosotros, el tesoro más lindo que tenemos que cuidar. Perdonen las veces que los mayores no lo hacemos o que no les damos la importancia que ustedes se merecen. Cuando sean grandes no lo olviden. Sus miradas, sus vidas siempre exigen un mayor compromiso y trabajo para no volvernos ciegos o indiferentes ante tantos otros niños que sufren y pasan necesidad. Ustedes, sin lugar a dudas, son el tesoro más preciado que tenemos que cuidar.

Queridos niños del Hogar El Principito y jóvenes de los otros hogares de acogida. Algunos de ustedes a veces están tristes por la noche, echan de menos al papá o la mamá que no está, y sé también que hay heridas que duelen mucho. Dirsey, vos fuiste valiente y nos lo compartiste. Y me decías «que mi mensaje sea una luz de esperanza». Pero déjame decirte algo: tu vida, tus palabras y las de todos ustedes son luz de esperanza. Quiero darles las gracias por el testimonio de ustedes. Gracias por ser luz de esperanza para todos nosotros.

Me da alegría ver que tienen un hogar donde son acogidos, donde con cariño y amistad los ayudan a descubrir que Dios les tiende las manos y les pone sueños en el corazón. Es lindo eso.

¡Qué testimonio tan bueno el de ustedes jóvenes que han transitado por este camino, que ayer se llenaron de amor en esta casa y hoy han podido formar su propio futuro! Ustedes son para todos nosotros la señal de las inmensas potencialidades que tiene cada persona. Para estos niños y niñas ustedes son el mejor ejemplo a seguir, la esperanza de que ellos también podrán. Todos necesitamos modelos a seguir; los niños necesitan mirar para adelante y encontrar modelos positivos: «Quiero ser como él, quiero ser como ella», sienten y dicen. Todo lo que ustedes jóvenes puedan hacer, como venir a estar con ellos, a jugar, a pasar el tiempo es importante. Sean para ellos, como decía el Principito, las estrellitas que iluminan en la noche.[1]

Algunos de ustedes, jóvenes que nos acompañan, proceden de las comunidades nativas. Con tristeza ven la destrucción de los bosques. Sus abuelos les enseñaron a descubrirlos, en ellos encontraban sus alimentos y la medicina que los sanaba - lo representaron bien al principio aquí -. Hoy son devastados por el vértigo de un progreso mal entendido. Los ríos que acogieron sus juegos y les regalaron comida hoy están enlodados, contaminados, muertos. Jóvenes, no se conformen con lo que está pasando. No renuncien al legado de sus abuelos, no renuncien a su vida ni a sus sueños. Me gustaría estimularlos a que estudien; prepárense, aprovechen la oportunidad que tienen para formarse, esta oportunidad que les da esta Fundación Apronia. El mundo los necesita a ustedes, jóvenes de los pueblos originarios, y los necesita no disfrazados sino tal y cual son. No disfrazados de ciudadanos de otro pueblo, no, como son ustedes, así los necesitamos. ¡No se conformen con ser el vagón de cola de la sociedad, enganchados y dejándose llevar! No, no, nunca sean vagón de cola. Los necesitamos como motor, empujando. Y les recomiendo una cosa, escuchen a sus abuelos, valoren sus tradiciones, no frenen su curiosidad. Busquen sus raíces y, a la vez, abran los ojos a lo novedoso, sí… y hagan su propia síntesis. Devuélvannos al mundo lo que aprenden porque el mundo los necesita originales, como realmente son, no como imitaciones. Los necesitamos auténticos, jóvenes orgullosos de pertenecer a los pueblos amazónicos y que aportan a la humanidad una alternativa de vida verdadera. Amigos, nuestras sociedades tantas veces, necesitan corregir el rumbo y ustedes, los jóvenes de los pueblos originarios —estoy seguro—, pueden ayudar muchísimo con este reto, sobre todo enseñándonos un estilo de vida que se base en el cuidado y no en la destrucción de todo aquello que se oponga a nuestra avaricia.

Y lo principal también, es que quiero agradecer al padre Xavier [Arbex de Morsier, fundador de la Asociación Apronia]. Padre Xavier ha sufrido mucho y le ha costado esto, simplemente gracias, gracias por su ejemplo. Quiero agradecer a los religiosos y religiosas, a las misioneras laicas que hacen una labor fabulosa y a todos los benefactores que conforman esta familia. A los voluntarios que regalan su tiempo gratuito que es como bálsamo refrescante en las heridas. Y también agradecer a quienes fortalecen a estos jóvenes en sus identidades amazónicas y los ayudan a forjar un futuro mejor para sus comunidades y para todo el planeta.

Y ahora, como estamos, cerramos los ojos y pedimos a Dios que nos dé la bendición.

Que el Señor tenga piedad y los bendiga, ilumine su rostro sobre ustedes, que el Señor tenga piedad y misericordia y los colme con toda clase de favores, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (cf. Nm 6,24-26; Sal 66; Bendición del Tiempo Ordinario).

Y les pido dos cosas: que recen por mí y que no se olviden que son las estrellitas que iluminan en la noche.

____________________

[1] Cf. Antoine de Saint-Exupéry, XXIV; XXVI.

[00064-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Cari fratelli e sorelle,
cari bambini e bambine,

grazie per questa bella accoglienza e per le parole di benvenuto. Vedervi cantare e ballare mi riempie di gioia.

Quando mi hanno raccontato dell’esistenza di questa Casa “Il Piccolo Principe” e della Fondazione Apronia, ho pensato che non potevo andarmene da Puerto Maldonado senza salutarvi. Avete voluto riunirvi da diversi alloggi in questa bella Casa “Il Piccolo Principe”. Grazie per gli sforzi che avete fatto per poter essere qui oggi.

Abbiamo appena celebrato il Natale. Ci ha intenerito il cuore l’immagine di Gesù Bambino. Lui è il nostro tesoro, e voi bambini siete il suo riflesso, e siete anche voi il nostro tesoro, il tesoro di tutti noi, il tesoro più prezioso di cui dobbiamo avere cura. Perdonate le volte in cui noi grandi non lo facciamo o non vi diamo l’importanza che voi meritate. Quando sarete grandi non dimenticatevi di questo. Il vostro sguardo, la vostra vita esigono sempre un maggiore impegno e lavoro per non diventare ciechi o indifferenti davanti a tanti altri bambini che soffrono e si trovano in necessità. Voi, senza alcun dubbio, siete il tesoro più prezioso di cui dobbiamo prenderci cura.

Cari bambini della Casa “Il Piccolo Principe” e giovani delle altre case di accoglienza. Alcuni di voi a volte sono tristi alla sera, avete nostalgia del papà o della mamma che non c’è, e so anche che ci sono ferite che fanno molto male. Dirsey, sei stato coraggioso e lo hai condiviso con noi. E mi dicevi «che il mio messaggio sia luce di speranza». Ma lascia che ti dica una cosa: la tua vita, le tue parole e quelle di tutti voi sono luce di speranza. Voglio ringraziarvi per la vostra testimonianza. Grazie perché siete luce di speranza per tutti noi.

Mi da gioia di vedere che avete una casa dove siete accolti, dove con affetto e amicizia vi aiutano a scoprire che Dio vi tende la mano e vi mette dei sogni nel cuore. E’ bello questo.

Che bella testimonianza quella di voi giovani che siete passati per questa strada, che ieri vi siete riempiti di amore in questa casa e oggi avete potuto costruire il vostro futuro! Voi siete per tutti noi il segno delle immense potenzialità che ogni persona possiede. Per questi bambini e bambine voi siete il miglior esempio da seguire, la speranza che anche loro potranno farcela. Tutti abbiamo bisogno di modelli da seguire; i bambini hanno bisogno di guardare avanti e di trovare modelli positivi: “voglio essere come lui, voglio essere come lei”, sentono e dicono. Tutto quello che voi giovani potete fare, come venire a stare con loro, a giocare, a passare il tempo, è importante. Siate per loro, come diceva il Piccolo Principe, le stelline che illuminano la notte.[1]

Alcuni di voi, giovani che ci accompagnate, provenite dalle comunità native. Con tristezza vedete la distruzione dei boschi. I vostri nonni vi hanno insegnato a scoprirli, in essi trovavano il loro cibo e la medicina che li guariva: lo avete rappresentato bene all’inizio qui. Oggi siete devastati dalla vertigine di un malinteso progresso. I fiumi che hanno visto i vostri giochi e vi hanno dato da mangiare oggi sono insudiciati, inquinati, morti. Giovani, non rassegnatevi a ciò che sta succedendo. Non rinunciate all’eredità dei vostri nonni, non rinunciate alla vostra vita e ai vostri sogni. Mi piacerebbe invogliarvi a studiare: preparatevi, approfittate dell’opportunità che avete per formarvi, questa opportunità che vi dà la Fondazione Apronia. Il mondo ha bisogno di voi, giovani dei popoli originari, e ha bisogno di voi non mascherati, ma così come siete. Non mascherati da cittadini di un altro popolo, no, come siete voi, così abbiamo bisogno di voi. Non rassegnatevi ad essere il vagone di coda della società, agganciati e trascinati! No, non siate mai vagoni di coda, abbiamo bisogno di voi come motore, che spinge. E vi raccomando una cosa: ascoltate i vostri nonni, apprezzate le vostre tradizioni, non frenate la vostra curiosità. Cercate le vostre radici e, nello stesso tempo, aprite gli occhi alla novità, sì… e fate la vostra sintesi. Restituite al mondo quello che imparate perché il mondo ha bisogno di voi originali, come realmente siete, non come imitazioni. Abbiamo bisogno di voi autentici, giovani fieri di appartenere ai popoli amazzonici e che offrono all’umanità un’alternativa di vita autentica. Amici, le nostre società molte volte hanno bisogno di correggere la rotta e voi, giovani dei popoli originari – ne sono sicuro –, potete aiutare moltissimo in questa sfida, soprattutto insegnandoci uno stile di vita che si basi sulla cura e non sulla distruzione di tutto quello che si oppone alla nostra avarizia.

E un’altra cosa importante, è che desidero ringraziare il padre Xavier [Arbex de Morsier, fondatore dell’Associazione Apronia]. Padre Xavier ha sofferto molto, e questo gli è costato. Semplicemente, grazie. Grazie per il suo esempio. Voglio ringraziare i religiosi e le religiose, le missionarie laiche che svolgono un lavoro favoloso e tutti i benefattori che formano questa famiglia; i volontari che regalano il proprio tempo con gratuità che è come balsamo rinfrescante sulle ferite. E inoltre ringraziare quanti rafforzano questi giovani nell’identità amazzonica e li aiutano a costruire un futuro migliore per le vostre comunità e per tutto il pianeta.

E adesso, così come stiamo, chiudiamo gli occhi e chiediamo a Dio di darci la benedizione.

Che il Signore abbia pietà e vi benedica, faccia risplendere il suo volto su di voi, che il Signore abbia pietà e misericordia e vi colmi di ogni genere di favori, nel nome del Padre e del Figlio e dello Spirito Santo. Amen (cfr Nm 6,24-26; Sal 66; Benedizione del Tempo Ordinario).

E vi chiedo due cose: di pregare per me, e di non dimenticarvi che voi siete le stelline che illuminano la notte. Grazie.

__________________

[1] Cfr Antoine de Saint-Exupéry, Il piccolo principe, XXIV; XXVI

[00064-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers frères et sœurs,           
Chers enfants,

Merci beaucoup pour ce bel accueil et pour vos paroles de bienvenue. Vous voir chanter, vous voir danser me comble de joie. Merci !

Quand on m’a dit qu’il y a ce Foyer Le Petit Prince et la Fondation Apronia, j’ai senti que je ne pouvais pas repartir de Porto Maldonado sans vous saluer. Vous avez voulu venir de différentes maisons d’accueil au Foyer Le Petit Prince. Merci pour les efforts que vous avez faits pour être ici aujourd’hui.

Nous venons de célébrer la Nativité. Nous avons eu le cœur ému par la représentation de l’Enfant Jésus. C’est lui notre trésor, et vous, les enfants, vous êtes le reflet, et vous êtes aussi notre trésor, le trésor de nous tous, le trésor le plus beau que nous devions protéger. Pardonnez les fois où, nous les plus grands, nous ne le faisons pas, ou bien nous ne vous donnons pas l’importance que vous méritez. Quand vous serez grands, ne l’oubliez pas. Vos regards, vos vies exigent toujours un plus grand engagement et du travail de notre part pour que nous ne devenions pas aveugles ou indifférents face à tant d’autres enfants qui souffrent et sont dans le besoin. Vous êtes, sans l’ombre d’un doute, le trésor le plus précieux que nous devions protéger.

Chers enfants du Foyer Le Petit Prince, et vous les jeunes des autres maisons d’accueil. Certains d’entre vous sont parfois tristes la nuit, le papa ou la maman qui ne sont pas là vous manquent, et je sais aussi qu’il y a des blessures qui vous font beaucoup souffrir. Dirsey, tu as été courageux et tu nous as fait part de cela. Et tu me disais : ‘‘Que mon message soit un message d’espérance’’. Mais laisse-moi te dire quelque chose : ta vie, tes paroles, et celle de vous tous sont une lumière d’espérance. Je voudrais vous remercier pour votre témoignage. Merci d’être lumière d’espérance pour nous tous.

Je suis heureux de voir que vous avez un foyer où vous êtes accueillis, où, avec tendresse et amitié, on vous aide à découvrir que Dieu vous tend les mains et qu’il sème des rêves vos cœurs. Cela est beau !

Quel beau témoignage que le vôtre, vous les jeunes qui êtes passés par ce chemin, qui avez rempli hier votre cœur d’amour dans cette maison, et qui aujourd’hui avez pu construire votre avenir ! Vous êtes pour nous tous le signe des immenses potentialités que possède chaque personne. Pour ces enfants, vous êtes le meilleur exemple à suivre, l’espérance qu’eux aussi pourront le faire. Nous avons tous besoin de modèles à suivre, les enfants ont besoin de regarder en avant et de trouver des modèles positifs : ‘‘je veux être comme lui, je veux être comme elle’’, sentent-ils et disent-ils. Tout ce que vous les jeunes pouvez faire, comme venir jouer avec eux, passer du temps avec eux, est important. Soyez pour eux comme disait le Petit Prince : les petites étoiles qui éclairent dans la nuit (cf. Antoine de Saint-Exupéry, XXIV ; XXVI).

Certains d’entre vous, jeunes qui nous accompagnez, viennent des communautés indigènes. Avec tristesse vous voyez la destruction des forêts. Vos grands-parents vous ont enseigné à les découvrir ; ils y trouvaient leur nourriture et les médicaments qui les soignaient – vous venez de bien le mettre en scène ici -. Elles sont aujourd’hui dévastées par le vertige d’un progrès mal compris. Les rivières qui vous ont vus jouer et qui vous ont offert de la nourriture sont aujourd’hui boueuses, polluées, mortes. Jeunes, ne vous résignez pas face à ce qui est en train de se passer. Ne renoncez pas à l’héritage de vos grands-parents, à votre vie ni à vos rêves. J’aimerais vous encourager à étudier, à vous préparer ; préparez-vous, saisissez l’occasion que vous avez de vous former, cette occasion qui vous est offerte par la Fondation Apronia. Le monde a besoin de vous, jeunes des peuples autochtones, et il a besoin de vous non pas déguisés mais tels que vous êtes. Pas déguisés en citoyens d’un autre peuple, non, tels que vous êtes, c’est ainsi que nous avons besoin de vous. Ne vous contentez pas d’être le wagon de queue de la société, accrochés et vous laissant porter ! Non, non, ne soyez jamais les wagons de queue. Nous avons besoin de vous comme moteur, qui impulse. Et je vous recommande une chose, écoutez vos grands-parents, valorisez vos traditions, ne refreinez pas votre curiosité. Cherchez vos racines et, en même temps, ouvrez les yeux à ce qui est nouveau, oui… et faites votre propre synthèse. Rendez au monde ce que vous apprenez, car le monde a besoin de vous dans votre originalité, tels que vous êtes en réalité, non comme des imitations. Nous avons besoin de vous dans votre authenticité, en tant que jeunes fiers d’appartenir aux peuples amazoniens et qui apportent à l’humanité une alternative de vie vraie. Chers amis, souvent nos sociétés ont besoin de corriger le cap et vous, les jeunes autochtones – j’en suis sûr – vous pouvez énormément aider dans ce défi, surtout en nous apprenant un style de vie basé sur la sauvegarde et non sur la destruction de tout ce qui s’oppose à notre cupidité.

Et la chose la plus importante, c’est que je voudrais remercier le Père Xavier [Arbex de Morsier, fondateur de l’Association Apronia]. Le Père Xavier a beaucoup souffert et cette souffrance lui a coûté ceci ; simplement merci, merci pour son exemple. Je voudrais remercier les religieux et religieuses, les missionnaires laïques qui font un travail magnifique et tous les bienfaiteurs qui forment cette famille ; les volontaires qui offrent leur temps gratuitement, qui est un baume rafraichissant sur les blessures. Et je voudrais remercier aussi ceux qui confirment ces jeunes dans leur identité amazonienne et les aident à forger un avenir meilleur pour leurs communautés et pour toute la planète.

Et maintenant, en restant comme nous sommes, nous fermons les yeux et nous demandons à Dieu de nous donner sa bénédiction.

Que le Seigneur vous bénisse et vous garde, qu’il fasse resplendir sur vous son visage, que le Seigneur tourne vers vous son visage et vous accorde tous ses bienfaits, au nom du Père, du Fils et du Saint Esprit. (Cf. Nb 6, 24-26 ; Ps 66, Bénédiction du Temps ordinaire)

Je vous demande deux choses : que vous priiez pour moi et que vous n’oubliiez pas que vous êtes les petites étoiles qui éclairent dans la nuit.

[00064-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

Dear Brothers and Sisters,
Dear Children,

Thank you very much for this lovely reception and for your words of welcome. Seeing you sing, seeing you dance makes me very happy. Thank you.

When I was told about the existence of “The Little Prince” Home and the Apronia Foundation, I felt that I could not leave Puerto Maldonado without greeting you. You wanted to come from various homes to meet here in the Little Prince Home. Thank you for the efforts you made to be here today.

Not long ago, we celebrated Christmas. Our hearts were touched by the image of the Child Jesus. He is our treasure. You children are the reflection and a treasure for all of us, the most beautiful treasure that we have, and one that we are called to guard. Forgive us those times when we adults have not cared for you, and when we did not give you the importance you deserve. When you grow up, don’t forget. Your faces, your lives constantly demand a greater commitment and effort on our part, lest we become blind or indifferent to all those other children who suffer and are in need. Without a doubt, you are the greatest treasure that we have to care for.

Dear children of the Little Prince Home and young people from the other homes. Sometimes, at night, some of you feel sad. You miss your father and mother who are not here, and I know too that sometimes you feel very hurt. Dirsey, you were brave and you shared that with us. You told me; “I hope my message may be a light of hope”. But let me tell you something. Your life, your words, and the lives of all of you, are a light of hope. I want to thank you for your witness. Thank you for being a light of hope for all of us.

I am happy to see that you have a home where you are welcomed, and where, with affection and friendship, there are people who help you to see that God takes you by the hand and puts dreams in your heart. This is wonderful.

What a wonderful witness, too, is offered by all of you young people who have travelled this road, who found love in this home and now are able to shape your own future! You demonstrate to all of us the enormous potential of each person. For these boys and girls, you are the best example to follow, a sign of hope that they will be able to do the same. We all need good role models: children need to look to the future and have positive role models. They need to think and say: “I want to be like him, I want to be like her”. Everything that you young people can do, like coming here to be with them, to play and spend time together, is important. Be for them, as the Little Prince says: the little stars that light up the night (cf. Antoine de Saint-Exupéry, XXIV; XXVI).

Some of you young people here come from native communities. Sadly, you have seen the destruction of the woodlands. Your elders taught you to discover them; there they found their food and the medicine that brought them healing. You showed us this at the beginning here. Today those woodlands have been laid waste by the intoxication of a misguided notion of progress. The rivers that hosted your games and provided you with food are now muddied, contaminated, dead. Young people, do not be resigned to what is happening! Do not renounce the legacy you have received from your elders, or your lives and dreams.

I would like to encourage you to study. Get an education, take advantage of the opportunities you have for schooling, this opportunity that the Apronia Foundation offers you. The world needs you, young men and women of the first peoples, and it needs you, not disguised, but as you are. Not disguised as citizens from another land, no, as you are, that’s how we need you. Do not be content to be the last car on the train of society, letting yourselves be pulled along and eventually disconnected. No, never be the last car. We need you to be the engine, always pressing forward. And I offer you some advice: listen to your elders; value their traditions; do not curb your curiosity. Get in touch with your roots, but at the same time open your eyes to new things; bring the old and the new together in your own way. Share what you learn with the world, because the world needs you to be yourselves, who you really are, and not an imitation of someone else. We need you to be authentic, young men and women who are proud to belong to the Amazonian peoples and who can offer humanity an alternative for a true life. My friends, society often needs to correct its course and you, the young of the first peoples, can help greatly – of this I am sure – to meet this challenge, above all by teaching us a way of life based on protection and care, not on the destruction of everything that stands in the way of our greed.

And one of the main things, also, is that I want to thank Father Xavier [Arbex de Morsier, founder of the Apronia Association]. Father Xavier has suffered much and given a lot to this work: quite simply, thank you, thank you for your example. I want to thank the religious brothers and sisters, the lay missionaries who are doing such wonderful work, and all the benefactors who are part of this family. I also thank the volunteers whose gift of time is like a balm soothing every wound. Likewise, I thank all those who confirm these young people in their Amazonian identity and help them to forge a better future for their communities and for our entire world.

And now, just as we are, let us close our eyes and ask God to give us his blessing.

May the Lord bless you and keep you. May he let his face shine upon you and show you his mercy. May he turn his countenance towards you and give you his peace. In the name of the Father, and of the Son, and of the Holy Spirit. Amen (cf. Num 6:24-26; Ps 67; Blessing in Ordinary Time).

Let me ask you two things. To pray for me and to not forget that you are the little stars that light up the night.

[00064-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

Liebe Brüder und Schwestern,
liebe Kinder,

vielen Dank für diesen feinen Empfang und die Willkommensworte. Euch singen zu sehen, euch tanzen zu sehen, erfüllt mich mit großer Freude. Danke.

Als man mir von der Existenz dieses Kinderheims „Der kleine Prinz“ und der Stiftung Apronia erzählte, habe ich gedacht, dass ich von Puerto Maldonado nicht fortgehen kann, ohne euch zu begrüßen. Ihr wolltet euch aus verschiedenen Unterkünften in diesem schönen Heim „Der kleine Prinz“ versammeln. Danke für die Bemühungen, die ihr angestellt habt, damit ich heute hier sein kann.

 Wir haben gerade Weihnachten gefeiert. Das Herz wurde durch das Bild des Jesuskindes von Zärtlichkeit gerührt. Es ist unser Schatz und ihr Kinder seid der Widerschein und auch ihr seid unser aller Schatz, der schönste Schatz, den wir zu hüten haben. Vergebt die Male, in denen wir Großen es nicht tun oder euch nicht die Bedeutung beimessen, die ihr verdient. Wenn ihr groß sein werdet, vergesst dies nicht. Euer Blick, euer Leben verlangen immer einen größeren Einsatz und Arbeit, damit wir für die vielen anderen notleidenden Kinder nicht blind oder gleichgültig werden. Ihr seid zweifelsohne der wertvollste Schatz, den wir zu hüten haben.

Liebe Kinder des Heims „Der kleine Prinz“ und liebe Jugendliche der anderen Heime, einige von euch sind nachts zuweilen traurig, euch fehlen Vater oder Mutter, die nicht da sind, und ich weiß auch, dass es Wunden gibt, die sehr wehtun. Dirsey, du warst tapfer und hast es uns mitgeteilt. Und du hast mir gesagt, dass »meine Botschaft ein Licht der Hoffnung sein möge«. Aber lass mich dir noch etwas anderes sagen: dein Leben, deine und euer aller Worte sind Licht der Hoffnung. Ich will euch für euer Zeugnis danken. Danke dafür, dass ihr Licht der Hoffnung für uns alle seid.

Es freut mich zu sehen, dass ihr ein Heim habt, wo ihr aufgehoben seid, wo man euch mit Zuneigung und Freundschaft hilft zu entdecken, dass Gott euch die Hände entgegenstreckt und euch Träume ins Herz legt. Das ist schön.

Welch gutes Zeugnis von euch jungen Menschen, die ihr diesen Weg durchschritten habt, die ihr gestern in diesem Haus mit Liebe erfüllt wurdet und heute eure eigene Zukunft gestalten könnt! Ihr seid für uns alle das Zeichen der unermesslichen Möglichkeiten, die jeder Person innewohnen. Für diese Jungen und Mädchen seid ihr das beste Beispiel, dem sie folgen können, die Hoffnung dessen, wozu auch sie im Stande sein werden. Wir alle benötigen Vorbilder, denen wir folgen können; die Kinder müssen nach vorne schauen und positiven Vorbildern begegnen können: »Ich will wie dieser, ich will wie diese sein«, hören sie und sagen sie. All das, was ihr jungen Menschen tun könnt, wie mit ihnen zusammen zu sein, zu spielen, Zeit zu verbringen, ist wichtig. Seid für sie, wie es der kleine Prinz sagte, die kleinen Sterne, die in der Nacht leuchten.[1]

Einige von euch jungen Menschen, die uns begleiten, kommen aus den indigenen Gemeinschaften. Mit Traurigkeit betrachtet ihr die Zerstörung der Wälder. Eure Großeltern haben euch gelehrt, sie zu entdecken, in ihnen fanden sie ihre Ernährung und die Medizin, die sie heilte. Dies habt ihr zu Beginn hier gut dargestellt. Heute sind sie durch den Rausch eines falsch verstandenen Fortschritts verwüstet. Die Flüsse, an denen ihr gespielt habt und euch zu essen gaben, sind heute verschmutzt, verunreinigt, tot. Ihr jungen Leute, findet euch nicht mit dem ab, was gerade geschieht. Verzichtet nicht auf das Erbe eurer Großeltern, verzichtet nicht auf euer Leben und eure Träume. Ich möchte euch gerne ermutigen zu studieren; qualifiziert euch, nutzt die Gelegenheit, die ihr habt, um euch zu bilden, diese Gelegenheit, die euch die Stiftung Apronia gibt. Die Welt braucht euch junge Menschen aus den angestammten Völkern, und sie braucht euch nicht maskiert, sondern genauso, wie ihr seid. Nicht als Bürger eines anderen Volkes maskiert; nein, so, wie ihr seid, so brauchen wir euch.  Findet euch nicht damit ab, das Schlusslicht der Gesellschaft zu sein, das nur als Anhängsel mitgezogen wird. Nein, nein, seid niemals Schlusslicht! Wir brauchen euch als Motor, der antreibt. Und ich empfehle euch eines: Hört euren Großeltern zu, schätzt eure Traditionen, haltet eure Neugierde nicht zurück. Sucht eure Wurzeln und öffnet zugleich eure Augen für das Neue, ja … und zieht eure eigene Schlussfolgerung. Gebt das der Welt zurück, was ihr lernt, weil die Welt Originale braucht, wie sie wirklich sind, und nicht Kopien. Wir brauchen euch als authentische junge Menschen, die stolz darauf sind, zu den Amazonas-Völkern zu gehören und die der Menschheit eine wirkliche Lebensalternative bieten. Freunde, unsere Gesellschaften bedürfen oftmals der Kurskorrektur und ihr, die jungen Menschen der angestammten Völker, da bin ich sicher, könnt bei dieser Herausforderung sehr viel helfen, vor allem, indem ihr uns einen Lebensstil lehrt, der auf der Pflege und nicht der Zerstörung all dessen gründet, was sich unserer Habgier widersetzt.

Und noch etwas Wichtiges, was ich tun möchte, ist Pater Xavier [Arbex de Morsier, Gründer der Stiftung Apronia] zu danken. Pater Xavier hat viel gelitten und dies war schwer für ihn. Einfach nur danke, danke für Ihr Beispiel. Ich möchte den Ordensleuten danken, den Laienmissionarinnen, die eine wunderbare Arbeit tun und all den Wohltätern, die diese Familie bilden, den Freiwilligen, die ihre Zeit ohne Gegenleistung zur Verfügung stellen, was wie erfrischender Balsam in den Wunden ist. Und ebenso möchte ich denjenigen danken, die die jungen Menschen in ihrer Identifikation mit Amazonien bestärken, und ihnen helfen, eine bessere Zukunft für ihre Gemeinschaften und für den ganzen Planeten zu schmieden.

Und jetzt, so wie wir sind, schließen wir die Augen und bitten wir Gott, dass er uns seinen Segen gibt.

 Der Herr segne euch und behüte euch; er lasse sein Angesicht über euch leuchten und sei euch gnädig; er wende euch sein Antlitz zu und schenke euch seinen Frieden! Das gewähre euch der dreieinige Gott, der Vater und der Sohn und der Heilige Geist. Amen. (vgl. Num 6,24-26; Segen im Jahreskreis I)

 Und ich bitte euch um zwei Dinge: Betet für mich und vergesst nicht, dass ihr die kleinen Sterne seid, die in der Nacht leuchten.

________________________

[1] Vgl. Antoine de Saint-Exupéry, Der kleine Prinz, XXIV; XXVI.

[00064-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

Amados irmãos e irmãs,
Queridos meninos e meninas!

Muito obrigado por esta linda receção e pelas palavras de boas-vindas. Ver-vos cantar e dançar enche-me de alegria.

Quando me referiram a existência deste Lar «O Principezinho» e da Fundação Apronia, pensei que não podia partir de Puerto Maldonado, sem vos saudar. Quisestes congregar-vos, vindos de diferentes casas, neste lindo Lar «O Principezinho». Obrigado pelos esforços que fizestes para estar aqui hoje.

Acabamos de celebrar o Natal. Enterneceu-nos o coração a imagem do Menino Jesus. Ele é o nosso tesouro, e vós meninos, sendo o seu reflexo, sois também o nosso tesouro, o tesouro de todos nós, o tesouro mais precioso de que devemos cuidar. Perdoai as vezes que nós, grandes, não o fazemos ou não vos damos a importância que vós mereceis. Quando fordes grandes, não vos esqueçais disto. O vosso olhar, a vossa vida requerem um compromisso e esforços sempre maiores para não ficarmos cegos ou indiferentes perante tantas outras crianças que sofrem e passam necessidade. Não há dúvida, vós sois o tesouro mais precioso de que devemos cuidar.

Queridos meninos do Lar «O Principezinho» e jovens dos outros centros de acolhimento! Às vezes, alguns de vós sentem-se tristes à noite, tendes saudade do pai ou da mãe que não estão convosco, e sei também que há feridas que doem muito. Dirsey, foste corajoso, ao partilhá-lo connosco. E dizias-me: «que a minha mensagem seja luz de esperança». Mas deixa-me dizer-te uma coisa: a tua vida, as tuas palavras e as de vós todos são luz de esperança. Quero agradecer-vos o vosso testemunho. Obrigado porque sois luz de esperança para todos nós.

Alegra-me ver que tendes um lar onde sois acolhidos, onde vos ajudam, com carinho e amizade, a descobrir que Deus vos segura nas suas mãos e coloca sonhos no vosso coração. É belo isto.

Como é belo o vosso testemunho de jovens que passastes por esta estrada, que ontem vos enchestes de amor nesta casa e hoje pudestes construir o vosso próprio futuro! Sois para todos nós o sinal das potencialidades imensas que cada pessoa tem. Para estes meninos e meninas, vós sois o melhor exemplo a seguir, a esperança de que também eles hão de conseguir. Todos nós precisamos de modelos para imitar; as crianças precisam de olhar em frente e encontrar modelos positivos: «quero ser – sentem e dizem – como ele, quero ser como ela». Tudo o que vós, jovens, puderdes fazer, como vir estar com eles, jogar, passar o tempo, é importante. Sede para eles, como dizia o «Principezinho», as estrelinhas que iluminam a noite.[1]

Alguns de vós, jovens que nos acompanhais, vindes das comunidades nativas. Vedes, com tristeza, a destruição das florestas. Os vossos avós ensinaram-vos a descobri-las: nelas encontravam o seu alimento e os remédios que os curavam: isto mesmo, o representastes, e bem, aqui ao princípio. Hoje, são devastadas na vertigem dum equivocado progresso. Os rios que acolheram os vossos jogos e vos deram comida, hoje estão sujos, poluídos, mortos. Jovens, não vos conformeis com o que está a acontecer. Não renuncieis à herança dos vossos avós, não renuncieis à vossa vida nem aos vossos sonhos. Gostaria de vos encorajar a estudar: preparai-vos, aproveitai as oportunidades que tendes para vos formar, esta oportunidade que vos dá a Fundação Apronia. O mundo precisa de vós, jovens dos povos nativos, e precisa de vós, não mascarados, mas assim como sois. Não mascarados como cidadãos doutro povo; isso não! É assim como sois, que precisamos de vós. Não vos conformeis com ser o vagão de cauda da sociedade, enganchados e deixando-se levar! Não, nunca sejais vagão de cauda, precisamos de vós como locomotiva, puxando. E recomendo-vos uma coisa: escutai os vossos avós, apreciai as vossas tradições, não reprimais a vossa curiosidade. Procurai as vossas raízes e, ao mesmo tempo, abri os olhos para a novidade; e, naturalmente, fazei a vossa própria síntese. Transmiti ao mundo o que aprendestes, porque o mundo precisa de vós originais, como realmente sois, não como imitações. Precisamos de vós autênticos, jovens orgulhosos de pertencer aos povos amazónicos e que oferecem à humanidade uma alternativa de vida autêntica. Amigos, muitas vezes, as nossas sociedades precisam de corrigir o rumo e estou certo de que vós, jovens dos povos nativos, podeis ajudar imenso neste desafio, sobretudo ensinando-nos um estilo de vida que se baseie no cuidado, e não na destruição, de tudo aquilo que se opõe à nossa ganância.

Outra coisa importante! Quero agradecer ao padre Xavier [Arbex de Morsier, fundador da Associação Apronia]. O padre Xavier sofreu muito... O que isto lhe custou! Simplesmente, obrigado! Obrigado pelo seu exemplo! Quero agradecer aos religiosos e religiosas, às missionárias leigas que realizam um trabalho fabuloso e a todos os benfeitores que formam esta família; aos voluntários que oferecem gratuitamente o seu tempo, que é como bálsamo refrescante nas feridas. Quero agradecer também a quantos fortalecem estes jovens na sua identidade amazónica e os ajudam a construir um futuro melhor para as vossas comunidades e para todo o planeta.

E agora, assim como estamos, fechemos os olhos e peçamos a Deus que nos dê a bênção:

Que o Senhor Se compadeça de vós e vos abençoe; faça brilhar sobre vós o seu rosto e vos acompanhe com a sua misericórdia e vos encha dos seus favores, em nome do Pai, do Filho e do Espírito Santo. Amen (cf. Nm 6, 24-26, Sal 66, Bênção I do Tempo Comum).

E peço-vos duas coisas: para rezardes por mim e para não vos esquecerdes de que vós sois as estrelinhas que iluminam a noite. Obrigado!

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[1] Cf. Antoine de Saint-Exupéry, O Principezinho, XXIV; XXVI.

[00064-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

Drodzy bracia i siostry,        
Drodzy chłopcy i dziewczęta,

Dziękuję za to miłe przyjęcie i za słowa powitania. Napawa mnie radością, gdy widzę, jak śpiewacie i tańczycie.

Kiedy opowiadano mi o istnieniu tego domu „El Principito” i Fundacji Apronia, pomyślałem, że nie mogę opuścić Puerto Maldonado bez pozdrowienia was. Zechcieliście się zebrać z różnych schronisk w tym pięknym domu „Hogar El Principito” [Dom Małego Księcia]. Dziękuję za trud, jaki podjęliście, abyście dzisiaj mogli tu być.

Niedawno świętowaliśmy Boże Narodzenie. Nasze serca wzruszał obraz Dzieciątka Jezus. On jest naszym skarbem, a wy, dzieci, jesteście jego odbiciem, i wy także jesteście naszym skarbem, skarbem nas wszystkich, skarbem najcenniejszym, o który musimy się troszczyć. Wybaczcie te sytuacje, kiedy my dorośli, tego nie czynimy, albo was nie doceniamy, tak jak na to zasługujecie. Kiedy będziecie dorośli nie zapominajcie o tym. Wasze spojrzenie, wasze życie, zawsze wymaga większego zaangażowania i pracy, aby nie być ślepym lub obojętnym w obliczu tak wielu innych dzieci, które cierpią i znajdują się w potrzebie. Bez wątpienia jesteście najcenniejszym skarbem, o który musimy się zatroszczyć.

Drogie dzieci z Domu „Hogar El Principito” i młodzieży z innych domów zastępczych. Niektórzy z was są czasem smutni wieczorem, tęsknicie za ojcem lub matką, których nie ma, i wiem też, że są rany, które bardzo bolą. Dirsey, byłeś odważny i podzieliłeś się tym z nami. I powiedziałeś mi „oby moje przesłanie było światłem nadziei”. Ale powiem ci coś: twoje życie, twoje słowa i was wszystkich są światłem nadziei. Chcę wam podziękować za wasze  świadectwo. Dziękuję, bo jesteście światłem nadziei dla nas wszystkich.

Cieszę się, że macie dom, w którym jesteście akceptowani, gdzie z miłością i przyjaźnią pomagają wam odkrywać, że Bóg trzyma was za rękę i składa marzenia w wasze serce. To piękne.

Jakże piękne jest to świadectwo was, młodych, którzy przeszliście tą drogą, którzy wczoraj napełniliście się miłością w tym domu, a dzisiaj potrafiliście zbudować swoją przyszłość! Jesteście dla nas wszystkich znakiem ogromnego potencjału, jaki posiada każda osoba. Dla tych chłopców i dziewcząt wy jesteście najlepszym wzorem do naśladowania, nadzieją, że także i oni będą w stanie to uczynić. Wszyscy potrzebujemy wzorów do naśladowania. Dzieci muszą patrzeć w przyszłość i znajdować pozytywne wzorce – słyszą i mówią: „Chcę być taki jak on, chcę być jak ona”. Ważne jest to wszystko, co wy młodzi możecie czynić – jak na przykład przychodzić i być z nimi, bawić się, spędzać czas. Bądźcie dla nich, jak powiedział Mały Książę, gwiazdami, które oświetlają noc[1].

Niektórzy z was, młodych, którzy nam towarzyszycie, pochodzicie ze wspólnot rdzennych mieszkańców. Ze smutkiem widzicie zniszczenie puszczy. Wasi dziadkowie uczyli was, jak ją odkrywać, znajdowali w niej pożywienie i lekarstwo, które ich leczyło – dobrze to przedstawiliście na początku. Dzisiaj jesteście zdruzgotani przez szaleństwo źle rozumianego postępu. Rzeki, które były świadkami waszych zabaw i karmiły was, są dzisiaj brudne, zanieczyszczone, martwe. Młodzi, nie zgadzajcie się na to, co się dzieje. Nie rezygnujcie z dziedzictwa waszych dziadków, nie rezygnujcie ze swojego życia i swoich marzeń. Chciałbym zachęcić was do nauki: przygotujcie się, skorzystajcie z szans jakie macie, aby się ukształtować, tych szans, jakie daje wam Fundacja Apronia. Świat potrzebuje was, młodych ludów pierwotnych, i potrzebuje was nie ucharakteryzowanych, ale takich, jakimi jesteście. Nie ucharakteryzowanych na obywateli innego ludu, nie, takich, jakimi jesteście, takich was potrzebujemy. Nie pozwalajcie na to, abyście byli ostatnim wagonem społeczeństwa, dołączonym i wleczonym! Nie, nigdy nie bądźcie ostatnimi wagonami! Potrzebujemy was jako siły napędowej! I zalecam wam jedną rzecz: słuchajcie waszych dziadków, doceńcie wasze tradycje, nie powściągajcie waszej ciekawości. Szukajcie waszych korzeni, a jednocześnie otwierajcie oczy na nowości, tak... i stwórzcie własną syntezę. Przywróćcie światu, to czego się nauczyliście, ponieważ świat potrzebuje was oryginalnych, takich jakimi jesteście naprawdę, a nie jako imitacje. Potrzebujemy was autentycznych, młodych dumnych z przynależności do ludów amazońskich, którzy dają ludzkości alternatywę życia autentycznego. Przyjaciele, nasze społeczeństwa często muszą skorygować kurs, a wy, młodzi ludów pierwotnych – jestem tego pewny – możecie bardzo pomóc w tym wyzwaniu, zwłaszcza ucząc nas stylu życia opartego na opiece, a nie na zniszczeniu tego wszystkiego, co sprzeciwia się naszej chciwości.

Jest jeszcze jedna ważna rzecz: pragnę podziękować księdzu Xavierowi [Arbex de Morsier, założyciel Stowarzyszenia Apronia]. Ksiądz Xavier wiele się wycierpiał, wiele go to kosztowało. Po porstu: dziękuję. Dziękuję za przykład. Chcę podziękować zakonnikom i zakonnicom, misjonarkom świeckim, którzy wykonują wspaniałą pracę, i wszystkim dobroczyńcom, którzy tworzą tę rodzinę; wolontariuszom, którzy poświęcają swój czas z bezinteresownością, która jest jak odświeżający balsam na rany. Chciałbym też podziękować tym, którzy umacniają tych młodych w tożsamości amazońskiej i pomagają im budować lepszą przyszłość dla waszych wspólnot oraz dla całej planety.

A teraz, tak jak jesteśmy, zamknijmy oczy i prośmy Boga, aby obdarzył nas błogosławieństwem.

            Niech Pan was błogosławi i strzeże, niech rozpromieni oblicze swe nad wami, niech się zmiłuje nad wami i niech wam błogosławi; niech napełnia was wszelkimi dobrodziejstwami, w imię Ojca i Syna i Ducha Świętego. Amen (por. Lb 6,24-26; Ps 66; Błogosławieństwo w okresie zwykłym).

Proszę Was o dwie rzeczy: módlcie się za mnie i nie zapomnijcie, że jesteście gwiazdami, które rozświetlają noc. Dziękuję.

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[1] Por. ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY, Mały Książę, XXIV; XXVI.

[00064-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Pranzo con i rappresentanti dei Popoli dell’Amazzonia nel Centro Pastorale Apaktone di Puerto Maldonado

Alle ore 13.55 locali (19.55 ora di Roma), il Santo Padre Francesco ha pranzato nel Centro Pastorale Apaktone di Puerto Maldonado con il Vicario Apostolico, S.E. Mons. David Martínez de Aguirre Guinea, O.P., e 9 indigeni rappresentanti dei Popoli dell’Amazzonia.

Dopo il pranzo, il Papa si è diretto all’Aeroporto Internazionale “P. José Aldámiz” da dove alle ore 15.00 locali (21.00 ora di Roma) è partito alla volta di Lima con un A319 della LATAM.

[00092-IT.01]

[B0046-XX.02]