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Viaggio Apostolico di Sua Santità Francesco in Kenya, Uganda e Repubblica Centrafricana (25-30 novembre 2015) – Incontro con i giovani nel Kololo Airstrip di Kampala, 28.11.2015


Incontro con i giovani nel Kololo Airstrip di Kampala

Discorso pronunciato dal Papa

Discorso preparato dal Santo Padre

Nel pomeriggio, il Santo Padre Francesco ha lasciato la Nunziatura Apostolica e si è recato in auto al Kololo Airstrip di Kampala - un ex aeroporto che ospita grandi eventi - per l’incontro con i giovani.

Il Papa ha compiuto un giro in papamobile lungo tutta l’area, per salutare i fedeli presenti fin dal mattino e che avevano seguito sui megaschermi la messa celebrata al mattino a Namugongo in onore dei martiri ugandesi.

Alle ore 15.30 il Santo Padre è stato accolto sotto il palco da alcune Autorità civili responsabili di realtà educative e sportive. Con l’Arcivescovo di Kampala S.E. Mons. Cyprian Kizito Lwanga, e il Vescovo incaricato della Pastorale dei Laici, S.E. Mons. Paul Ssemogerere, erano presenti sul palco una cinquantina di giovani provenienti da tutte le diocesi dell’Uganda e un gruppo di orfani. Un settore speciale era riservato a giovani non-udenti, giovani rifugiati e cappellani della pastorale giovanile.

L’incontro è iniziato con alcuni canti e danze, il saluto del Vescovo incaricato della Pastorale per i Laici, S.E. Mons. Paul Ssemogerere e le testimonianze di due giovani.

Il Santo Padre, ascoltate le testimonianze, ha rivolto ai giovani un discorso a braccio e ha dato per letto il discorso preparato per l’occasione.

Di seguito riportiamo la trascrizione del discorso pronunciato da Papa Francesco e il testo di quello da lui scritto in precedenza:

Discorso pronunciato dal Papa

Testo in lingua spagnola

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua francese

Testo in lingua spagnola

(en inglés)

Good afternoon! Good afternoon! Thank you for being here.
I will speak in my native language".

Escuché con mucho dolor en el corazón el testimonio di Winnie y Emmanuel. Pero a medida que he estado escuchando, me hice una pregunta: Una experiencia negativa ¿puede servir para algo en la vida? ¡Sí!. Tanto Emmanuel como Winnie han sufrido experiencias negativas. Winnie pensaba que no había futuro para ella, que la vida para ella era una pared delante, pero Jesús le fue haciendo entender que en la vida se puede hacer un gran milagro: transformar una pared en horizonte. Un horizonte que me abra el futuro. Delante de una experiencia negativa – y muchos de acá, muchos de los que estamos acá, hemos tenido experiencias negativas – siempre está la posibilidad de abrir un horizonte, de abrirlo con la fuerza de Jesús. Hoy, Winnie transformó su depresión, su amargura, en esperanza. Y esto no es magia, esto es obra de Jesús, porque Jesús es el Señor, Jesús puede todo. Y Jesús sufrió la experiencia más negativa de la historia: fue insultado, fue rechazado y fue asesinado. Y Jesús por el poder de Dios resucitó. Él puede hacer en cada uno de nosotros lo mismo, con cada experiencia negativa, porque Jesús es el Señor.

Yo me imagino –y todos juntos hagamos un acto de imaginarnos– el sufrimiento de Emmanuel, cuando veía que sus compañeros eran torturados, cuando veía que sus compañeros eran asesinados. Emmanuel fue valiente, se animó. Él sabía que, si lo encontraban el día que se escapaba, lo mataban. Arriesgó, se confió en Jesús y se escapó, y hoy lo tenemos aquí, después de 14 años, graduado en Ciencias Administrativas. Siempre se puede. Nuestra vida es como una semilla: para vivir hay que morir; y morir, a veces, físicamente, como los compañeros de Emmanuel; morir como murió Carlos Lwanga y los mártires de Uganda. Pero, a través de esa muerte, hay una vida, una vida para todos. Si yo transformo lo negativo en positivo, soy un triunfador. Pero eso solamente se puede hacer con la gracia de Jesús. ¿Están seguros de esto?... No escucho nada… ¿Están seguros de esto? [jóvenes: «Sí»] ¿Están dispuestos a transformar en la vida todas las cosas negativas en positivo? [jóvenes: «Sí»] ¿Están dispuestos a transformar el odio en amor? [jóvenes: «Sí»] ¿Están dispuestos a querer transformar la guerra en la paz? [jóvenes: «Sí»] Ustedes tengan conciencia que son un pueblo de mártires, por las venas de ustedes corre sangre de mártires, y por eso tienen la fe y la vida que tienen ahora. Y esta fe, y esta vida, es tan linda, que se la llama «la perla del África».

Parece que el micrófono no funcionaba bien. A veces, también nosotros no funcionamos bien. ¿Sí o no? Muy bien [en inglés]. Y, cuando no funcionamos bien ¿a quién tenemos que ir a pedirle que nos ayude? ¡No oigo! ¡Más alto! ¡A Jesús! Jesús puede cambiarte la vida. Jesús puede tirarte abajo todos los muros que tenés delante. Jesús puede hacer que tu vida sea un servicio para los demás.

Algunos de ustedes me pueden preguntar: «Y para esto, ¿hay una varita mágica?». Si vos querés que Jesús te cambie la vida, pedíle ayuda. Y esto se llama rezar. ¿Entendieron bien? Rezar. Les pregunto: ¿Ustedes rezan? Seguros [en inglés] Rezadle a Jesús, porque él es el Salvador. Nunca dejen de rezar. La oración es el arma más fuerte que tiene un joven. Jesús nos quiere. Les pregunto: ¿Jesús quiere a unos sí, y a otros no? [Jóvenes: «No»] ¿Jesús quiere a todos? [Jóvenes: «Sí»] ¿Jesús quiere ayudar a todos? [Jóvenes: «Sí»] Entonces, abríle la puerta de tu corazón y dejálo entrar. Dejar entrar a Jesús en mi vida. Y, cuando Jesús entra en tu vida, Jesús va a luchar, a luchar contra todos los problemas que señaló Winnie. Luchar contra la depresión, luchar contra el AIDS (SIDA). Pedir ayuda para superar esas situaciones, pero siempre luchar. Luchar con mi deseo y luchar por mi oración. ¿Están dispuestos a luchar? [Jóvenes: «Sí»] ¿Están dispuestos a desear lo mejor para ustedes? [Jóvenes: «Sí»] ¿Están dispuestos a rezar, a pedirle a Jesús que los ayude en la lucha? [Jóvenes: «Sí»]

Y una tercera cosa que les quiero decir. Todos nosotros estamos en la Iglesia, pertenecemos a la Iglesia. ¿Es correcto? [Jóvenes: «Sí»] Y la Iglesia tiene una Madre. ¿Cómo se llama?... No entiendo [Jóvenes: «María»] Rezar a la Madre. Cuando un chico se cae, se lastima, se pone a llorar y va a buscar a la mamá. Cuando nosotros tenemos un problema, lo mejor que podemos hacer es ir donde nuestra Madre, y rezarle a María, nuestra Madre. ¿Están de acuerdo? [«Sí«] ¿Ustedes, le rezan a la Virgen, a nuestra Madre? [Jóvenes: «Sí»] Y por aquí [dirigiéndose a un grupo de jóvenes], pregunto: ¿Ustedes rezan a Jesús y a la Virgen, nuestra Madre? [Jóvenes: «Sí»]

Las tres cosas. Superar las dificultades. Segundo, transformar lo negativo en positivo. Tercero, oración. Oración a Jesús, que lo puede todo. Jesús, que entra en nuestro corazón y nos cambia la vida. Jesús, que vino para salvarme y dio su vida por mí. Rezad a Jesús porque Él es el único Señor. Y como en la Iglesia no somos huérfanos y tenemos una Madre, rezad a nuestra Madre. ¿Y cómo se llama nuestra Madre? [Jóvenes: «María»] ¡Más fuerte! [Jóvenes: «María»]

Les agradezco mucho que hayan escuchado. Les agradezco que quieran cambiar lo negativo en positivo. Que quieran luchar contra lo malo con Jesús al lado. Y, sobre todo, les agradezco que tengan ganas de nunca dejar de rezar. Y ahora los invito a rezar juntos a nuestra Madre para que nos proteja. ¿Estamos de acuerdo? [Jóvenes: «Sí»] ¿Todos juntos? [Jóvenes: «Sí»]

(en inglés) Y, por favor, por favor. Un último pedido. Rezad por mí, rezad por mí, lo necesito. ¡No se olviden¡ ¡Hasta luego!

[02099-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

(in inglese)

Buon pomeriggio! Buon pomeriggio! Grazie per la vostra presenza.
Parlerò nella mia madre lingua.

(in spagnolo)

Ho ascoltato con molto dolore nel cuore la testimonianza di Winnie e di Emmanuel. Mentre ascoltavo mi sono fatto una domanda: una esperienza negativa può servire a qualcosa nella vita? Sì! Tanto Emmanuel quanto Winnie hanno vissuto esperienze negative. Winnie pensava che non ci fosse futuro per lei; che la vita per lei fosse un muro che le stava davanti. Ma Gesù le ha fatto capire che nella vita si può fare un grande miracolo: trasformare una parete in un orizzonte, un orizzonte che mi apra il futuro. Davanti ad una esperienza negativa - e molti, molti di quelli che siamo qui abbiamo avuto esperienze negative – c’è sempre la possibilità di aprire un orizzonte, di aprirlo con la forza di Gesù. Oggi Winnie ha trasformato la sua depressione, la sua amarezza in speranza. E questa non è magia: questa è opera di Gesù! Perché Gesù è il Signore. Gesù può tutto. E Gesù ha sofferto l’esperienza più negativa della storia: è stato insultato, è stato rifiutato ed è stato assassinato. E Gesù, per la potenza di Dio, è risorto. Egli può fare in ognuno di noi la stessa cosa, con ogni esperienza negativa. Perché Gesù è il Signore.

Io immagino, e tutti insieme possiamo immaginare la sofferenza di Emmanuel, quando vedeva che i suoi compagni venivano torturati, quando vedeva che i suoi compagni venivano assassinati. Ma Emmanuel è stato coraggioso. Si è fatto coraggio, perché sapeva che il giorno in cui fosse fuggito, se lo avessero preso lo avrebbero ucciso. Lui ha rischiato, ha avuto fiducia in Gesù ed è scappato. Ed oggi lo abbiamo qui, dopo 14 anni, diplomato in scienze amministrative. Sempre si può! La nostra vita è come un seme: per vivere occorre morire; e morire a volte fisicamente, come è successo ai compagni di Emmanuel. Morire come sono morti Carlo Lwanga e i martiri dell’Uganda. Ma attraverso questa morte c’è una vita, una vita per tutti. Se io trasformo il negativo in positivo, sono un trionfatore. Però questo si può fare solamente con la grazia di Gesù. Siete sicuri di questo?... Non sento niente…. Siete sicuri di questo? [giovani: Sì!] Siete disposti a trasformare nella vita tutte le cose negative in cose positive? [giovani: Sì!] Siete disposti trasformare l’odio in amore? [giovani: Sì!] Siete disposti a trasformare la guerra in pace? [giovani: Sì] Siate consapevoli che siete un popolo di martiri. Nelle vostre vene scorre il sangue dei martiri! E per questo avete la fede e la vita che adesso avete [giovani: Sì!] E questa fede e questa vita è così bella, che si chiama la “perla dell’Africa”.

Sembra che il microfono non funzionava bene. Qualche volta, anche noi, non funzioniamo bene… Sì o no? E quando non funzioniamo bene da chi dobbiamo andare a chiedere che ci aiuti? Non vi sento… Più forte… [giovani: Gesù!] Da Gesù! Gesù può cambiarti la vita. Gesù può buttare giù i muri che hai davanti a te. Gesù può far sì che la tua vita sia un servizio per gli altri.

Qualcuno di voi potrebbe chiedermi: “E per questo, c’è una bacchetta magica?”. Se voi credete che Gesù vi cambia la vita, chiedetegli aiuto. E questo si chiama pregare. Avete capito bene? Pregare! Vi chiedo: voi pregate? [giovani: Sì!] Davvero? [Sì!] Pregate Gesù, perché Lui è il Salvatore. Non smettete mai di pregare! La preghiera è l’arma più forte che ha un giovane. Gesù ci ama. Vi chiedo: “Gesù ama alcuni sì e altri no? [No!] Gesù ama tutti? [Sì!] Gesù vuole aiutare tutti? [Sì!] Allora aprite la porta del vostro cuore e lasciatelo entrare. Lasciar entrare Gesù nella mia vita. E quando Gesù entra nella tua vita, ti aiuta a lottare, a lottare contro tutti i problemi dei quali ha parlato Winnie, a lottare contro la depressione, a lottare contro l’Aids e a chiedere aiuto per superare queste situazioni, ma sempre lottare. Lottare con il mio desiderio e lottare con la mia preghiera. Siete disposti a combattere? Siete disposti a desiderare il meglio per voi? [Sì!] Siete disposti a pregare, a chiedere a Gesù che vi aiuti nella lotta? [Sì!]

E una terza cosa che vi voglio dire. Tutti noi siamo nella Chiesa, apparteniamo alla Chiesa. Giusto? [Sì!] E la Chiesa ha una Madre. Come si chiama? [Maria!] Non ho capito… [Maria!] Pregare la Madre! Quando un bambino cade, si fa male, si mette a piangere e va a cercare la mamma. Quando noi abbiamo un problema, la cosa migliore che possiamo fare è andare dove c’è nostra Madre. E pregare Maria, nostra Madre. Siete d’accordo? [Sì!] E voi, pregate la Madonna, la nostra Madre? [Sì!] E voi qui [rivolgendosi a un gruppo di giovani], voi pregate Gesù e la Madonna? [Sì!]

Tre cose. La prima: superare le difficoltà. La seconda: trasformare il negativo in positivo. La terza: preghiera. Preghiera a Gesù che può tutto. Gesù, che entra nel nostro cuore e ci cambia la vita. Gesù che è venuto per salvarmi e che ha dato la sua vita per me. Pregate Gesù, perché Lui è l’unico Signore. E siccome nella Chiesa non siamo orfani e abbiamo una Madre, pregate la nostra Madre. E come si chiama la nostra Madre? [Maria!] Più forte! [Maria!]

Vi ringrazio molto per avermi ascoltato. Vi ringrazio perché volete cambiare il negativo in positivo. Perché volete combattere il male, con Gesù al fianco. Soprattutto vi ringrazio perché avete voglia di non smettere mai di pregare. E ora vi invito a pregare insieme la Madre nostra, affinché ci protegga. Siamo d’accordo? [Sì!] Tutti insieme? [Sì!]

E, per favore, un’ultima richiesta: pregate per me. Pregate per me! Ne ho bisogno. Non vi dimenticate. Arrivederci!

[02099-IT.01] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua inglese

Good afternoon! Good afternoon! Thank you for being here.
I will speak in my native language".

(in spanish)

I listened with a sad heart to what Winnie and Emmanuel told us. But as I was listening, I started to think: “Can a negative experience prove meaningful in our lives? The answer is “Yes!” Both Emmanuel and Winnie had bad experiences. Winnie thought she had no future, that life had put up a wall in front of her, and yet Jesus helped her to realize that in life a great miracle can take place: a wall can turn into a horizon, a horizon which opens up the future before me.

When we have a negative experience – and many people here, many of us here, have had negative experiences – it is always possible to open up a horizon, to open it up by the power of Jesus. Today, Winnie has turned her depression, her bitterness, into hope. This is not magic; it is the work of Jesus, because Jesus is the Lord. Jesus can do anything. Jesus himself suffered the most negative experience of all: he was insulted, he was rejected, and he was killed. But by God’s power Jesus rose from the dead. He can do the same for each of us, with our negative experiences, because he is Lord.

I can imagine – let us all try to imagine – how Emmanuel suffered when he saw his classmates tortured and killed. Emmanuel was brave, he took heart. He knew that if they found him on the day he escaped, they would kill him. He took a risk, he trusted in Jesus and he escaped. And today, fourteen years later, here he is, a graduate in administrative sciences. There is always a way. Our life is like a seed: to live, we have to die; at times even physically, like Emmanuel’s companions, like Charles Lwanga and the Ugandan martyrs. But this death brings life, a life for all. If I turn something negative into something positive, I win! But that can only happen with the grace of Jesus. Do you believe this? ... I don’t hear anything... Do you believe this? [the young people respond: “Yes!”] Are you ready to change everything negative in your life into something positive? [“Yes!”] Are you ready to turn hatred into love? [“Yes!”] Are you ready to want to turn war into peace? [“Yes!”] Never forget that you are a people of martyrs, that the blood of martyrs runs through your veins, and that is why you have the faith and the life which are yours. And this faith and this life, beautiful as they are, make this “the pearl of Africa”.

It looks like the microphone was not functioning properly. Sometimes we don’t function so well either. Yes or no? [Yes!] And when we don’t function well, to whom should we go to ask for help? I can’t hear! Louder! To Jesus! Jesus can change your life. Jesus can tear down all the walls in your path. Jesus can make your life a form of service to others.

Some of you may ask me: “Is there a magic wand for all this?” If you want Jesus to change your life, just ask him for help. And this is called praying. Do you understand this? Pray! Let me ask you: do you pray? Really? Pray to Jesus, because he is the Saviour. Never stop praying! Prayer is the most powerful weapon a young person has. Jesus loves us. Let me ask you: does Jesus love some people and not others? [No!] Does Jesus love everyone? [Yes!] Does Jesus want to help everyone? [Yes!] Well then, open the door of your heart and let him come in! Let Jesus into your life. And when Jesus enters your life, he is going to fight for you. He is going to fight all those problems that Winnie mentioned. He is going to fight depression and AIDS. Ask him to help you overcome these situations, but always keep fighting. Fight with hope and with prayer. Are you ready to fight? [Yes!] Are you ready to desire the best for yourselves? [Yes!] Are you ready to pray, to ask Jesus to help you in the fight? [Yes!]

There is a third thing which I want to tell you. All of us are in the Church, we belong to the Church. Right? [Yes!] And the Church has a Mother. What is her name? I can’t hear you... [Mary!] Pray to Mother Mary. When a child falls, he feels sorry for himself, and starts crying and looks for his mother. When we have a problem, the best thing that we can do is go to our Mother and pray to her. Right? [Yes!] Do you pray to Our Lady, to our Mother? [Yes!]

So then, three things: overcome problems; change the negative into the positive; and pray. Pray to Jesus who can do everything, to Jesus who comes into our hearts and changes our life, to Jesus who came to save me and who gave his life for me. Pray to Jesus because he alone is Lord. And because in the Church we are not orphans, but have a Mother, pray to our Mother. And what is our Mother’s name? [Mary!] Louder! [Mary!]

Thank you very much for listening. I thank you because you want to turn the negative into the positive; because you want to fight evil with Jesus at your side; and above all, because you want to keep praying. And now I invite you to join me in praying to our Mother for her protection. Can we do this? [Yes!] All together? [Yes!]

And please, one last request. Pray for me, I need it. Don’t forget to pray for me!

[02099-EN.01] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua francese

(en anglais)

Bon après-midi ! Merci d'être tous là.
Je m'exprimerai dans ma langue maternelle.

(en espagnol)

J’ai écouté avec beaucoup de douleur dans le cœur le témoignage de Winnie et d’Emmanuel. Mais, à mesure que j’écoutais, je me suis posé une question: une expérience négative peut-elle servir à quelque chose dans la vie? Oui! Emmanuel comme Winnie ont souffert des expériences négatives. Winnie pensait qu’il n’y avait pas d’avenir pour elle, et que, pour elle, la vie était un mur qui était devant. Mais Jésus lui a fait comprendre que, dans la vie, on peut faire un grand miracle: transformer un mur en un horizon, un horizon qui m’ouvre l’avenir. Devant une expérience négative – et beaucoup, beaucoup d’entre nous qui nous trouvons ici avons eu des expériences négatives – il y a toujours la possibilité d’ouvrir un horizon, de l’ouvrir avec la force de Jésus. Aujourd’hui Winnie a transformé sa dépression, son amertume, en espérance. Et ce n’est pas de la magie: c’est l’œuvre de Jésus, parce que Jésus est le Seigneur. Jésus peut tout. Et Jésus a souffert l’expérience la plus négative de l’histoire: il a été insulté, il a été rejeté et il a été assassiné. Et Jésus, par la puissance de Dieu, est ressuscité. Il peut faire en chacun de nous la même chose, avec n’importe quelle expérience négative; parce que Jésus est le Seigneur.

J’imagine – et tous ensemble nous pouvons imaginer – la souffrance d’Emmanuel, quand il voyait que ses compagnons étaient torturés, quand il voyait que ses compagnons étaient assassinés. Emmanuel a été courageux, il s’est donné du courage. Il savait que s’ils le trouvaient le jour où il s’échappait, ils l’auraient tué. Il a risqué, il s’est confié à Jésus et il s’est échappé. Et aujourd’hui nous l’avons ici, 14 ans après, diplômé en Sciences Administratives. On peut toujours! Notre vie est comme une semence: pour vivre il faut mourir; et parfois mourir physiquement, comme cela est arrivé aux compagnons d’Emmanuel; mourir comme sont morts Charles Lwanga et les martyrs de l’Ouganda. Mais à travers cette mort il y a une vie, une vie pour tous. Si je transforme le négatif en positif, je triomphe. Mais cela ne peut se faire qu’avec la grâce de Jésus. Etes-vous sûrs de cela? … Je n’entends rien… Etes-vous sûrs de cela? [les jeunes: Oui!] Etes-vous prêts à transformer dans la vie toutes les choses négatives en choses positives? [les jeunes: Oui!] Etes-vous prêts à transformer la haine en amour? [les jeunes: Oui!] Etes-vous prêts à transformer la guerre en paix? [les jeunes: Oui!] Ayez conscience que vous êtes un peuple de martyrs. Dans vos veines coule le sang des martyrs! C’est pourquoi vous avez la foi et la vie que vous avez aujourd’hui [les jeunes: Oui!] Et cette foi, cette vie, elle est si belle qu’elle s’appelle la «Perle de l’Afrique».

Il semble que le micro ne fonctionne pas bien. Parfois, nous aussi, nous ne fonctionnons pas bien. Oui ou non? Et quand nous ne fonctionnons pas bien, à qui devons nous aller demander qu’il nous aide? Je ne vous entends pas!…Plus fort!… [les jeunes: Jésus] A Jésus! Jésus peut changer ta vie. Jésus peut abattre tous les murs que tu as devant toi. Jésus peut faire que ta vie soit un service pour les autres.

L’un de vous pourrait me demander: Et pour cela, il y a une baguette magique? Si tu veux que Jésus change ta vie, demande lui de l’aide. Et cela s’appelle prier. Vous avez bien compris? Prier! Je vous demande: est-ce que vous priez? [les jeunes: Oui!] Vraiment? [les jeunes: Oui!] Priez Jésus parce qu’il est le Sauveur. N’oubliez jamais de prier! La prière est l’arme la plus forte que possède un jeune. Jésus nous aime. Je vous demande: Jésus aime-t-il les uns, et pas les autres? [Non!] Jésus aime tout le monde? [Oui!] Jésus veut-il tous nous aider? [Oui!] Alors ouvre la porte de ton cœur et laisse-le entrer. Laisser entrer Jésus dans ma vie. Et quand Jésus entre dans ta vie, il t’aide à lutter, à lutter contre tous les problèmes dont a parlé Winnie. Lutter contre la dépression, lutter contre le SIDA. Demander de l’aide pour surmonter ces situations, mais lutter toujours. Lutter avec mon désir et lutter avec ma prière. Etes-vous prêts à lutter? Etes-vous prêts à désirer le meilleur pour vous? [Oui!] Etes-vous prêts à prier, à demander à Jésus qu’il vous aide dans la lutte? [Oui!]

Et je veux vous dire une troisième chose. Nous sommes tous dans l’Église, nous appartenons à l’Église. C’est vrai? [Oui!] Et l’Église a une Mère. Comment s’appelle-t-elle? Je n’ai pas compris! [Marie!] Prier la Mère! Quand un enfant tombe, il se fait mal, il se met à pleurer et va chercher la maman. Quand nous avons un problème, la meilleure chose que nous pouvons faire c’est d’aller où se trouve notre Mère; et prier Marie, notre Mère. Vous êtes d’accord? [Oui!] Et vous, est-ce que vous prier la Vierge, notre Mère? [Oui!] Et vous ici [s’adressant à un groupe de jeunes] , est-ce que vous priez Jésus et la Vierge, notre Mère ? [Oui!]

Trois choses. Surmonter les difficultés. La seconde: transformer le négatif en positif. La troisième: la prière. La prière à Jésus qui peut tout. Jésus qui entre dans notre cœur et change notre vie. Jésus qui est venu pour me sauver et qui a donné sa vie pour moi. Priez Jésus parce qu’il est l’unique Seigneur. Et comme dans l’Église nous ne sommes pas orphelins, et que nous avons une Mère, priez notre Mère. Et comment s’appelle notre Mère? [Marie!] Plus fort! [Marie!]

Je vous remercie beaucoup de m’avoir écouté. Je vous remercie de vouloir changer le négatif en positif; de vouloir combattre le mal, avec Jésus à vos côtés. Et surtout, je vous remercie de vouloir ne jamais cesser de prier. Et maintenant, je vous invite à prier ensemble notre Mère, pour qu’elle nous protège. Vous êtes d’accord? [Oui!] Tous ensemble? [Oui!]

Et, s’il vous plait, s’il vous plait, une dernière demande: priez pour moi. Priez pour moi! J’en ai besoin. N’oubliez pas. Au revoir!

[02099-FR.01] [Texte original: Espagnol]

Discorso preparato dal Santo Padre

Testo in lingua italiana

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua spagnola

Testo in lingua italiana

Santo Padre: Omukama Mulungi! [Dio è buono!]
I giovani: Obudde Bwoona! [Ora e sempre]

Cari giovani amici,

sono felice di essere qui e di condividere questi momenti con voi. Desidero salutare i fratelli Vescovi e le Autorità civili presenti. Ringrazio il Vescovo Paul Ssemogerere per le sue parole di benvenuto. Le testimonianze di Winnie ed Emmanuel rafforzano la mia impressione che la Chiesa in Uganda è ricca di giovani che desiderano un futuro migliore. Oggi, se mi permettete, vorrei confermarvi nella fede, incoraggiarvi nell’amore e in modo speciale rafforzarvi nella speranza.

La speranza cristiana non è semplice ottimismo; è molto di più. Affonda le sue radici nella vita nuova, che abbiamo ricevuto in Gesù Cristo. San Paolo dice che la speranza non ci delude, perché nel Battesimo l’amore di Dio è stato versato nei nostri cuori per mezzo dello Spirito Santo (cfr Rm 5,5). La speranza ci rende capaci di confidare nelle promesse di Cristo, nella forza del suo perdono, della sua amicizia, del suo amore, che apre le porte a una vita nuova. Proprio quando vi imbattete in un problema, in un insuccesso, quando subite una battuta d’arresto, ancorate il vostro cuore in questo amore, perché esso ha il potere di cambiare la morte in vita e di scacciare ogni male.

Così oggi pomeriggio vorrei invitarvi, prima di tutto, a pregare perché questo dono si accresca in voi e possiate ricevere la grazia di diventare messaggeri di speranza. Ci sono tante persone attorno a noi che provano profonda inquietudine e persino disperazione. Gesù dissolve queste nubi, se glielo permettiamo.

Mi piacerebbe anche condividere con voi qualche pensiero a proposito di alcuni ostacoli che potreste incontrare sulla via della speranza. Tutti voi desiderate un futuro migliore, un posto di lavoro, salute e benessere, ed è cosa buona. Per il bene del popolo e della Chiesa desiderate condividere con gli altri i vostri doni, le aspirazioni e l’entusiasmo, ed è cosa molto buona. Ma a volte, quando vedete la povertà, quando riscontrate la mancanza di opportunità, quando sperimentate degli insuccessi nella vita, può sorgere e crescere un senso di disperazione. Potete essere tentati di perdere la speranza.

Vi è mai capitato di vedere un bambino che per la strada si deve fermare di fronte a una pozzanghera che gli sta davanti e che non è in grado di saltare o di aggirare? Può provare a farlo, ma poi cade e si bagna. Allora, dopo vari tentativi, chiama in aiuto il papà, che lo prende per mano e lo fa passare rapidamente dall’altra parte. Noi siamo come quel bambino. La vita ci riserva molte pozzanghere. Ma non dobbiamo superare tutti i problemi e gli ostacoli con le nostre sole forze. Dio è lì per afferrare la nostra mano, se solo lo invochiamo.

Quello che intendo dire è che tutti noi, anche il Papa, dovremmo assomigliare a quel bambino! Perché solo quando siamo piccoli e umili non abbiamo paura di chiamare in aiuto nostro Padre. Se avete sperimentato questo soccorso, sapete di che cosa sto parlando. Abbiamo bisogno di imparare a riporre la nostra speranza in Lui, consapevoli che è sempre lì presente, per noi. Ci infonde fiducia e coraggio. Ma – e questo è importante – sarebbe un errore non condividere questa bella esperienza con gli altri. Sbaglieremmo se non diventassimo messaggeri di speranza per gli altri.

Una “pozzanghera” particolare può intimorire i giovani che desiderano crescere nell’amicizia con Cristo. È la paura di fallire nell’impegno preso ad amare, soprattutto in quel grande e sublime ideale che è il matrimonio cristiano. Si può aver paura di non riuscire ad essere una buona moglie e una buona madre, un buon marito e un buon padre. Se si continua a guardare la pozzanghera, si possono persino vedere le proprie debolezze e paure riflettersi su di sé. Per favore, non arrendetevi di fronte ad esse! A volte queste paure provengono dal diavolo, che non vuole che siate felici. No! Invocate l’aiuto di Dio, apriteGli il cuore ed Egli vi solleverà, prendendovi tra le sue braccia, e vi mostrerà come amare. Chiedo in particolare alle giovani coppie di nutrire la fiducia che Dio vuole benedire il vostro amore e le vostre vite con la sua grazia, nel sacramento del Matrimonio. Al cuore del matrimonio cristiano c’è il dono dell’amore di Dio, non l’organizzazione di feste sontuose che spesso oscurano il profondo significato spirituale di una gioiosa celebrazione con familiari e amici.

Infine, una “pozzanghera” che tutti dobbiamo affrontare è il timore di essere differenti, di andare contro-corrente in una società che ci spinge costantemente ad abbracciare modelli di benessere e di consumo estranei ai valori profondi della cultura africana. Pensate: che cosa direbbero i Martiri dell’Uganda a proposito del cattivo uso dei moderni mezzi di comunicazione, dove i giovani sono esposti a immagini e visioni distorte della sessualità, che degradano la dignità umana portando alla tristezza e al vuoto interiore? Quale sarebbe la reazione dei Martiri ugandesi di fronte alla crescita di avidità e di corruzione nella società? Di sicuro vi chiederebbero di essere dei modelli di vita cristiana, fiduciosi che l’amore a Cristo, la fedeltà al Vangelo e il saggio utilizzo dei doni che Dio vi ha dato possano soltanto arricchire, purificare ed elevare la vita di questo Paese. Essi continuano a mostrarvi la strada. Non abbiate paura di lasciare che la luce della fede risplenda nelle vostre famiglie, nelle scuole e nei luoghi di lavoro. Non abbiate paura di entrare umilmente in dialogo con altri, che possono vedere le cose in modo diverso.

Cari giovani amici, guardando i vostri volti sono pieno di speranza: speranza per voi, per il vostro Paese e per la Chiesa. Vi chiedo di pregare perché la speranza che avete ricevuto dallo Spirito Santo continui a ispirare i vostri sforzi di crescere in sapienza, generosità e bontà. Non dimenticatevi di essere messaggeri di questa speranza! E non dimenticate che Dio vi aiuterà ad attraversare qualsiasi “pozzanghera” incontriate lungo il cammino!

Abbiate speranza in Cristo ed Egli vi renderà capaci di trovare la felicità vera. E se vi risulta difficile pregare e sperare, non abbiate paura di rivolgervi a Maria, perché è nostra Madre, la Madre della speranza. Infine, per favore, non dimenticatevi di pregare per me. Dio vi benedica!

[02055-IT.01] [Testo originale: Italiano]

Traduzione in lingua inglese

Holy Father: Omukama Mulungi! (God is good!)
Young people: Obudde bwonna! (For ever and ever!)

Dear Young Friends,

I am happy to be here and to share these moments with you. I greet my brother bishops and the civil authorities present, and I thank Bishop Paul Ssemogerere for his words of welcome. The testimonies of Winnie and Emmanuel confirm my impression that the Church in Uganda is alive with young people who want a better future. Today, if you will allow me, I want to confirm you in your faith, encourage you in your love, and in a special way, strengthen you in your hope.

Christian hope is not simply optimism; it is much more. It is rooted in the new life we have received in Jesus Christ. Saint Paul tells us that hope will not disappoint us, because God’s love was poured into our hearts by the Holy Spirit at our baptism (cf. Rom 5:5). This hope enables us to trust in Christ’s promises, to trust in the power of his love, his forgiveness, his friendship. That love opens the door to new life. Whenever you experience a problem, a setback, a failure, you must anchor your heart in that love, for it has the power to turn death into life and to banish every evil.

So this afternoon I would invite you, first of all, to pray for this gift to grow within you, and for the grace to become messengers of hope. There are so many people around us who experience deep anxiety and even despair. Jesus lifts these clouds, if we allow him to.

I would also like to share with you a few thoughts about some of the obstacles which you may encounter on our journey of hope. All of you want a better future, employment, health and prosperity. This is good. You want to share your gifts, your aspirations and your enthusiasm with others, for the good of the nation and of the Church. This too is very good. But when you see poverty, when you experience lack of opportunity, when you experience failure in your lives, sometimes a feeling of despair can grow. You can be tempted to lose hope.

Have you ever seen a little child who stops in front of a dirty puddle on the path ahead of him? A puddle he cannot leap over or go around? He may try but then he stumbles and gets soaked. Then, after many attempts, he calls out to his father, who takes his hand and swings him over to the other side. We are like that child. Life presents us with many dirty puddles. But we don’t have to overcome all those problems and hurdles on our own. God is there to take our hand, if only we call on him.

What I am saying is that all of us have to be like that little child, even the Pope! For it is only when we are small and humble that we are not afraid to call out to our Father. If you have experienced his help, you know what I am speaking about. We need to learn to put our hope in him, knowing that he is always there for us. He gives us confidence and courage. But – and this is important – it would be wrong not to share this beautiful experience with others. It would be wrong for us not to become messengers of hope for others.

There is one particular puddle which can be frightening to young people who want to grow in their friendship with Christ. It is the fear of failing in our commitment to love, and above all, failing in that great and lofty ideal which is Christian marriage. You may be afraid of failing to be a good wife and mother, failing to be a good husband and father. If you are looking at that puddle, you may even see your weaknesses and fears reflected back to you. Please, don’t give in to them! Sometimes these fears come from the devil who does not want you to be happy. No! Call out to God, extend your hearts to him and he will lift you in his arms and show you how to love. I ask young couples in particular to trust that God wants to bless their love and their lives with his grace in the sacrament of marriage. God’s gift of love is at the heart of Christian marriage, not the costly parties which often obscure the deep spiritual meaning of this day of joyful celebration with family and friends.

Finally, one puddle that we all have to face is the fear of being different, of going against the grain in a society which puts increasing pressure on us to embrace models of gratification and consumption alien to the deepest values of African culture. Think about it! What would the Uganda martyrs say about the misuse of our modern means of communication, where young people are exposed to images and distorted views of sexuality that degrade human dignity, leading to sadness and emptiness? What would be the Uganda martyrs’ reaction to the growth of greed and corruption in our midst? Surely they would appeal to you to be model Christians, confident that your love of Christ, your fidelity to the Gospel, and your wise use of your God-given gifts can only enrich, purify and elevate the life of this country. They continue to show you the way. Do not be afraid to let the light of your faith shine in your families, your schools and your places of work. Do not be afraid to enter into dialogue humbly with others who may see things differently.

Dear young friends, when I look at your faces I am filled with hope: hope for you, hope for your country, and hope for the Church. I ask you to pray that the hope which you have received from the Holy Spirit will continue to inspire your efforts to grow in wisdom, generosity and goodness. Don’t forget to be messengers of that hope! And don’t forget that God will help you to cross whatever puddles you meet along the way!

Hope in Christ and he will enable you to find true happiness. And if you find it hard to pray, if you find it hard to hope, do not be afraid to turn to Mary, for she is our Mother, the Mother of Hope. Finally, please, do not forget to pray for me! God bless you all!

[02055-EN.01] [Original text: Italian]

Traduzione in lingua francese

Saint Père: Omukama Mulungi! [Dieu est bon!]
Les Jeunes: Obudde Bwoona! [Maintenant et toujours]

Chers jeunes, chers amis,

je suis heureux d’être ici et de partager ces moments avec vous. Je désire saluer les frères Évêques et les Autorités civiles présents. Je remercie Monseigneur Paul Ssemogerere pour ses paroles de bienvenue. Les témoignages de Winnie et d’Emmanuel renforcent mon impression que l’Église en Ouganda est riche de jeunes qui désirent un avenir meilleur. Aujourd’hui, si vous me le permettez, je voudrais vous confirmez dans la foi, vous encourager dans l’amour et d’une manière spéciale, vous fortifier dans l’espérance.

L’espérance chrétienne n’est pas simplement de l’optimisme; c’est beaucoup plus. Elle enfonce ses racines dans la vie nouvelle que nous avons reçue en Jésus Christ. Saint Paul dit que l’espérance ne nous déçoit pas, parce que dans le Baptême l’amour de Dieu a été répandu dans nos cœurs par l’Esprit Saint (cf. Rm 5, 5). L’espérance nous rend capables de compter sur les promesses du Christ, sur la force de son pardon, de son amitié, de son amour, qui ouvre les portes à une vie nouvelle. Vraiment quand vous vous heurtez à un problème, à un échec, quand vous avez un temps d’arrêt, ancrez votre cœur dans cet amour parce qu’il a le pouvoir de changer la mort en vie et de repousser tout mal.

Aussi cet après-midi, je voudrais vous inviter, avant tout, à prier pour que ce don grandisse en vous et que vous puissiez recevoir la grâce de devenir des messagers d’espérance. Il y a beaucoup de personnes autour de nous qui éprouvent une profonde inquiétude et même du désespoir. Jésus dissipe ces nuages, si nous le lui permettons.

J’aimerais aussi partager avec vous quelques pensées au sujet de certains obstacles que vous pourriez rencontrer sur la route de l’espérance. Vous tous, vous désirez un avenir meilleur, un travail, la santé et le bien –être, et c’est une bonne chose. Pour le bien du peuple et de l’Église, vous désirez partager avec les autres vos dons, les aspirations et l’enthousiasme, et c’est une chose très bonne. Mais parfois, quand vous voyez la pauvreté, quand vous rencontrez l’absence d’opportunité, quand vous faites l’expérience des échecs de la vie, un sentiment de désespoir peut surgir et grandir. Vous pouvez être tentés de perdre l’espérance.

Ne vous est-il jamais arrivé de voir un enfant qui dans la rue doive s’arrêter face à une flaque d’eau qui se trouve devant lui, et qu’il n’est pas en mesure de sauter ou de contourner? Il peut essayer de le faire, mais ensuite il tombe et se mouille. Alors, après diverses tentatives, il appelle à l’aide son papa, qui le prend par la main et le fait passer rapidement de l’autre côté. Nous sommes comme cet enfant. La vie nous réserve beaucoup de flaques d’eau. Mais nous ne devons pas surmonter tous les problèmes et les obstacles avec nos seules forces. Dieu est là pour saisir notre main, si seulement nous l’invoquons.

Ce que je voudrais vous dire, c’est que nous tous, même le Pape, nous devrions ressembler à cet enfant! Parce que c’est seulement lorsque nous sommes petits et humbles que nous n’avons pas peur d’appeler à l’aide notre Père. Si vous avez fait l’expérience de ce secours, vous savez de quoi je suis en train de parler. Nous avons besoin d’apprendre à replacer notre espérance en Lui, conscients qu’il est toujours là présent, pour nous. Il nous infuse confiance et courage. Mais – et c’est important – ce serait une erreur de ne pas partager cette belle expérience avec les autres. Nous nous tromperions si nous ne devenions pas des messagers d’espérance pour les autres.

Une “flaque d’eau” particulière peut faire peur aux jeunes qui souhaitent grandir dans l’amitié avec le Christ. C’est la peur d’échouer dans l’engagement pris à aimer, surtout dans ce grand et sublime idéal qu’est le mariage chrétien. On peut avoir peur de ne pas réussir à être une bonne épouse et une bonne mère, un bon époux et un bon père. Si on continue à regarder la flaque, on peut même voir ses propres faiblesses et ses peurs se refléter sur soi. S’il vous plaît, ne vous rendez pas face à elles! Parfois ces peurs proviennent du diable, qui ne veut pas que vous soyez heureux. Non! Appelez Dieu à l’aide, ouvrez-lui votre cœur et il vous soulèvera, il vous prendra entre ses bras, et il vous montrera comment aimer. Je demande en particulier aux jeunes couples de cultiver la confiance que Dieu veut bénir votre amour et vos vies par sa grâce, dans le sacrement du Mariage. Au cœur du mariage chrétien, il y a le don de l’amour de Dieu, non l’organisation de fêtes somptueuses qui obscurcissent souvent la profonde signification spirituelle d’une joyeuse célébration avec les proches et les amis.

Enfin, une “flaque d’eau” que nous devons tous affronter est la peur d’être différents, d’aller à contre-courant dans une société qui nous pousse constamment à embrasser des modèles de satisfaction et de consommation étrangers aux valeurs profondes de la culture africaine. Pensez: que diraient les Martyrs de l’Ouganda au sujet de la mauvaise utilisation des moyens modernes de communication, où les jeunes sont exposés à des images et à des visions déformées de la sexualité, qui dégradent la dignité humaine, conduisant à la tristesse et au vide intérieur? Quelles seraient les réactions des Martyrs ougandais devant la croissance de l’avidité et de la corruption dans la société? Certainement, ils vous demanderaient d’être des modèles de vie chrétienne, confiants que l’amour du Christ, la fidélité à l’Évangile et la sage utilisation des dons que Dieu vous a donnés ne puissent qu’enrichir, purifier et élever la vie de ce pays. Ils continuent à vous montrer la route. N’ayez pas peur de faire en sorte que la lumière de la foi resplendisse dans vos familles, dans les écoles et dans les lieux de travail. N’ayez pas peur d’entrer humblement en dialogue avec les autres, qui peuvent voir les choses de façons différentes.

Chers jeunes, chers amis, regardant vos visages je suis plein d’espérance: espérance pour vous, pour votre pays et pour l’Église. Je vous demande de prier pour que l’espérance que vous avez reçue de l’Esprit Saint continue d’inspirer vos efforts pour grandir en sagesse, en générosité et en bonté. N’oubliez pas d’être des messagers de cette espérance! Et n’oubliez pas que Dieu vous aidera à traverser toutes les flaques d’eau que vous rencontrerez le long du chemin!

Mettez votre espérance dans le Christ et il vous rendra capables de trouver le véritable bonheur. Et s’il vous est difficile de prier et d’espérer, n’ayez pas peur de vous tourner vers Marie, parce qu’elle est notre Mère, la Mère de l’espérance. Enfin, s’il vous plaît, n’oubliez pas de prier pour moi. Que Dieu vous bénisse!

[02055-FR.01] [Texte original: Italien]

Traduzione in lingua spagnola

Santo Padre: Omukama Mulungi! [Dios es bueno].
Los jóvenes: Obudde Bwoona! [Ahora y siempre].

Queridos jóvenes, queridos amigos:

Me alegro de estar aquí y compartir con ustedes estos momentos. Saludo a mis hermanos Obispos y también a las Autoridades civiles aquí presentes. Agradezco al Obispo Paul Ssemogerere sus amables palabras de bienvenida. El testimonio de Winnie y Emmanuel refuerzan mi impresión de que la Iglesia en Uganda está repleta de jóvenes que quieren un futuro mejor. Hoy, si ustedes me lo permiten, quisiera confirmarlos en la fe, alentarlos en el amor y, en especial, fortalecerlos en la esperanza.

La esperanza cristiana no es un simple optimismo; es mucho más que eso. Tiene sus raíces en la vida nueva que hemos recibido en Jesucristo. San Pablo dice que la esperanza no defrauda, porque en el bautismo el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (cf. Rm 5,5). La esperanza nos hace capaces de confiar en las promesas de Cristo, en la fuerza de su perdón, de su amistad, de su amor, que nos abre las puertas a una vida nueva. Y, precisamente cuando ustedes afrontan un problema, un fracaso, cuando sufren un duro revés, es cuando deben anclar su corazón en este amor, porque tiene poder para cambiar la muerte en vida y eliminar todos los males.

Por eso, esta tarde quisiera ante todo invitarlos a rezar para que este don crezca en ustedes y puedan recibir la gracia de convertirse en misioneros de esperanza. Hay muchísimas personas cerca de nosotros que sufren una profunda inquietud e incluso desesperación. Jesús puede disolver estas nubes, si se lo permitimos

Quisiera compartir también con ustedes algunas ideas sobre ciertos obstáculos que podrían encontrar en el camino de la esperanza. Todos ustedes anhelan un futuro mejor, encontrar un trabajo seguro, gozar de buena salud y bienestar, y esto es bueno. Por el bien del pueblo y de la Iglesia, desean compartir con los demás sus dones, sus aspiraciones y su entusiasmo, y esto es muy bueno. Pero muchas veces, cuando ven la pobreza, cuando constatan la falta de oportunidades o experimentan los fracasos en la vida, puede surgir y crecer en ustedes un sentimiento de desesperación. Pueden caer en la tentación de perder la esperanza.

¿Han visto alguna vez a un niño que se detiene en medio de la calle porque se encuentra un charco que no puede saltar ni bordear? Intenta hacerlo, pero cae y se moja. Entonces, tras varios intentos, pide ayuda a su papá, que lo toma de la mano y lo hace pasar rápidamente al otro lado. Nosotros somos como ese niño. La vida nos depara muchos charcos. No podemos superar todos los problemas y los obstáculos contando sólo con nuestras pobres fuerzas. Sin embargo, si se lo pedimos, Dios está ahí, listo para tomarnos de la mano.

Lo que quiero decir es que todos nosotros, incluso el Papa, deberíamos parecernos a ese niño, porque sólo cuando somos pequeños y humildes nos atrevemos a pedir ayuda a nuestro Padre. Si han tenido la experiencia de haber recibido esta ayuda, saben a qué me estoy refiriendo. Necesitamos aprender a poner nuestra esperanza en él, persuadidos de que siempre está ahí, esperándonos. Esto nos inspira confianza y valor. Pero sería un error –y es imprescindible no olvidarlo– que no compartiéramos esta hermosa experiencia con los demás. Nos equivocaríamos si no nos convirtiéramos en mensajeros de esperanza para los demás.

Quisiera mencionar un «charco» del todo particular que puede asustar a los jóvenes que desean crecer en la amistad con Cristo. Se trata del miedo a fracasar en el compromiso asumido con el amor, sobre todo en ese ideal grande y sublime del matrimonio cristiano. Se puede tener miedo de no llegar a ser una buena esposa y una buena madre, un buen marido y un buen padre. Si nos quedamos mirando ese charco, corremos el riesgo de ver reflejadas en él nuestras propias debilidades y miedos. Por favor, no se dobleguen ante ellos. Estos temores provienen, a veces, del diablo, que no quiere que sean felices. Pero no. Invoquen la ayuda de Dios, ábranle el corazón y Él los aliviará, tomándolos en sus brazos, y les enseñará a amar. De modo especial pido a las parejas jóvenes que tengan confianza en que Dios quiere bendecir su amor y su vida con su gracia en el sacramento del matrimonio. En el corazón del matrimonio cristiano está el don del amor de Dios y no la organización de suntuosas fiestas que oscurecen el profundo significado espiritual de lo que debería ser una jubilosa celebración con familiares y amigos.

Por último, un «charco» al que todos debemos enfrentarnos es el miedo a ser diferentes, a ir en contra de la corriente en una sociedad que constantemente nos impulsa a adoptar modelos de bienestar y consumismo ajenos a los valores profundos de la cultura africana. Piensen qué dirían los mártires de Uganda sobre el mal uso de los modernos medios de comunicación, que exponen a los jóvenes a imágenes y visiones deformadas de la sexualidad que degradan la dignidad humana y sólo conducen a la tristeza y al vacío interior. Cuál sería la reacción de los mártires ugandeses ante el crecimiento de la codicia y la corrupción en la sociedad. Seguramente les pedirían que fueran modelos de vida cristiana, con la confianza de que el amor a Cristo, la fidelidad al Evangelio y el uso racional de los dones que Dios les ha dado contribuyen a enriquecer, purificar y elevar la vida de este país. Ellos siguen indicándoles también hoy el camino. No tengan miedo a dejar que la luz de la fe brille en sus familias, en las escuelas y en los ambientes de trabajo. No tengan miedo a entrar en diálogo humilde con otras personas que puedan tener una visión diferente de las cosas.

Queridos jóvenes, queridos amigos, viendo sus rostros me siento lleno de esperanza: esperanza por ustedes, por su país y por la Iglesia. Les pido que oren para que esta esperanza que han recibido del Espíritu Santo siga inspirando sus esfuerzos para crecer en sabiduría, generosidad y bondad. No olviden ser mensajeros de esta esperanza. Y no olviden que Dios los ayudará a atravesar cualquier «charco» que encuentren a lo largo de su camino.

Tengan esperanza en Cristo, pues Él les hará encontrar la verdadera felicidad. Y si les resulta difícil rezar y esperar, no tengan miedo de acudir a María, porque ella es nuestra Madre, la Madre de la esperanza. Y por último les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí. Que Dios los bendiga.

[02055-ES.01] [Texto original: Italiano]

Al termine dell’incontro, dopo l’offerta dei doni e la benedizione finale, Papa Francesco ha lasciato l’area di Kololo Airstrip e si è recato in auto a Nalukolongo per visitare la Casa di Carità.

[B0933-XX.02]