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UDIENZA AI PARTECIPANTI ALLA PLENARIA DELLA PONTIFICIA COMMISSIONE PER L’AMERICA LATINA - CONTINUAZIONE, 28.02.2014


UDIENZA AI PARTECIPANTI ALLA PLENARIA DELLA PONTIFICIA COMMISSIONE PER L’AMERICA LATINA - CONTINUAZIONE

PAROLE DEL SANTO PADRE

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Nel corso dell’odierna udienza alla Plenaria della Pontificia Commissione per l’America Latina, (cfr Boll. n. 147), il Santo Padre Francesco ha rivolto a braccio ai presenti alcune riflessioni. Riportiamo di seguito la trascrizione delle parole pronunciate dal Papa:

PAROLE DEL SANTO PADRE

Buenos días. Agradezco al Cardenal Ouellet sus palabras y a ustedes todos el trabajo que han hecho durante estos días.

Transmisión de la fe, emergencia educativa. Transmisión de la fe lo escuchamos varias veces, no nos hace tanto ruido la palabra, sabemos que es una obligación hoy día cómo se transmite la fe, que ya fue tema propuesto para el anterior Sínodo que terminó en la evangelización. Emergencia educativa es una expresión recientemente adoptada por ustedes con los que prepararon esto. Y me gusta porque esto crea un espacio antropológico, una visión antropológica de la evangelización, una base antropológica. Si hay una emergencia educativa para la transmisión de la fe, es como tratar el tema de la catequesis a la juventud desde una perspectiva diríamos de teología fundamental. Es decir, cuáles son los presupuestos antropológicos que hay hoy día en la transmisión de la fe que hacen que para la juventud de América Latina esto sea emergencia educativa. Y por eso creo que hay que ser repetitivo y volver a las grandes pautas de la educación.

Y la primera pauta de la educación es que educar – lo hemos dicho, en la misma Comisión, una vez lo hemos dicho – no es solamente transmitir conocimientos, contenidos, sino que implica otras dimensiones. Transmitir contenidos, hábitos y valoraciones, los tres juntos.

Para poder transmitir la fe hay que crear el hábito de una conducta, hay que crear la recepción de valores que la preparen y la hagan crecer, y hay que dar contenidos básicos. Si solamente queremos transmitir la fe con contenidos, será una cosa superficial o ideológica que no va a tener raíces. La transmisión tiene que ser de contenidos con valores, valoraciones y hábitos, hábitos de conducta. Los antiguos propósitos de nuestros confesores cuando éramos chicos: "bueno, en esta semana vos hacé esto, esto y esto…", y nos iban creando un hábito de conducta. Y no sólo el contenido sino los valores, o sea que en ese marco la transmisión de la fe tiene que moverse. Tres pilares.

Otra cosa que es importante para la juventud, transmitir a la juventud, a los chicos también, pero sobretodo a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber manejar la utopía, saber conducir – manejar es una mala palabra –, saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza. Un joven sin utopías es un viejo adelantado, envejeció antes de tiempo. ¿Cómo hago para que esta ilusión que tiene el chico, esta utopía, lo lleve al encuentro con Jesucristo? Es todo un paso que hay que ir haciendo.

Me atrevo a sugerir, lo siguiente: una utopía en un joven crece bien si está acompañada de memoria y de discernimiento. La utopía mira al futuro, la memoria mira al pasado, y el presente se discierne. El joven tiene que recibir la memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir en el presente su utopía, los signos de los tiempos, y ahí sí la utopía va adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha recibido; discernían el presente maestros del discernimiento – lo necesitaban para los jóvenes –,y ya proyectada para el futuro. Entonces, la emergencia educativa ya tiene un cauce allí para moverse desde lo más propio del joven que es la utopía.

De ahí la insistencia – que por ahí me escuchan – del encuentro de los viejos y los jóvenes. El icono de la presentación de Jesús en el Templo. El encuentro de los jóvenes con los abuelos es clave. Me decían algunos Obispos de algunos países en crisis, donde hay una gran desocupación de jóvenes, que parte de la solución de los jóvenes está en que le dan de comer los abuelos, o sea, se vuelven a encontrar con los abuelos, los abuelos tienen la pensión, entonces salen de la casa de reposo, vuelven a la familia, pero además le traen su memoria, ese encuentro.

Yo recuerdo una película que vi hace 25 años más o menos, de Kurosawa, de este japonés, este famoso director japonés; muy sencilla: una familia, dos chicos, papá, mamá. Y papá, mamá se iban a hacer una gira por los Estados Unidos, entonces le dejaron los chicos a la abuela. Chicos japoneses de Coca-Cola, hot dogs, o sea de una cultura de ese tipo. Y todo el film está en cómo esos chicos empiezan a escuchar lo que les cuenta la abuela de la memoria de su pueblo. Cuando los padres vuelven, los desubicados son los padres, fuera de la memoria, los chicos la habían recibido de la abuela.

Este fenómeno del encuentro de los chicos y los jóvenes con los abuelos ha conservado la fe en los países del Este, durante toda la época comunista, porque los padres no podían ir a la iglesia. Y me decían… – me estoy confundiendo pero, en estos días no sé si estuvieron los obispos búlgaros o de Albania –, me decían que las iglesias de ellos están llenas de viejos y de jóvenes, los papás no van porque nunca se encontraron con Jesús, esto entre paréntesis. Este encuentro de los chicos y los jóvenes con los abuelos es clave para recibir la memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente. Ser maestros de discernimiento, consejeros espirituales. Y aquí es importante para la transmisión de la fe de los jóvenes el apostolado cuerpo a cuerpo. El discernimiento en el presente no se puede hacer sin un buen confesor o un buen director espiritual que se anime a aburrirse horas y horas escuchando a los jóvenes. Memoria del pasado, discernimiento del presente, utopía del futuro, en ese esquema va creciendo la fe de un joven.

Tercero. Diría como emergencia educativa, en esta transmisión de la fe y también de la cultura, es el problema de la cultura del descarte. Hoy día, por la economía que se ha implantado en el mundo, donde en el centro está el dios dinero y no la persona humana, todo lo demás se ordena y lo que no cabe en ese orden se descarta. Se descartan los chicos que sobran, que molestan o que no conviene que vengan. Los obispos españoles me decían recién la cantidad de abortos, del número, yo me quedé helado. Ellos tienen allí los censos de eso. Se descartan los viejos, tienden a descartarlos. En algunos países de América Latina hay eutanasia encubierta, hay eutanasia encubierta, porque las obras sociales pagan hasta acá, nada más y los pobres viejitos... como puedan. Recuerdo haber visitado un hogar de ancianos en Buenos Aires, del Estado, donde estaban las camas llenas; y, como no había más camas, ponían colchones en el suelo y estaban los viejitos ahí. Un país ¿no puede comprar una cama? Eso indica otra cosa, ¿no? Pero son material de descarte. Sábanas sucias, con todo tipo de suciedad, sin servilletas, y los viejitos comían ahí, se limpiaban la boca con la sábana. Eso lo vi yo, no me lo contó nadie. Son material de descarte, pero eso se nos mete dentro y acá caigo en lo de los jóvenes.

Hoy día, como molesta a este sistema económico mundial la cantidad de jóvenes que hay que darles fuente de trabajo, … el porcentaje alto de desocupación de los jóvenes. Estamos teniendo una generación de jóvenes que no tienen la experiencia de la dignidad. No que no comen, porque les dan de comer los abuelos, o la parroquia, o la sociedad de fomento, o el ejército de salvación, o el club del barrio. El pan lo comen, pero no la dignidad de ganarse el pan y llevarlo a casa. Hoy día los jóvenes entran en esta gama de material de descarte.

Entonces, dentro de la cultura del descarte, miramos a los jóvenes que nos necesitan más que nunca, no sólo por esa utopía que tienen – porque el joven que está sin trabajo tiene anestesiada la utopía o está a punto de perderla –. No sólo por eso, sino por la urgencia de transmitir la fe a una juventud que hoy día es material de descarte también. Y dentro de este item de material de descarte, el avance de la droga sobre la juventud. No es solamente un problema de vicio. Las adicciones son muchas. Como todo cambio de época se dan fenómenos raros entre los cuales está la proliferación de adicciones, la ludopatía ha llegado a niveles sumamente altos, pero la droga es el instrumento de muerte de los jóvenes. Hay todo un armamento mundial de droga que está destruyendo esta generación de jóvenes que está destinada al descarte.

Esto es lo que se me ocurrió decir y compartir. Primero, como estructura educativa transmitir contenidos, hábitos y valoraciones. Segundo, la utopía del joven relacionarla y armonizarla con la memoria y el discernimiento. Tercero, la cultura del descarte como uno de los fenómenos más graves que está sufriendo nuestra juventud, sobre todo por el uso que de esa juventud puede hacer, y está haciendo la droga para destruir. Estamos descartando nuestros jóvenes. El futuro, ¿cuál es? Una obligación. La traditio fidei es también, traditio spei y la tenemos que dar.

La pregunta final que quisiera dejarles es: cuando la utopía cae en el desencanto, ¿cuál es nuestro aporte? La utopía de un joven entusiasta, hoy día está resbalando hacia el desencanto. Jóvenes desencantados a los cuales hay que darles fe y esperanza.

Les agradezco de todo corazón el trabajo de ustedes, de estos días, para salir al frente de esta emergencia educativa y sigan adelante… Necesitamos ayudarnos en esto. Las conclusiones de ustedes y todo lo que podamos hacer. Muchas gracias.

[00323-04.01] [Texto original: Español]

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Buongiorno! Ringrazio il Cardinale Ouellet per le sue parole e tutti voi per il lavoro che avete fatto in questi giorni.

Trasmissione della fede, emergenza educativa. La trasmissione della fede la sentiamo diverse volte, non ci sorprende tanto la parola. Sappiamo che è un dovere al giorno d’oggi, come si trasmette la fede, che è già stato il tema proposto dal precedente Sinodo, che terminò nell’evangelizzazione. Emergenza educativa è un’espressione adottata recentemente da voi con coloro che hanno preparato questo lavoro. E mi piace, perché questo crea uno spazio antropologico, una visione antropologica dell’evangelizzazione, una base antropologica. Se c’è un’emergenza educativa per la trasmissione della fede, è come trattare il tema della catechesi alla gioventù da una prospettiva – diciamo – di teologia fondamentale. Vale a dire, quali sono i presupposti antropologici che ci sono oggi nella trasmissione della fede, che fanno sì che per la gioventù di America Latina questo sia emergenza educativa. E per questo credo che bisogna essere ripetitivi e tornare ai grandi criteri dell’educazione.

E il primo criterio dell’educazione è che educare – lo abbiamo detto nella stessa Commissione, una volta lo abbiamo detto – non è soltanto trasmettere conoscenze, trasmettere contenuti, ma implica altre dimensioni: trasmettere contenuti, abitudini e senso dei valori, le tre cose insieme.

Per trasmettere la fede bisogna creare l’abitudine di una condotta; bisogna creare la recezione dei valori, che la preparino e la facciano crescere; e bisogna dare anche dei contenuti di base. Se vogliamo trasmettere la fede soltanto con i contenuti, allora sarà solo una cosa superficiale o ideologica, che non avrà radici. La trasmissione dev’essere di contenuti con valori, senso dei valori e abitudini, abitudini di condotta. I vecchi propositi dei nostri confessori quando eravamo ragazzi: "Allora, questa settimana fate questo, questo e questo…"; e ci stavano creando un’abitudine di condotta; e non solo i contenuti, ma i valori. In questo quadro deve muoversi la trasmissione della fede. Tre pilastri.

Un’altra cosa che è importante per la gioventù, da trasmettere alla gioventù, anche ai bambini ma soprattutto ai giovani, è la buona gestione dell’utopia. Noi, in America Latina, abbiamo avuto esperienza di una gestione non del tutto equilibrata dell’utopia e che in qualche luogo, in alcuni luoghi, non in tutti, e in qualche momento ci ha travolto. Almeno nel caso dell’Argentina possiamo dire quanti ragazzi dell’Azione Cattolica, per una cattiva educazione dell’utopia, sono finiti nella guerriglia degli anni Settanta… Saper gestire l’utopia, ossia saper guidare – "gestire" è una brutta parola - saper guidare e aiutare a far crescere l’utopia di un giovane, è una ricchezza. Un giovane senza utopia è un vecchio precoce, che è invecchiato prima del tempo. Come posso far sì che questo desiderio che ha il ragazzo, che questa utopia lo porti all’incontro con Gesù Cristo? E’ tutto un percorso che bisogna fare.

Mi permetto di suggerire quanto segue. Un’utopia, in un giovane, cresce bene se è accompagnata da memoria e discernimento. L’utopia guarda al futuro, la memoria guarda al passato, e il presente si discerne. Il giovane deve ricevere la memoria e piantare, radicare la sua utopia in quella memoria; discernere nel presente la sua utopia - i segni dei tempi - e allora sì l’utopia va avanti, ma molto radicata nella memoria e nella storia che ha ricevuto; discernevano il presente maestri di discernimento – ne avevano bisogno per i giovani –, e già proiettata verso il futuro.

Allora l’emergenza educativa ha già lì un alveo per muoversi a partire da ciò che è più proprio del giovane, che è l’utopia.

Da qui l’insistenza – che mi sentono dire qua e là – sull’incontro degli anziani e dei giovani. L’icona della presentazione di Gesù al Tempio. L’incontro dei giovani con i nonni è decisivo. Mi dicevano alcuni Vescovi di alcuni Paesi in crisi, dove c’è una grande disoccupazione dei giovani, mi dicevano che parte della soluzione per i giovani sta nel fatto che li mantengono i nonni. Tornano ad incontrarsi con i nonni, i nonni hanno la pensione, allora escono dalla casa di riposo, tornano in famiglia e in più portano la loro memoria, quell’incontro.

Io ricordo un film che ho visto circa 25 anni fa, di Kurosawa, quel famoso regista giapponese; molto semplice: una famiglia, due bambini, papà e mamma. E il papà e la mamma vanno a fare un viaggio negli Stati Uniti, lasciando i bambini alla nonna. Bambini giapponesi, Coca Cola, hot dog… una cultura di questo tipo. E tutto il film racconta come questi bambini cominciano, piano piano, ad ascoltare quanto racconta loro la nonna sulla memoria del suo popolo. Quando i genitori ritornano, i disorientati sono i genitori: fuori dalla memoria, che i bambini avevano ricevuto dalla nonna.

Questo fenomeno dell’incontro dei ragazzi e dei giovani con i nonni ha conservato la fede nei Paesi dell’Est, durante tutta l’epoca comunista, perché i genitori non potevano andare in chiesa. Mi dicevano… - forse mi sto confondendo… in questi giorni non so se erano stati i Vescovi bulgari o quelli di Albania - mi dicevano che le Chiese da loro sono piene di anziani e di giovani: i genitori non vanno, perché non si sono mai incontrati con Gesù. Questo tra parentesi… L’incontro dei ragazzi e dei giovani con i nonni è decisivo per ricevere la memoria di un popolo e il discernimento sul presente: essere maestri del discernimento, consiglieri spirituali. E qui è importante, riguardo alla trasmissione della fede dei giovani, lapostolato "corpo a corpo". Il discernimento sul presente non si può fare se non con un buon confessore, un buon direttore spirituale che abbia la pazienza di stare ore e ore ad ascoltare i giovani. Memoria del passato, discernimento sul presente, utopia del futuro: in questo schema cresce la fede di un giovane.

Terzo. Direi come emergenza educativa, in questa trasmissione della fede e anche della cultura, è il problema della cultura dello scarto. Al giorno d’oggi, per l’economia che si è impiantata nel mondo, dove al centro c’è il dio denaro e non la persona umana, tutto il resto si ordina, e quello che non entra in questo ordine si scarta. Si scartano i bambini che sono di troppo, che danno fastidio o che non conviene che vengano… I Vescovi spagnoli mi parlavano recentemente della quantità di aborti, il numero, sono rimasto senza parole. Loro là tengono il conto di questo… Si scartano gli anziani, si tende a scartarli, e in alcuni Paesi dell’America Latina c’è l’eutanasia nascosta, c’è l’eutanasia nascosta! Perché le opere sociali pagano fino a un certo punto, non di più, e i poveri vecchietti, si arrangino. Ricordo di aver visitato una casa di riposo di anziani in Buenos Aires, dello Stato, dove i letti era tutti occupati, e siccome non c’erano letti mettevano dei materassi per terra, e lì stavano i vecchietti. Un Paese non può comprare un letto? Questo indica un’altra cosa, no? Sono materiali di scarto. Lenzuola sporche, con ogni tipo di sporcizia; senza tovagliolo e i poveretti mangiavano lì, si pulivano la bocca con le lenzuola… Questo l’ho visto io, non me lo ha raccontato nessuno. Sono materiali di scarto; però questo ci rimane dentro… e qui ritorno al tema dei giovani.

Oggi, come dà fastidio a questo sistema mondiale la quantità di giovani ai quali è necessario dare lavoro, la percentuale così alta di disoccupazione giovanile. Stiamo avendo una generazione di giovani che non hanno l’esperienza della dignità. Non che non mangino, perché danno loro da mangiare i nonni, o la parrocchia, o l’assistenza sociale dello Stato, o l’Esercito della Salvezza, o il club del quartiere… Il pane lo mangiano, ma senza la dignità di guadagnarsi il pane e portarlo a casa! Oggi i giovani entrano in questa gamma del materiale di scarto.

E allora, dentro la cultura dello scarto, vediamo i giovani che più che mai hanno bisogno di noi; non solo per quella utopia che hanno - perché il giovane che è senza lavoro ha l’utopia anestetizzata, o è sul punto di perderla -, non soltanto per questo, ma anche per l’urgenza di trasmettere la fede ad una gioventù che oggi è materiale di scarto anch’essa. E in questa voce del materiale di scarto, c’è l’avanzare della droga su questi giovani. Non è solo un problema di vizio, le dipendenze sono molte. Come in tutti i cambiamenti epocali, ci sono fenomeni strani tra cui la proliferazione delle dipendenze: la ludopatia è arrivata a livelli estremamente alti… ma la droga è lo strumento di morte dei giovani. C’è tutto un armamento mondiale di droga che sta distruggendo questa generazione di giovani che è destinata allo scarto!

Questo è ciò che volevo dire e condividere. Primo, come struttura educativa, trasmettere contenuti, comportamenti e senso dei valori. Secondo, l’utopia del giovane, relazionarla e armonizzarla con la memoria e il discernimento. Terzo, la cultura dello scarto come uno dei fenomeni più gravi di cui sta soffrendo la nostra gioventù, soprattutto per l’uso che di questa gioventù può fare e sta facendo la droga per distruggere. Stiamo scartando i nostri giovani! Il futuro qual è? Un compito: la traditio fidei è anche traditio spei, e dobbiamo darla!

La domanda finale che vorrei lasciarvi è: quando l’utopia cade nel disincanto, quale è il nostro apporto? L’utopia di un giovane entusiasta oggi sta scivolando fino al disincanto. Giovani disincantati, ai quali bisogna dare fede e speranza.

Vi ringrazio con tutto il cuore per il vostro lavoro di questi giorni, per far fronte a questa emergenza educativa, e andate avanti! Dobbiamo aiutarci in questo. Le vostre conclusioni e tutto quello che possiamo fare. Molte grazie.

[00323-01.01] [Testo originale: Spagnolo]

[B0151-XX.01]