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LETTERA DELL’EM.MO CARD. ANGELO SODANO, SEGRETARIO DI STATO, IN OCCASIONE DELLA 34a ASSEMBLEA GENERALE ORDINARIA DELL’ORGANIZZAZIONE DEGLI STATI AMERICANI, 07.06.2004


LETTERA DELL’EM.MO CARD. ANGELO SODANO, SEGRETARIO DI STATO, IN OCCASIONE DELLA 34a ASSEMBLEA GENERALE ORDINARIA DELL’ORGANIZZAZIONE DEGLI STATI AMERICANI

LETTERA DELL’EM.MO CARD. ANGELO SODANO

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Dal 6 all’8 giugno 2004, a Quito (Ecuador), si sta svolgendo la 34a Assemblea dell’Organizzazione degli Stati Americani. Il Nunzio Apostolico in Ecuador, S.E. Mons. Alain Lebeaupin, che presiede la Delegazione della Santa Sede, ha consegnato al Presidente dell’Assemblea, Ambasciatore Patricio Zuquilandia, Ministro degli Affari Esteri del Paese ospite, una Lettera dell’Em.mo Card. Angelo Sodano, Segretario di Stato, che riportiamo qui di seguito:

LETTERA DELL’EM.MO CARD. ANGELO SODANO

Excelentísimo Señor Embajador Patricio Zuquilanda

Ministro de Relaciones Exteriores de la República del Ecuador

Con ocasión de la 34a Asamblea General de la OEA, Su Santidad Pablo II me ha encargado hacer llegar un cordial saludo a Vuestra Excelencia, a los Excelentísimos Señores Ministros de Relaciones Exteriores de los Estados Americanos y del Caribe, al Excelentísimo Señor Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, Doctor César Gaviria, y a los Representantes de los Países Observadores.

Han pasado ya casi 25 años, desde el 6 de octubre de 1979, cuando el Santo Padre visitó la sede de la OEA en Washington, siendo ésta la primera entre las muchas organizaciones e instituciones internacionales -después de su visita a las Naciones Unidas- donde ha tenido la oportunidad de dirigir su mensaje de paz y de amistad.

En aquella circunstancia, el Papa, "con absoluto respeto" y en "espíritu de servicio", expuso algunas reflexiones sobre la realidad internacional, comenzando con una observación que sigue teniendo actualidad. "La paz es un don precioso que vosotros tratáis de preservar para vuestros pueblos. Estáis de acuerdo conmigo en que no es acumulando armas cómo se logra asegurar esta paz duradera de forma estable. Aparte de que tal acumulación aumenta en la práctica el peligro de hacer recurso a las armas para solucionar las disputas que pueden surgir, resta considerables recursos materiales y humanos a los grandes cometidos pacíficos del desarrollo, que son tan urgentes" (Discurso a la OEA, n. 2, 6.X.1979).

En estos últimos años, la atención mundial se ha concentrado, por tristes y obvias razones, en el problema de la seguridad. La OEA, al final de la Conferencia Especial sobre la Seguridad, que tuvo lugar el 28 de octubre pasado en la Ciudad de México, aprobó también una Declaración al respecto. En ella se afirma, entre otras cosas, que la paz es un valor en sí mismo, basado "en la democracia, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad, la seguridad y el respeto al derecho internacional" (cf. Declaración sobre Seguridad en las Américas, art. 3).

Estos ‘pilares de la paz’ tienen un fundamento común: el derecho a la vida. Es un derecho que, para ser ejercido plenamente, exige que se den unas condiciones de vida dignas: alimentación, vivienda, educación, asistencia sanitaria, trabajo, libertad, etc. Para garantizar dichas condiciones se necesitan ingentes recursos económicos que, por desgracia, escasean a menudo. Sin embargo, cuántas riquezas, incluso hoy, se siguen dilapidando cuando se acumulan instrumentos de guerra cada vez más sofisticados, mientras, por otra parte, falta lo necesario para el desarrollo integral del hombre.

En muchas naciones del mundo siguen circulando todavía demasiados armamentos, cuando es mucho más necesario disponer de viviendas, escuelas, carreteras, luz, agua potable y medicinas.

Se debe reconocer que la OEA ha sido también una organización pionera en este campo. En efecto, es la primera institución regional que ha adoptado la "Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados" (10.VI.1998), la cual ha celebrado recientemente su primera Conferencia para examinar su aplicación (Bogotá, 8-9.III.2004). El fenómeno del tráfico de armas, relacionado con frecuencia con otros comercios ilícitos, representa un grave problema para el desarrollo integral del mundo.

Aunque sea un primer paso importante, sin embargo no es suficiente dotarse de instrumentos técnico-jurídicos adecuados si no se insiste en la consideración ética de la dignidad humana. Esta consideración debe basarse en un proceso de construcción de la paz que vaya a la raíz del flagelo de la violencia, que hoy se encuentra en el corazón del hombre.

Como afirmaba el Santo Padre en el mencionado discurso a la OEA: "Cuando hablamos del derecho a la vida, a la integridad física y moral, al alimento, a la vivienda, a la educación, a la salud, al trabajo, a la responsabilidad compartida en la vida de la nación, hablamos de la persona humana (...). Todo lo que vosotros hacéis por la persona humana detendrá la violencia y las amenazas de subversión y desestabilización" (nn. 5 y 6, 6.X.1979).

Por tanto, sólo la conciencia de la sacralidad de la vida y su pleno respeto en cada etapa de su evolución, desde su concepción hasta la muerte natural, puede poner las bases para la construcción de una auténtica "ciudad de la paz". A su vez, el pleno respeto del derecho a la vida comporta también el ingente e indispensable trabajo de erradicar todo lo que impide que ésta sea vivida de manera digna, es decir, la pobreza, con sus múltiples causas y sus numerosas víctimas.

Algunos Países de la región tienen urgente necesidad de ayudas internacionales para superar momentos difíciles y poder financiar proyectos de desarrollo que constituirán la base de una paz duradera. Con frecuencia se pide a la Santa Sede que recomiende tales proyectos. Aprovecho, pues, esta ocasión para invitar a los Países con más recursos y a las instituciones financieras a hacer un esfuerzo generoso al respecto, concientes de que una ayuda incondicionada inmediata, a la vez que contribuye a la construcción de la paz y de la seguridad, es siempre una gran inversión para el futuro.

Hago llegar a todos y a cada uno de los participantes en esta Asamblea General mis votos por un fructífero y sereno trabajo, mientras me complace renovar a Usted, Señor Ministro de Relaciones Exteriores, los sentimientos de mi mas alta y distinguida consideración.

ANGELO CARD. SODANO

SECRETARIO DE ESTADO DE SU SANTIDAD

[00930-04.02] [Texto original: Español]

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Ecc.mo Ambasciator Patricio Zuquilanda,

Ministro degli Affari Esteri della Repubblica dell’Ecuador

In occasione della 34a Assemblea Generale dell’OSA, Sua Santità il Papa Giovanni Paolo II mi ha incaricato di far giungere un cordiale saluto a Vostra Eccellenza, agli Ecc.mi Ministri degli Affari Esteri degli Stati Americani e del Caribe, all’Ecc.mo Segretario Generale dell’Organizzazione degli Stati Americani, Signor César Gaviria, come ai Rappresentanti dei Paesi Osservatori.

Sono già passati 25 anni da quando il Santo Padre, il 6 ottobre 1979, rendeva visita alla sede dell’OSA a Washington, che diventerà così la prima tra le molte organizzazioni e istituzioni internazionali alle quali in seguito il Sommo Pontefice avrà l’opportunità di rivolgere un messaggio di pace e di amicizia.

In quell’occasione, il Papa ha esposto, "con assoluto rispetto" e "spirito di servizio", alcune riflessioni, cominciando con una osservazione che non ha perso per nulla la sua attualità: "La pace è un dono prezioso che voi cercate di assicurare ai vostri popoli. Voi siete d’accordo con me che non è la corsa agli armamenti che permette di conservare una pace duratura. Oltre ad aumentare concretamente il pericolo di un ricorso alle armi per risolvere le dispute che possono sorgere, questa accumulazione di armi sottrae considerevoli risorse materiali ed umane ai grandi compiti pacifici dello sviluppo, che sono tanto urgenti" (Discorso all’OSA, n. 2, 6.X.1979).

In questi ultimi anni, l’attenzione mondiale si è concentrata, per ovvie e tristi ragioni, sul problema della sicurezza.

Anche l’OSA, il 28 ottobre scorso, al termine della Conferenza Speciale sulla Sicurezza, tenutasi a Città del Messico, ha approvato una Dichiarazione al riguardo. In essa si afferma, tra l’altro, che la pace è un valore in sé e che si basa sulla democrazia, sulla giustizia, sul rispetto dei diritti umani, sulla solidarietà, sulla sicurezza e sul rispetto del diritto internazionale (cf. Dichiarazione sulla Sicurezza nelle Americhe, art. 3).

Tali ‘pilastri della pace’ poggiano su di un fondamento comune: il diritto alla vita. Un diritto che non può essere pienamente esercitato se le condizioni di vita non sono degne: se manca il cibo, la casa, l’istruzione, l’assistenza sanitaria, il lavoro, la libertà, etc... Per garantire tali condizioni, occorrono anche ingenti risorse economiche che, purtroppo, sono spesso carenti.

Eppure, quante ricchezze, anche oggi, si continuano a sprecare nell’approvvigionamento di strumenti di guerra sempre più sofisticati quando vengono a mancare quelli necessari allo sviluppo integrale dell’uomo!

Troppe armi circolano ancora in tanti Paesi del mondo, mentre ci sarebbe ben più bisogno di case, di scuole, di strade, di luce, di acqua potabile e di medicinali!

Occorre dare atto all’OSA di essere stata anche in questo campo una pioniera. Infatti è la prima istituzione regionale ad aver adottato una "Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados" (10.VI.1998), la quale ha celebrato recentemente la sua prima conferenza di esame (Bogotà, 8-9 marzo 2004).

Il fenomeno del traffico di armi, spesso collegato ad altri illeciti commerci, rappresenta un grave problema per lo sviluppo integrale del mondo.

Benché sia un primo passo importante, non basta, però, dotarsi di strumenti tecnico-giuridici adeguati se non si insiste su di una visione etica della dignità umana. Tale visione deve radicarsi in un processo di costruzione della pace che vada alla radice del flagello della violenza, che sta nel cuore dell’uomo.

"Quando parliamo di diritto alla vita, all’integrità fisica e morale, al cibo, alla casa, all’istruzione, alla salute, al lavoro e alla partecipazione alle responsabilità nella vita della nazione, parliamo della persona umana (...). Tutto ciò che farete per la persona umana arresterà la violenza e le minacce di sovversione e destabilizzazione", diceva ancora il Santo Padre nel citato discorso alla sede dell’OSA (nn. 5 e 6, 6.X.1979).

Pertanto, soltanto la coscienza della sacralità della vita ed il suo pieno rispetto, in ogni tappa della sua evoluzione, dalla concezione fino alla morte naturale, può mettere le basi per la costruzione di una autentica "città della pace".

Il diritto alla vita, ed il pieno rispetto di essa, comporta però l’immane e indispensabile lavoro per sradicare quanto impedisce ad essa di essere vissuta in modo degno: la povertà, con le sue molteplici cause e numerose vittime.

Alcuni Paesi hanno urgente bisogno dell’aiuto internazionale per superare momenti difficili e finanziare progetti di sviluppo.

Molte volte la Santa Sede è sollecitata a raccomandare o sostenere progetti di investimento o di sviluppo. Colgo l’occasione per invitare i Paesi donatori e le istituzioni finanziarie a compiere un generoso sforzo in questo senso, coscienti che una donazione oggi può costituire un consistente risparmio domani e contribuire alla costruzione della pace e della sicurezza.

Con questo, non mi resta che esprimere a tutti i partecipanti a codesta Assemblea Generale gli auguri di un proficuo e sereno lavoro, mentre sono lieto di rinnovarle, Signor Ministro degli Affari Esteri, i sensi della mia più alta considerazione.

ANGELO CARD. SODANO

SEGRETARIO DI STATO

[00930-01.01] [Testo originale: Spagnolo]

[B0288-XX.01]