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Mensaje del Santo Padre al Superior General de la Congregación de San Miguel Arcángel, 27.09.2020

Publicamos a continuación el mensaje enviado por el Santo Padre Francisco al Rvdo. Padre Dariusz Wilk, C.S.M.A., Superior General de la Congregación de San Miguel Arcángel, con motivo del centenario de la aprobación canónica de esa Congregación:

Mensaje del Santo Padre

Al Reverendo Padre Dariusz Wilk, C.S.M.A.

Superior General de la Congregación de San Miguel Arcángel

Deseo unirme espiritualmente a Usted y a los Hermanos en vista del centenario de la aprobación de esta Congregación que os disponéis a celebrar con un año jubilar. Esta significativa circunstancia me da la oportunidad de unirme a vuestra acción de gracias al Señor por las maravillas que ha realizado a través de la labor de vuestro Instituto. Al mismo tiempo, deseo animaros a continuar con convicción, alegría y renovada fidelidad el camino trazado por el Fundador, el beato Bronislao Markiewicz. Así como el grano de mostaza evangélico, arrojado a la tierra, crece y se convierte en un gran árbol y hogar para las aves del cielo (cf. Lc 13,18-19), así la obra de este ferviente sacerdote de la diócesis de Przemyśl, sembrada primero en la tierra de Polonia, sigue dando frutos, a través de vuestro servicio, en numerosos países dispersos por los diversos continentes.

La Divina Providencia plantó esta semilla en la vida del P. Markiewicz, quien la cultivó primero a través de la experiencia de la vida religiosa en la Congregación Salesiana y en la amable relación directa con san Juan Bosco. Regresando de Italia a Polonia como primer salesiano, continuó la siembra a través de obras a favor de los niños pobres y abandonados, reuniendo a su alrededor hombres y mujeres, colaboradores del primer núcleo de las ramas masculina y femenina de las futuras Congregaciones de San Miguel Arcángel. Murió en 1912, unos años antes de que el Instituto religioso, tan deseado por él, fuera aprobado oficialmente el 29 de septiembre de 1921 por el entonces arzobispo de Cracovia Adam Stefan Sapieha. Sin embargo, el legado espiritual del Fundador se ha vivido con celo apostólico por parte de sus hijos e hijas a lo largo de estos cien años, adaptándolo sabiamente a la realidad y a las nuevas urgencias pastorales, incluso a costa del supremo don de la vida, como lo atestigua el martirio de vuestros beatos Ladislao Błądziński y Adalberto Nierychlewski.

Vuestro carisma, de máxima actualidad, se caracteriza por vuestra atención por los niños pobres, huérfanos y abandonados, no deseados por nadie y a menudo considerados como deescartes por la sociedad. Al mismo tiempo que me complazco por todo lo que habéis hecho en estas décadas en favor de la infancia abandonada, invito a continuar con renovado entusiasmo vuestro compromiso educativo con aquellos a quienes nadie quiere a menudo acoger y defender, a través de escuelas, oratorios, hogares, centros de acogida y otras formas de asistencia y formacion. La educación humana y cristiana, especialmente de los pobres y en los lugares donde, por diversos motivos, está ausente y no adecuadamente garantizada por la sociedad, es el mayor don que también hoy estáis llamados a ofrecer a los niños y jóvenes desamparados. Necesitan continuamente formadores que los guíen con amor paternal y bondad evangélica en el crecimiento humano y religioso. A este respecto, me gusta recordar las palabras con las que vuestro Fundador resumía su misión: "Quisiera reunir a millones de niños huérfanos de todas las naciones y razas para conducirlos a Dios" (Carta a la Madre Isabel, 11 de abril de 1910, en: Epístolas, V, p. 91).

Hoy, los más necesitados no tienen solamente el rostro de los que se enfrentan a carencias materiales, sino también el de aquellos que a menudo son esclavos de los condicionamientos modernos y de las dependencias. Por lo tanto, vuestro Instituto está llamado a dedicar todo cuidado y atención a la juventud y a las realidades sociales expuestas al peligro del mal y al alejamiento de Dios. Otro importante campo de apostolado que cultiváis, y que os animo a continuar, es la pastoral a través de la palabra impresa. La editorial Michalineum y las dos revistas: Templanza y Trabajo y Quién como Dios, no sólo son el legado del Fundador, sino también preciosos medios de comunicación social que, adaptados a las necesidades actuales y enriquecidos por la tecnología moderna, pueden llegar a muchos, generando frutos de bien en las mentes y en las conciencias de la gente.

Ojalá que en este año jubilar cada uno de vosotros escuche dócilmente al Espíritu Santo y se deje modelar por Él para renovar la necesaria comunión fraterna, con vistas a una misión cada vez más fecunda. No os canséis de escuchar el "grito" que los niños y jóvenes indefensos llevan grabado en sus ojos, convirtiéndoos para ellos en portadores de esperanza y de futuro. No olvidéis que «Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura» (Exhortación Apostólica Evangelium gaudium, 270). Viviendo así seréis verdaderos testigos de Cristo y defensores de los hombres. Los tiempos actuales necesitan personas consagradas que sepan mirar cada vez más a las necesidades de los últimos, que no teman realizar el carisma de sus Institutos en los modernos hospitales de campaña.

Para alcanzar este objetivo apostólico es necesario ser hombres de comunión, superar las fronteras, construir puentes y derribar los muros de la indiferencia. En el itinerario de una renovada fidelidad al carisma, no dejéis de referiros a las palabras que han iluminado el camino de vuestra benemérita Congregación en estos cien años: el grito victorioso de San Miguel Arcángel, " ¡Quién como Dios!", que defiende al hombre del egoísmo, y el principio de "Templanza y trabajo", que indica los caminos a seguir en la realización de vuestro carisma. La coherencia de vida inspirada en estos valores hará que vuestra obra apostólica sea creíble y atractiva, y suscitará también nuevas vocaciones. En esta perspectiva, espero que vuestra Familia religiosa siga difundiendo el apostolado de San Miguel Arcángel, poderoso vencedor de las potencias del mal, viendo en ello una gran obra de misericordia para el alma y el cuerpo.

Que en los diversos campos de vuestro servicio eclesial refulja la fiel adhesión a Cristo y a su Evangelio. La Virgen Santa y el arcángel Miguel os protejan y sean la guía segura del camino de vuestra Congregación, para que pueda llevar a cabo todos sus proyectos de bien. Con estos deseos, a la vez que aseguro mi recuerdo en la oración por cada uno de vosotros y por las iniciativas de vuestro Año Jubilar, os imparto de corazón mi bendición, que de buen grado hago extensiva a todos los que encontráis en vuestro apostolado diario.

Roma, San Juan de Letrán, 29 de julio de 2020



FRANCISCO