Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Audiencia general , 13.11.2019

La audiencia general de este miércoles ha tenido lugar  en la Plaza de San Pedro donde el Papa ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

Antes de ir a la Plaza, el Papa ha saludado a los enfermos reunidos en el Aula Pablo VI debido al mal tiempo.

El Santo Padre ha proseguido el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, eligiendo esta vez el pasaje “Áquila y Priscila lo tomaron consigo" (Hechos 18:26) Una pareja al servicio del Evangelio. (Hechos de los Apóstoles 18, 1-3)

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Papa ha saludado a los grupos de fieles presentes y ha lanzado un llamamiento por la situación de Burkina Faso manifestando su cercanía a las víctimas del reciente atentado.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Esta audiencia se hace con dos grupos: los enfermos están en el Aula Pablo VI –yo he estado con ellos, les he saludado y bendecido; serán alrededor de doscientos cincuenta. Allí estarán más cómodos a causa de la lluvia – y nosotros aquí. Pero ellos nos miran gracias a la pantalla gigante. Vamos a saludarnos, los dos grupos, con un aplauso.

Los Hechos de los Apóstoles narran que Pablo, como evangelizador incansable que es, después de su estancia en Atenas, caracterizada por la hostilidad continúa la carrera del Evangelio en el mundo. La nueva etapa de su viaje misionero es Corinto, capital de la provincia romana de Acaya,  una ciudad comercial y cosmopolita, gracias a la presencia de dos importantes puertos.

Como leemos en el capítulo 18 de los Hechos, Pablo encuentra hospitalidad con un matrimonio, Áquila y Priscila (o Prisca), obligados a mudarse de Roma a Corinto después de que el emperador Claudio decretase la expulsión de los judíos (cf. Hechos 18:2).  Me gustaría hacer un paréntesis. El pueblo judío ha sufrido tanto en la historia. Ha sido expulsado, perseguido… Y, el siglo pasado, hemos visto tantas cosas, tantas brutalidades cometidas contra el pueblo judío y todos estaban convencidos de que se hubiera acabado. Pero hoy, empieza a renacer aquí y allí la costumbre de perseguir a los judíos. Hermanos y hermanas, esto no es ni humano ni cristiano. ¡Los judíos son hermanos nuestros! Y no hay que perseguirlos ¿entendido? Estos esposos demuestran que tienen un corazón lleno de fe en Dios y generoso con los demás, capaz de dar cabida a quienes, como ellos, experimentan la condición de forasteros. Su sensibilidad los llevó a olvidarse de sí mismos para practicar el arte cristiano de la hospitalidad (cf. Rm 12,13; Hb 13,2) y a abrir las puertas de su casa para acoger al apóstol Pablo. Así hospedan no sólo al evangelizador, sino también al anuncio que lleva consigo: el Evangelio de Cristo, que es "una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree" (Rm 1,16). Y desde ese momento en adelante su casa se impregna del perfume de la Palabra "viva" (Heb 4,12) que vivifica los corazones.

Áquila y Priscila también comparten con Pablo su actividad profesional, es decir, la fabricación de lonas. Pablo, en efecto, tenía en gran estima el trabajo manual y lo consideraba un espacio privilegiado para el testimonio cristiano (cf. 1 Cor 4, 12), así como una manera justa de mantenerse sin ser una carga para los demás o para la comunidad.

La casa de Áquila y Priscila en Corinto abre sus puertas no sólo al Apóstol sino también a los hermanos y hermanas en Cristo. En efecto, Pablo puede hablar de la "comunidad que se reúne en su casa" (1 Co 16,19), que se convierte en una “casa de la Iglesia”, una  "domus ecclesiae", lugar de escucha de la Palabra de Dios y de celebración de la Eucaristía. También hoy en algunos países donde no hay libertad religiosa y no hay libertad para los cristianos, los cristianos se reúnen en una casa, algo escondidos, para rezar y celebrar la Eucaristía. También hoy existen estas casas, estas familias que se convierten en un templo para la Eucaristía,

Después de un año y medio en Corinto, Pablo dejó la ciudad junto con Áquila y Priscila, que se quedan en Éfeso. También allí su casa se convierte en un lugar de catequesis (cf. Hch 18,26). Finalmente, el matrimonio regresará a Roma y recibirá un espléndido elogio que el Apóstol inserta en su Carta a los Romanos. Tenía el corazón agradecido, y así escribía Pablo de estos dos esposos en la Carta a los Romanos, escuchad: “Saludad a Prisca y Áquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no soy yo solo en agradecérselo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad" (16:4) ¡Cuántas familias en tiempos de persecución se juegan la cabeza para esconder a los perseguidos! Este es el primer ejemplo: la hospitalidad familiar, también en los momentos difíciles.

Entre los numerosos colaboradores de Pablo, Áquila y Priscila, emergen como "modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana." y nos recuerdan que, gracias a la fe y al compromiso de evangelización de tantos laicos como ellos, el cristianismo ha llegado hasta nosotros. En efecto, "para arraigar en la tierra del pueblo, para desarrollarse ampliamente, era necesario el compromiso de estas familias. Pensad que el cristianismo desde el principio lo predicaron los laicos. También vosotros, laicos, sois responsables por vuestro bautismo, de llevar adelante vuestra fe. Era el compromiso de tantas familias, de estos esposos, de estas comunidades cristianas, de fieles laicos que ofrecieron el "humus" al crecimiento de la fe. Y sólo así crece siempre la Iglesia. “(Benedicto XVI, Catequesis 7 de febrero de 2007). Es hermosa esta frase del Papa Benedicto XVI: los laicos ofrecen el humus al crecimiento de la fe.

Pidamos al Padre, que ha elegido hacer de los esposos su "verdadera escultura viviente" (Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, 11). Creo que aquí hay recién casados: escuchad cual es vuestra vocación, debéis ser la verdadera escultura viviente, que derrame su Espíritu sobre todos los matrimonios cristianos para que, a ejemplo de Aquila y Priscila, abran las puertas de sus corazones a Cristo y a sus hermanos y hermanas y transformen sus hogares en iglesias domésticas. Hermosa palabra: una casa es una iglesia doméstica, donde vivir la comunión y ofrecer el culto de la vida vivida con fe, esperanza y caridad. Tenemos que rezar a estos dos santos: Áquila y Prisca, para que enseñen a nuestras familias a ser como ellos: una iglesia doméstica donde hay humus para que la fe crezca.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Dios nuestro Padre que infunda su Espíritu Santo en todas las parejas cristianas para que, a ejemplo de Áquila y Priscila, sepan abrir las puertas de su corazón a Cristo y a los hermanos, para que sus hogares sean verdaderas iglesias domésticas donde se viva la comunión fraterna y se dé a Dios el culto de una vida de fe, de esperanza y de caridad. Que Dios los bendiga.

Saludos en otros idiomas

El Papa saludó a los peregrinos de la República Checa, venidos a Roma con el Cardenal de Praga Dominik Duka, el arzobispo de Olomouc, Jan Graubner y todos los obispos de Bohemia, Moravia y Silesia, así como con representantes de la vida pública para conmemorar el aniversario de la canonización de Santa Inés de Bohemia, celebrada hace treinta años por San Juan Pablo II en la basílica de San Pedro. “Santa Inés, una gran santa, representada por la estatua que habéis traído hasta siga intercediendo por vosotros para que viváis el Evangelio con renovado entusiasmo, comprometiéndoos por el bien común, en medio de tantos conciudadanos que aún no conocen al Señor Jesús. Ya habéis  dado –dijo- un hermoso testimonio de esto, trayendo con vosotros, en nombre de Santa Inés, una colecta de dinero para los pobres. La caridad cubre todos los pecados. Y saludo a estos cantantes que cantan tan bien, Os  lo agradezco de todo corazón. ¡Qué el Señor os bendiga!

Por último invitó a todos a rezar por su próximo viaje apostólico a Tailandia y Japón “para que el Señor conceda a los pueblos visitados copiosos dones de gracia”.

Llamamiento del Santo Padre

Dirijo un pensamiento especial a mi querido Burkina Faso, desde hace algún tiempo probado por la violencia recurrente, y donde recientemente un ataque ha costado la vida a casi cien personas. Encomiendo al Señor a todas las víctimas, a los heridos, a los numerosos desplazados y a los que sufren estas tragedias. Hago un llamamiento para que no falte la protección a los más vulnerables; y aliento a las autoridades civiles y religiosas y a todos aquellos motivados por la buena voluntad a que multipliquen sus esfuerzos, en el espíritu del Documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad Humana, para promover el diálogo interreligioso y la concordia.

Saludo a los enfermos en el Aula Pablo VI

¡Buenos días a todos!

Está lloviendo fuera. Aquí estaréis tranquilos, podréis seguir la audiencia desde la pantalla grande, tranquilos, en paz, sin mojaros. Esto es bueno. Gracias por esta visita. Para mí es una alegría ver que venís así, con tantas dificultades, pero por amor a la Iglesia, a decir que amáis a la Iglesia. Esto es bueno para todos los que os ven; es bueno para mí. Gracias.

Y ahora voy donde el otro grupo que está en la plaza; estará algo mojado, pero vosotros quedaos aquí. Estamos unidos a través de la pantalla grande, ahora me gustaría bendeciros a todos. Todos, recemos primero a Nuestra Señora. [Rezo del Ave María y bendición].