Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Audiencia general , 06.03.2019

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9,20, en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

Prosiguiendo el ciclo de catequesis sobre el Padre nuestro, el Papa se ha centrado en el tema “Venga a nosotros tu reino”  (Pasaje bíblico: Evangelio de San Mateo  13, 31-32)

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Cuando rezamos el "Padre nuestro", la segunda invocación con la que nos dirigimos a Dios es "venga a nosotros  tu Reino" (Mt 6, 10). Después de rezar para que su nombre sea santificado, el creyente expresa el deseo de que se acelere la venida de su Reino. Este deseo brotó, por así decirlo, desde el corazón mismo de Cristo, que comenzó su predicación en Galilea proclamando: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva "(Mc 1,15). Estas palabras no son en absoluto una amenaza, al contrario, son un anuncio feliz, un mensaje de alegría. Jesús no quiere empujar a la gente a que se convierta sembrando el temor del juicio inminente de Dios o el sentimiento de culpa por el mal cometido. Jesús no hace proselitismo: simplemente anuncia. Al contrario, lo que Él trae es la Buena Nueva de la salvación, y a partir de ella  llama a convertirse. Todos están invitados a creer en el "evangelio": el señorío de Dios se ha acercado a sus hijos. Esto es el Evangelio: el señorío de Dios se ha acercado a sus hijos. Y Jesús anuncia esta maravilla, esta gracia: Dios, el Padre, nos ama, está cerca de nosotros y nos enseña a caminar por el camino de la santidad.

Los signos de la venida de este Reino son múltiples, y todos son positivos. Jesús comienza su ministerio cuidando a los enfermos, tanto en el cuerpo como en el espíritu, de aquellos que vivían una exclusión social, -por ejemplo, los leprosos- de los pecadores mirados con desprecio por todos, también por los que eran más pecadores que ellos, pero se hacían pasar por justos. Y  Jesús ¿cómo les llama? “Hipócritas”. El mismo Jesús indica estos signos, los signos del Reino de Dios: "Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y se anuncia a los pobres la Buena Nueva " (Mt 11, 5).

"¡Venga a nosotros tu Reino!", repite con insistencia el cristiano cuando reza el “Padre nuestro”.  Jesús ha venido. Pero el mundo todavía está marcado por el pecado, poblado por tanta gente que sufre, por personas que no se reconcilian y no perdonan, por guerras y por tantas formas de explotación; pensemos en la trata de niños, por ejemplo. Todos estos hechos son una prueba de que la victoria de Cristo aún no se actuado completamente: muchos hombres y mujeres todavía viven con el corazón cerrado. Es sobre todo en estas situaciones que la segunda invocación del "Padre Nuestro" brota de  los labios del cristiano: "¡Venga a nosotros tu Reino!". Que es como decir: "¡Padre, te necesitamos!, ¡Jesús te necesitamos! ¡Necesitamos que en todas partes y para siempre seas Señor entre nosotros!”. “Venga a nosotros tu Reino, ven en medio de nosotros”.

A veces nos preguntamos: ¿por qué este Reino se instaura tan lentamente? Jesús ama hablar de su victoria con el lenguaje de las parábolas. Por ejemplo, dice que el Reino de Dios se asemeja a un campo donde el trigo bueno y la cizaña crecen juntos: el peor error sería querer intervenir inmediatamente extirpando del mundo las que nos parecen malas hierbas. Dios no es como nosotros, Dios tiene paciencia. El Reino de Dios no se instaura en el mundo con la violencia: su estilo de propagación es la mansedumbre (cf. Mt 13, 24-30).

El Reino de Dios es ciertamente una gran fuerza, la más grande que existe, pero no de acuerdo con los criterios del mundo. Por eso nunca parece tener mayoría absoluta. Es como la levadura que se amasa en la harina: aparentemente desaparece, pero es precisamente la que fermenta la masa (cf. Mt 13, 33). O es como un grano de mostaza, tan pequeño, casi invisible, pero lleva dentro la fuerza explosiva de la naturaleza, y una vez que crece, se convierte en el más grande de todos los árboles del jardín (cf. Mt 13, 31-32).

En este "destino" del Reino de Dios podemos intuir la trama de la vida de Jesús: él también era un signo débil  para sus contemporáneos, un evento casi desconocido para los historiadores oficiales de la época. El mismo se definió como un "grano de trigo" que muere en la tierra, pero solo de esta manera puede dar "mucho fruto" (cf. Jn 12,24). El símbolo de la semilla es elocuente: un día el campesino la hunde en la tierra (un gesto que parece un entierro), y luego, "duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él mismo sepa cómo "(Mc 4:27). Una semilla que brota es más obra de Dios que del hombre que la ha sembrado (cf. Mc 4, 27). Dios siempre nos precede, Dios siempre nos sorprende. Gracias a él después de la noche del Viernes Santo, hay un alba de Resurrección capaz de iluminar de esperanza al mundo entero.

"¡ Venga a nosotros tu Reino!". Sembremos esta palabra en medio de nuestros pecados y fracasos. Regalémosla a las personas que están derrotadas y dobladas  por la vida, a los que han saboreado más odio que amor, a los que han vivido días inútiles sin haber entendido nunca por qué. Regalémosla  a los que han luchado por la justicia, a todos los mártires de la historia, a los que han llegado a la conclusión de que han luchado por nada y de que el mal domina este mundo. Escucharemos entonces la oración del "Padre Nuestro" responde. Repetirá por enésima vez esas palabras de esperanza, las mismas que el Espíritu ha puesto como sello de todas las Sagradas Escrituras: " ¡Sí, vengo pronto! ". Amén. Ven, Señor Jesús. Que la gracia del Señor Jesús sea con todos "(Ap 22:20).

 

Saludos en las diversas lenguas

Saludos en francés

¡Saludo cordialmente a los peregrinos de los países francófonos, especialmente a los jóvenes de Francia, Suiza y Bélgica!

Durante esta Cuaresma, que comienza hoy, os invito a rezar  y a trabajar para que el Reino de Dios se establezca en nuestro mundo y para que sepamos discernir sus signos. Buena Cuaresma a todos y que Dios os bendiga.

Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Gales, India, Filipinas y los Estados Unidos de América. Os deseo a todos que el camino cuaresmal que comenzamos hoy nos lleve al gozo de la Pascua con corazones purificados y renovados por la gracia del Espíritu Santo. ¡Sobre vosotros y vuestras familias invoco el gozo y la paz en Cristo nuestro Redentor!

Saludos en alemán

Con afecto saludo a los peregrinos de los países de habla alemana. Una bienvenida especial al Franziskus-Chor de Limburgo y  al Minichor de los monaguillos  de Bruneck. Abrámonos siempre a la obra del Espíritu Santo. Como instrumentos suyos contribuyamos  a la venida del Reino de Dios, llevando la esperanza del Evangelio a nuestros prójimos ¡Buena Cuaresma a todos!

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española  provenientes de España y América Latina. En particular saludo a los participantes en el “Encuentro Mundial de Transportistas y Empresarios, sobre Cambio climático, Tráfico humano, Tecnología y Transporte”, organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias sociales. Que el estudio de Laudato si’ los ayude a dar pasos significativos de justicia y solidaridad. Y a todos les deseo un feliz comienzo de Cuaresma, tiempo de conversión y de misericordia: que la oración, la limosna y el ayuno nos ayuden a renovar nuestra vida cristiana, participando en la Pascua del Señor. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Saludos en portugués

Saludo cordialmente a los grupos escolares de Bragança, Cabeceiras de Basto, Lourinhã, Oeiras y Viseu y también a los fieles de las parroquias de Moreira y Pouso Alegre. A vosotros y a todos los peregrinos de habla portuguesa, os deseo un fructífero viaje de Cuaresma que os haga encontrar y seguir a Jesús más de cerca, hasta el punto de decir, con San Pablo, "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí". La bendición de Dios descienda sobre vosotros y vuestras familias.

Saludos en árabe

¡Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los de Medio Oriente! Queridos hermanos y hermanas: "¡Venga a nosotros tu reino!". Sembremos esta palabra en medio de nuestros pecados y fracasos. Regalémosla a las personas derrotadas y dobladas por la vida,  y escucharemos entonces cómo responde la oración del "Padre Nuestro". ¡El Señor os bendiga!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a todos los polacos aquí presentes. Comenzamos el tiempo de la Cuaresma. La liturgia del Miércoles de Ceniza, especialmente el ritual de la imposición de las cenizas en la cabeza, nos ayuda a comprender nuestra fugacidad, la necesidad de la penitencia, del ayuno y de la renuncia. Abramos nuestro corazón, nuestra mente para comprender de la forma justa el significado de nuestra vida a la luz de los misterios de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Jesús. Os bendigo de todo corazón a vosotros y a vuestros seres queridos.

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.

Me alegra recibir a los Hermanos Maristas de las Escuelas, a las Hermanas Hijas de la Iglesia y a los jóvenes de la iniciación cristiana de la parroquia de Arquà Petrarca.

Doy la bienvenida a los fieles de Bisignano, con motivo de la bendición de la efigie de San Humilde que es venerada en su santuario.

Saludo a la Asociación "Acogida sin Fronteras" de Matera y a los institutos escolares, en particular los de Legnano y Corbetta.

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.

Hoy, Miércoles de Ceniza comienza el camino de Cuaresma. Deseo a cada uno de vosotros que viváis este tiempo con un auténtico espíritu penitencial y de conversión, como un regreso al Padre, que espera a todos con los brazos abiertos para admitirnos en la comunión más estrecha con él.