Esta mañana, a las 12,15, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la conferencia de presentación de la Fundación "Centesimus Annus - Pro Pontifice" (para promover el conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia Católica) con motivo del 25 aniversario de su fundación y el Conferencia Internacional New Policies and Life-Styles in the Digital Age que tendrá lugar en Roma, en el Palacio de la Cancillería del 24 al 26 de mayo de 2018.
Han intervenido S.E. Mons. Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, Domingo Sugranyes Bickel, presidente del Consejo de la Fundación "Centesimus Annus - Pro Pontifice, Anna Maria Tarantola, miembro del Consejo de Administración de la Fundación "Centesimus Annus - Pro Pontifice" y delegada del Consejo para el Comité Científico de la Fundación.
Siguen las intervenciones de S.E. Mons. Diarmuid Martin y de Domingo Sugranyes Bickel:
Intervención de S.E. Mons. Diarmuid Martin
Uno de mis mentores, el cardenal Roger Etchegaray, que fue presidente del entonces Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, durante mi época como Subsecretario y más tarde Secretario de ese Consejo, solía decir que con la publicación de una encíclica social del Papa el trabajo de preparación de la próxima encíclica social comenzaba a la mañana siguiente.
La enseñanza social de la Iglesia es, por su naturaleza, siempre un trabajo en progreso. Esto no quiere decir que no haya algunos principios fundamentales de la enseñanza social que sean permanentes en su naturaleza. Sin embargo, su aplicación puede variar frente a las diferentes condiciones sociales y políticas de los tiempos. Los principios de la enseñanza social deben aplicarse y profundizarse constantemente.
La enseñanza social de la Iglesia es parte de la disciplina de la teología moral, pero la teología moral no puede producir un manual con todas las respuestas a los desafíos sociales de los tiempos.
La enseñanza social inevitablemente implica el diálogo con las ciencias sociales y con la reflexión económica y financiera, con la ciencia política y hoy cada vez más con la reflexión ecológica. Esto no quiere decir que de alguna manera los principios fundamentales de la enseñanza social puedan relativizarse debido al desarrollo de las ciencias sociales. El diálogo con las ciencias humanas produce, si acaso, un enriquecimiento de la enseñanza social. En ocasiones, esto implicará un proceso de verificación de algunos de los principios de la enseñanza social. En otros casos, las ciencias sociales ilustrarán nuevas áreas de investigación que la enseñanza social debe tener en cuenta. Otras veces, las ciencias sociales pueden ser llamadas a tender una mano e intentar presentar caminos concretos para la aplicación de la enseñanza social en situaciones concretas.
Esta es una de las contribuciones originales de la Fundación Centesimus Annus - Pro-Pontefice como vehículo de diálogo entre la enseñanza social de la Iglesia y las ciencias sociales.
La ética es una dimensión real del mundo social y político real. La ética no es una especie de embellecimiento de la reflexión social que podemos sea tener en cuenta que ignorar. Desde su creación, la Fundación Centesimus Annus ha sido un puente entre los principios éticos y la enseñanza de la Iglesia y los desafíos cotidianos que los responsables políticos y los profesionales deben afrontar en sus decisiones en el área de la reforma y la gobernanza de la situación financiera internacional.
El Papa Francisco ha solicitado incansablemente un proceso urgente de corrección del modo de funcionamiento de la economía mundial, que apunte especialmente a las causas de la exclusión de los más pobres y el desarrollo de modelos económicos de inclusión.
Los principios morales requieren vías de aplicación que van más allá del estricto ámbito de la formación moral. Permitidme dar un ejemplo. Un desafío perenne con respecto al clima financiero internacional actual es el de centrarse en las cuestiones de equidad. Muchos países registran un crecimiento económico estable con un beneficio general para la economía nacional. Con demasiada frecuencia, sin embargo, este crecimiento va acompañado de una mayor desigualdad y de enormes diferencias, cada vez más fuertes, entre los más ricos y los más pobres. De hecho, una de las características específicas del sistema internacional actual es el crecimiento de los extremadamente ricos, cuya cuota de la riqueza del mundo es estupefaciente.
El desafío de generar y mantener el crecimiento con equidad no es solo un desafío para el moralista. Es tarea de los economistas y de los responsables de formular políticas desarrollar y probar nuevos modelos de crecimiento económico que generen equidad.
Otra característica sorprendente de nuestro modelo actual es el nivel de corrupción que puede impregnar la actividad económica en todo el mundo. La lucha contra la corrupción requiere una condena moral y medidas legales contra los responsables. Los economistas también podrían proponer modelos de transparencia que reduzcan las oportunidades de corrupción. Los pobres pagan el precio de la corrupción.
El diálogo entre la enseñanza social y los modelos económicos no se puede enfocar solo verticalmente. Tenemos que invertir en las personas. Hablamos de creatividad e innovación como la columna vertebral en la construcción de una economía basada en el conocimiento. Con demasiada frecuencia, sin embargo, tendemos a identificar esa creatividad e innovación con los grandes protagonistas de la tecnología de la información. Demasiado a menudo, pasamos por alto el único grupo que muestra una innovación extraordinaria, a saber, los pobres, que demuestran su ingenio simplemente mediante la supervivencia.
Un principio fundamental de la actividad económica debe ser dar voz a los pobres. Tener voz es la clave de la inclusión y también la clave para una economía sana, sostenible y participativa.
En los últimos años, la Fundación Centesimus Annus ha participado en un proceso de consulta y reflexión sobre el desafío de lograr que la arquitectura financiera internacional se centre más en el bien común. Este hecho se conoce como el Proceso de Dublín ya que la primera sesión de esa consulta tuvo lugar en Dublín en 2014.
La ética es una dimensión real de la actividad económica. Detrás del examen técnico de los modelos económicos subyace un debate más profundo sobre los fundamentos éticos y socioculturales de los sistemas. Lo subrayaba el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus de la cual esta Fundación toma su nombre. Escribía así:
“En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios... La libertad económica es solamente un elemento de la libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es considerado más como un productor o un consumidor de bienes que como un sujeto que produce y consume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con la persona humana y termina por alienarla y oprimirla”.
La Iglesia tiene una contribución original que aportar a la realidad de nuestra globalizada economía contemporánea. La Iglesia es, por su propia naturaleza, global. Es global no solo por su extensión geográfica en todos los países del mundo. La Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma algo mucho más profundo en su párrafo inicial:
"Porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”.
La Iglesia es un signo de la unidad del género humano. Esta misión universal de la Iglesia nos recuerda cómo la manera en que la Iglesia vive su unidad fundamental en Cristo fomenta la unidad de la humanidad dentro de sus diversos vínculos técnicos y culturales.
Permitidme mencionar tres ámbitos especiales de reflexión sobre la vida económica donde la enseñanza social de la Iglesia requerirá siempre un papel más central a la hora de reflexionar sobre el desarrollo económico.
El primero es el trabajo. Junto al del crecimiento con desigualdad, la cuestión del crecimiento sin empleo es un desafío creciente en el mundo de hoy y lo será aún más en el futuro. El desempleo juvenil se ha convertido en una característica de muchas economías occidentales. También tenemos que abordar el desafío de los trabajadores pobres, hombres y mujeres que salen todos los días a trabajar y sin embargo no ganan lo necesario para su supervivencia ni la de sus familias.
El segundo ámbito es la familia misma. La enseñanza social de la Iglesia siempre ha otorgado siempre al papel de la familia un lugar central en la reflexión sobre el desarrollo. El Papa Juan Pablo señalaba en Centesimus Annus:
"La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona.”.
El lugar de la familia dentro de la compleja economía moderna será uno de los temas que se abordarán en el Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en Dublín en agosto próximo y al que asistirá el Papa Francisco.
El tercer tema es muy querido por el Papa Francisco y es la migración. La migración es un componente intrínseco de un mundo globalizado y de una gobernanza mundial responsable de una economía mundial. En esa reflexión, el bien de las personas y de las familias debe ser un elemento clave.
Las enseñanzas de la Iglesia y las ciencias sociales no están en conflicto. Las ciencias sociales deben mantener su autonomía, pero hay un sentido en el que los cristianos pueden ser protagonistas especiales dentro de las ciencias sociales. Los laicos cristianos, hombres y mujeres, tienen la responsabilidad específica de promover los valores del reino en el mundo secular. Aquellos que han colaborado en las actividades de la Fundación Centesimus Annus desde su establecimiento demuestran cómo esto es posible.
Intervención de Domingo Sugranyes Bickel
La Fundación Centesimus Annus - Pro Pontifice (CAPP) fue establecida por San Juan Pablo II en 1993 como un foro abierto de debate para promover el estudio y la difusión de la doctrina social de la Iglesia Católica. Es una fundación que actúa bajo la jurisdicción del Vaticano y está vinculada al APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica).
A lo largo de los años, la Fundación se ha centrado en las posibilidades prácticas para el mundo empresarial y la economía en general de un compromiso profesional basado en la virtud, en la gestión responsable de la economía y en el uso de una innovación tecnológica que promueva la igualdad de oportunidades y un empresariado conforme con los principios de sostenibilidad global. Lo anterior se ha realizado poniendo en común las experiencias de los responsables económicos y empresariales con las de los economistas y especialistas universitarios en el campo de las ciencias sociales, todos ellos involucrados en la búsqueda de una brújula ética común.
Con motivo de su 25.mo aniversario, la Fundación está llevando a cabo una nueva encuesta sobre cuáles sean hoy los aspectos más acuciantes en el campo de la economía y la ética social a la luz de los principios de la doctrina social cristiana proyectada al bien común salvaguardando la economía mercado.
Conferencia Internacional de la Fundación CAPP, 24-26 de mayo de 2018
Siguiendo las indicaciones del Papa Francisco, la Fundación reunirá también este año a un grupo internacional de líderes públicos, académicos, líderes sindicales, así como empresarios y profesionales para buscar formas innovadoras que permiten interpretar las novedades en el campo de la economía y de la innovación tecnológica, frente a los desafíos éticos que enfrentamos como consecuencia de la aparición de nuevos paradigmas, nuevas formas de poder derivadas del uso de las tecnologías y estilos de vida basados en la cultura del "usar y tirar", ignorando a los pobres y despreciando a los débiles.
Como en la época de la "Rerum Novarum", trataremos de identificar los "elementos de novedad" para repensar las prioridades socioeconómicas a las que nos enfrentamos hoy. Este es el objetivo de la conferencia internacional de la Fundación CAPP de 2018 que tratará tres temas: "La familia frente a las incertidumbres laborales derivadas de la revolución cultural digital"; "Hacia una cadena alimentaria sostenible: actitud responsable contra la cultura del usar y tirar" e" Individuo, trabajo, empleo inclusivo".
La conferencia internacional de la Fundación CAPP con motivo del 25 ° aniversario tendrá lugar en Roma del 24 al 26 de mayo de 2018 en el Palazzo della Cancelleria y en el Palacio Apostólico Vaticano. La conferencia concluirá con un discurso sobre "Una agenda común de los cristianos por el bien común", pronunciado por el patriarca ecuménico Bartolomé, en una sesión presidida por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. Seguirá una audiencia privada con el Papa Francisco.
La lista de oradores incluye a miembros de la Academia Pontificia para la Vida, la Fundación Vaticana Gravissimum Educationis, la FAO, la Confederación Europea de Sindicatos y una serie de economistas comprometidos con el trabajo académico y líderes empresariales.
Trabajo preparatorio llevado a cabo por la Fundación
La Fundación ha trabajado durante los últimos 12 meses en los temas del futuro del trabajo y la educación en el contexto de la revolución digital. Las cuestiones de las nuevas especializaciones y contratos de trabajo se abordaron en la conferencia internacional de 2017. La misma conferencia también fueron claves los temas de la migración, la trata de personas y la lucha contra los delitos financieros; también se reflexionó sobre la posibilidad de incentivar o recompensar la conducta económica socialmente virtuosa. También en 2017, se celebraron dos conferencias locales, una en Turín y la otra en Berlín sobre cuestiones del futuro del trabajo y los desafíos planteados por la inteligencia artificial.
Para enriquecer el trabajo con nuevas ideas, la Fundación ya comenzó en 2013 una serie de consultas con expertos de ética en los asuntos internacionales y finanzas, llamada el "Proceso de Dublín". El quinto evento de esta serie titulado "Una brújula ética para la era digital" se ha llevado a cabo recientemente en Nueva York. La iniciativa fue copatrocinada por la Universidad de Fordham en Nueva York. Las sesiones se desarrollaron sobre la base de dos informes principales, presentados respectivamente por el Prof. Georges Enderle (Universidad de Notre-Dame, Indiana) y el Prof. Niên-he Hsieh (Harvard University Business School) y con contribuciones de diferentes especialistas en temas relacionados con la doctrina social y la innovación procedentes de los Estados Unidos, Europa y Asia. Todos los documentos han sido publicados en el sitio web de la Fundación. El 15 de marzo de 2017 tuvo lugar una presentación pública del trabajo de la Fundación en la Fordham University en Nueva York, en la que participaron el Observador Permanente de la Santa Sede en la ONU, S.E. Monseñor Bernardito Auza, el ex Primer Ministro de Malta y miembro del Consejo de la Fundación, Lawrence Gonzi, el Presidente de la Fordham University, Padre Joseph McShane SJ.