La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar a las 9, 35 en el Aula Pablo VI donde el Santo Padre Francisco ha encontrado a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.
El Papa ha proseguido la catequesis sobre la santa misa hablando de la Liturgia de la Palabra, centrándose esta vez en el tema Evangelio y homilía..
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes. Después ha lanzado un llamamiento por la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata que se celebra mañana, en la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, y por la XXIII edición de los Juegos Olímpicos de Invierno que se abren en PyeongChang, Corea del Sur, el viernes, 9 de febrero.
La audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Seguimos con las catequesis sobre la santa misa. Habíamos llegado a las lecturas.
El diálogo entre Dios y su pueblo, desarrollado en la Liturgia de la Palabra en la misa, llega al culmen en la proclamación del Evangelio. Lo precede el canto del Aleluya - o, en Cuaresma, otra aclamación - con el cual "la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor quién le hablará en el Evangelio"[1]. Como los misterios de Cristo iluminan toda la revelación bíblica, así, en la Liturgia de la Palabra, el Evangelio es la luz para entender el significado de los textos bíblicos que lo preceden, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Efectivamente "Cristo es el centro y plenitud de toda la Escritura, y también de toda celebración litúrgica"[2]. Jesucristo está siempre en el centro, siempre.
Por lo tanto, la misma liturgia distingue el Evangelio de las otras lecturas y lo rodea de un honor y una veneración particular[3]. En efecto, sólo el ministro ordenado puede leerlo y cuando termina besa el libro; hay que ponerse en pie para escucharlo y hacemos la señal de la cruz sobre la frente, la boca y el pecho; las velas y el incienso honran a Cristo que, mediante la lectura evangélica, hace resonar su palabra eficaz. A través de estos signos, la asamblea reconoce la presencia de Cristo que le anuncia la "buena noticia" que convierte y transforma. Es un diálogo directo, como atestiguan las aclamaciones con las que se responde a la proclamación, “Gloria a Ti, Señor”, o “Alabado seas, Cristo”. Nos levantamos para escuchar el Evangelio: es Cristo que nos habla, allí. Y por eso prestamos atención, porque es un coloquio directo. Es el Señor el que nos habla.
Así, en la misa no leemos el Evangelio para saber cómo han ido las cosas, sino que escuchamos el Evangelio para tomar conciencia de que lo que Jesús hizo y dijo una vez; y esa Palabra está viva, la Palabra de Jesús que está en el Evangelio está viva y llega a mi corazón. Por eso escuchar el Evangelio es tan importante, con el corazón abierto, porque es Palabra viva. San Agustín escribe que "la boca de Cristo es el Evangelio".[4] Él reina en el cielo, pero no deja de hablar en la tierra ". Si es verdad que en la liturgia "Cristo sigue anunciando el Evangelio"[5], se deduce que, al participar en la misa, debemos darle una respuesta. Nosotros escuchamos el Evangelio y tenemos que responder con nuestra vida.
Para que su mensaje llegue, Cristo también se sirve de la palabra del sacerdote que, después del Evangelio, pronuncia la homilía[6]. Vivamente recomendada por el Concilio Vaticano II como parte de la misma liturgia[7], la homilía no es un discurso de circunstancias, - ni tampoco una catequesis como la que estoy haciendo ahora- ni una conferencia, ni tampoco una lección: la homilía es otra cosa. ¿Qué es la homilía? Es “un retomar ese diálogo que ya está entablado entre el Señor y su pueblo",[8] para que encuentre su cumplimiento en la vida. ¡La auténtica exégesis del Evangelio es nuestra vida santa! La palabra del Señor termina su carrera haciéndose carne en nosotros, traduciéndose en obras, como sucedió en María y en los santos. Acordaos de lo que dije la última vez, la Palabra del Señor entra por los oídos, llega al corazón y va a las manos, a las buenas obras. Y también la homilía sigue a la Palabra del Señor y hace este recorrido para ayudarnos a que la Palabra del Señor llegue a las manos pasando por el corazón.
Ya he tratado el tema de la homilía en la Exhortación Evangelii gaudium, donde recordé que el contexto litúrgico " exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. "[9]
El que pronuncia la homilía deben cumplir bien su ministerio – el que predica, el sacerdote, el diácono o el obispo- ofreciendo un verdadero servicio a todos los que participan en la misa, pero también quienes lo escuchan deben hacer su parte. En primer lugar, prestando la debida atención, es decir, asumiendo la justa disposición interior, sin pretensiones subjetivas, sabiendo que cada predicador tiene sus méritos y sus límites. Si a veces hay motivos para aburrirse por la homilía larga, no centrada o incomprensible, otras veces es el prejuicio el que constituye un obstáculo. Y el que pronuncia la homilía debe ser consciente de que no está diciendo algo suyo, está predicando, dando voz a Jesús, está predicando la Palabra de Jesús. Y la homilía tiene que estar bien preparada, tiene que ser breve ¡breve!. Me decía un sacerdote que una vez había ido a otra ciudad donde vivían sus padres y su papá le había dicho: “¿Sabes? Estoy contento porque mis amigos y yo hemos encontrado una iglesia donde si dice misa sin homilía”. Y cuántas veces vemos que durante la homilía algunos se duermen, otros charlan o salen a fumarse un cigarrillo…Por eso, por favor, que la homilía sea breve, pero esté bien preparada. Y ¿cómo se prepara una homilía, queridos sacerdotes, diáconos, obispos? ¿Cómo se prepara? Con la oración, con el estudio de la Palabra de Dios y haciendo una síntesis clara y breve; no tiene que durar más de diez minutos, por favor.
En conclusión, podemos decir que en la Liturgia de la Palabra, a través del Evangelio y la homilía, Dios dialoga con su pueblo, que lo escucha con atención y veneración y, al mismo tiempo, lo reconoce presente y activo. Si, por lo tanto, escuchamos la "buena noticia", ella nos convertirá y transformará y así podremos cambiarnos a nosotros mismos y al mundo. ¿Por qué? Porque la Buena Noticia, la Palabra de Dios entra por los oídos, va al corazón y llega a las manos para hacer buenas obras.
Saludos en las diversas lenguas
Saludos en francés
Me alegra saludar a los peregrinos de Francia y de los diversos países francófonos, en particular a los jóvenes y a los dirigentes de los Institutos de Enseñanza Católica de la Gironda, acompañados por el Señor Cardenal Jean-Pierre Ricard. ¡Que la proclamación del Evangelio y la homilía haga resonar en nuestros corazones la Palabra eficaz de Cristo que convierte y transforma! Dios os bendiga!
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de Inglaterra, Filipinas y Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios os bendiga!
Saludos en alemán
Me complace dar la bienvenida a los hermanos y hermanas de los países de habla alemana. En la liturgia, Cristo anuncia el Evangelio nuevamente, y nosotros, participando en la Santa Misa, debemos darle una respuesta. ¡Que el Señor nos ayude a ser, como los santos, el Evangelio vivido para nuestros prójimos!. ¡Dios os bendiga y proteja!.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Contemplando a la Virgen María, esforcémonos como Ella para escuchar la Palabra del Señor con un corazón dócil y sencillo, y así poder hacerla carne en nosotros traduciéndola en obras de amor y de santidad. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los seminaristas de la Administración Apostólica São João Maria Vianney, acompañados por el obispo. Queridos amigos, en vuestra preparación para el Ministerio ordenado, haced de la Biblia el alimento diario de vuestro diálogo con el Señor, para que cuando seáis enviados a proclamar esta Palabra divina, la gente encuentre en vuestra vida el testimonio más elocuente de su eficacia. Gracias por vuestra visita y rezad por mí.
Saludos en árabe
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Egipto y Tierra Santa. En la misa, es Cristo mismo quien continúa dialogando hoy con nosotros a través de la proclamación del Evangelio y la homilía. Por lo tanto, escuchemos su Palabra, con corazones siempre abiertos a esta gracia que cambia nuestras vidas y nos lleva a la verdadera alegría. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os proteja del maligno!
Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los polacos presentes en esta audiencia. Al participar durante la santa misa en la Liturgia de la Palabra, recordemos siempre el mandato misionero confiado por el Señor Jesús a los apóstoles y a cada uno de nosotros: "Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Fortalecidos por la eucaristía y la "Buena Nueva", sed testigos creíbles de Cristo en vuestras familias, en las comunidades, en vuestros lugares de trabajo, en las universidades, en los eventos cotidianos de vuestra vida, así como en los excepcionales. Os bendigo de todo corazón.
Saludos en italiano
Me alegra recibir a la Delegación del Episcopado de Lituania, presidida por Monseñor Gintaras Grušas, arzobispo de Vilnius; a los participantes en la semana de estudio para formadores de seminaristas, promovida por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz; a las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús; a las Hijas de María Auxiliadora y al Instituto Secular de Voluntarias de Don Bosco. Deseo a todos que la visita a la Ciudad Eterna os empuje a profundizar en la Palabra de Dios a fin de anunciar que Jesús es el Salvador.
Saludo al Grupo del Proyecto "Puertas Abiertas" de Guardiagrele, acompañado por Monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto; a los grupos parroquiales y a los dirigentes y artistas del Circo "Medrano" y del "Rony Rollert Circus". Quisiera daros las gracias también a vosotros por vuestro trabajo, un trabajo de belleza; vosotros con vuestra arte, expresáis la belleza y con la belleza hacéis que todos nosotros lleguemos más arriba, más cerca de Dios. Vuestro trabajo de belleza nos hace bien a todos ¡muchas gracias!
Saludo a los representantes de la Fundación Banco Farmacéutico que recogerán medicamentos para las personas indigentes en las farmacias italianas el próximo sábado.
Un pensamiento especial para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. El próximo domingo será la memoria de la Santísima Virgen María de Lourdes, día en que se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Queridos jóvenes, preparaos para ser providencia con aquellos que sufren; queridos enfermos, sentíos siempre sostenidos por la oración de la Iglesia; y vosotros, queridos recién casados, amad la vida que siempre es sagrada, incluso cuando está marcada por la fragilidad y la enfermedad.
Llamamientos del Santo Padre
Llamamiento para la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la trata de personas
Mañana, 8 de febrero, memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, es la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata. El tema de este año es "Migración sin trata". ¡Sí a la libertad! ¡No a la trata! ". Al tener pocas posibilidades de canales regulares, muchos migrantes deciden aventurarse por otros caminos, donde a menudo les esperan abusos de todo tipo, explotación y esclavitud. Las organizaciones criminales, dedicadas a la trata de personas, utilizan estas rutas migratorias para esconder a sus víctimas entre los migrantes y refugiados. Por lo tanto, invito a todos, ciudadanos e instituciones, a unir sus fuerzas para prevenir la trata y garantizar protección y asistencia a las víctimas. Recemos todos para que el Señor convierta los corazones de los traficantes -¡que fea es esta palabra, traficantes de personas!- y dé la esperanza de recuperar la libertad a cuantos sufren por esta plaga vergonzosa.
Llamamiento para los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang
Los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno se abrirán el viernes 9 de febrero, en la ciudad de PyeongChang, Corea del Sur, con la participación de 92 países.
Este año la tregua olímpica tradicional se vuelve especialmente importante: las delegaciones de las dos Coreas marcharán juntas bajo una sola bandera y competirán como un solo equipo. Este hecho alimenta la esperanza en un mundo donde los conflictos se resuelvan pacíficamente a través del diálogo y el respeto mutuo, como también enseña el deporte.
Saludo al Comité Olímpico Internacional, a los atletas y las atletas que participan en los Juegos de PyeongChang, a las Autoridades y al pueblo de la Península de Corea. A todos acompaño con mi oración, mientras renuevo el compromiso de la Santa Sede de apoyar toda iniciativa útil a favor de la paz y del encuentro entre los pueblos. ¡Que estos Juegos Olímpicos sean una gran fiesta de amistad y deporte! ¡Que Dios os bendiga y os guarde!
[1] Instrucción General del Misal Romano, 62.
[2] Introducción al Leccionario, 5.
[3] Cfr Instrucción General del Misal Romano 60 e 134.
[4] 4Sermón 85, 1: PL 38, 520; cf. anche Tratado sobre el Evangelio de San Juan XXX, I: PL 35, 632; CCL 36, 289
[5] Conc. Ecum. Vat. II, Cost. Sacrosanctum Concilium, 33.
[6] Cfr Instrucción General del Misal Romano, 65-66; Introducción al Leccionario, 24-27.
[7] Cfr Conc. Ecum. Vat. II, Cost. Sacrosanctum Concilium, 52.
[8] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 137
[9] Ibid., 138.