Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Rueda de prensa del Santo Padre en el vuelo de regreso de su viaje apostólico a Myanmar y Bangladesh , 03.12.2017

Ayer tarde, durante el vuelo de regreso de  Dacca a Roma, al final de su viaje apostólico a  Myanmar y Bangladesh, el Santo Padre Francisco departió con los periodistas a bordo del avión durante una rueda de prensa cuya transcripción publicamos a continuación.

Rueda de prensa del Santo Padre con los periodistas a bordo del vuelo papal

Greg Burke:

Gracias, Santo Padre; ante todo, gracias. Usted ha elegido visitar dos países interesantes, dos países muy diferentes entre sí pero con algo en común, que es una Iglesia pequeña en cada uno de ellos, pero activa, llena de alegría, llena de jóvenes y llena de espíritu de servicio hacia toda la sociedad. Nosotros ciertamente hemos visto muchas cosas, hemos aprendido mucho, pero nos interesa también saber qué ha visto usted y qué ha aprendido usted.

Papa Francisco:

Buenas noches, si nos referimos a aquí, o buenas tardes si nos referimos a Roma. Muchas gracias por vuestro trabajo. Como ha dicho Greg, son dos países muy interesantes con culturas muy tradicionales, profundas, ricas. Por eso pienso que vuestro trabajo ha sido muy intenso. Muchas gracias.

Sagrario Ruiz de Apodaca (Radio Nacional de España):

Buenas tardes, Santo Padre. Gracias. Yo hago la pregunta en español, con el permiso de mis colegas italianos, porque no me fío todavía de mi italiano, pero si usted quiere responder en italiano sería perfecto para todos.

La crisis de los rohingya ha centrado gran parte de este viaje a Asia. Ayer les nombró por su nombre finalmente, en Bangladés. ¿Se ha quedado con las ganas de haber hecho lo mismo en Myanmar, de haberles nombrado con esta palabra, rohingya? ¿Y qué sintió ayer cuando les pidió perdón?

Papa Francisco:

Ayer no fue la primera vez. Los he nombrado varias veces en público en la plaza de San Pedro, durante el Ángelus o en las audiencias…

Sagrario Ruiz de Apodaca:

Pero en este viaje...

Papa Francisco:

Sí, pero quiero subrayar que ya se sabía lo que yo pensaba y lo que decía. Pero su pregunta es interesante porque me lleva a reflexionar sobre cómo trato de comunicar. Para mí, lo más importante es que el mensaje llegue y, por eso, hay que intentar decir las cosas paso a paso y escuchar las respuestas, de modo que llegue el mensaje. Por ejemplo, un ejemplo de la vida cotidiana: un chico, una chica, en la crisis de la adolescencia puede decir lo que piensa, cerrar la puerta en la cara del otro y el mensaje no llega, se cierra. A mí me interesa que este mensaje llegue. Por eso, he visto que si en el discurso oficial [en Myanmar] hubiera dicho esa palabra, les hubiera cerrado la puerta en la cara. Pero he descrito las situaciones, los derechos de ciudadanía, «ninguno excluido», para permitirme en los coloquios privados ir más allá. Yo he quedado muy, muy satisfecho de los encuentros que he podido tener, porque ciertamente no he tenido —digamos así— el placer de dar el portazo en la cara públicamente, una denuncia, no, pero he tenido la satisfacción de dialogar, de dejar hablar al otro, de dar mi opinión y así el mensaje ha llegado. Y ha llegado hasta tal punto que ha continuado, y continuado, y terminó ayer con eso. Y esto es muy importante en la comunicación: la preocupación de que el mensaje llegue. Muchas veces, las denuncias, también en los medios —no quiero ofender—, con algunas dosis de agresividad cierran el diálogo, cierran la puerta y el mensaje no llega. Y vosotros, que sois especialistas en hacer llegar mensajes, entendéis bien esto.

Usted me pregunta qué sentí ayer. Esto no estaba programado así. Yo sabía que iba a encontrar a los rohingya. No sabía ni dónde ni cómo, pero esta era una condición del viaje, para mí, y se preparó la manera de hacerlo. Después de tantas gestiones, también con el gobierno, con Cáritas, el gobierno permitió el viaje de los que vinieron ayer. Porque se efectuó a través del gobierno, que los protege y les da hospitalidad, y esto es una gran cosa: lo que hace Bangladés por ellos es una cosa muy grande, es un ejemplo de acogida. Un país pequeño, pobre, que ha recibido a 700 mil refugiados...

Pienso en países que cierran las puertas... Debemos estar agradecidos por el ejemplo que nos han dado. El gobierno debe moverse, por las relaciones internacionales con Myanmar, con permisos, diálogos... Porque están en campos de refugiados, una situación especial. Pero al final vinieron. Estaban asustados, no sabían... Alguno les había dicho: «Vosotros saludad al Papa, no digáis nada» —alguno que no era del gobierno de Bangladés— gente que se ocupaba de los contactos... En un momento dado, después del diálogo interreligioso, la oración interreligiosa, esto preparó el corazón de todos nosotros, estábamos religiosamente muy abiertos. Yo, por lo menos, me sentía así. Y llegó el momento de que ellos vinieran a saludarme. En fila india —aquello no me gustó, uno tras otro—; pero querían echarlos inmediatamente del palco. Y yo allí me enfadé y regañé un poco —soy pecador— y pronuncié muchas veces la palabra «respeto», respeto. Paré la cosa y ellos se quedaron allí. Después, tras haberlos escuchado uno a uno con el intérprete que hablaba su lengua, comencé a sentir algo dentro: «Pero yo no puedo dejarles ir sin decir una palabra» y pedí el micrófono. Y comencé a hablar... No recuerdo qué dije. Sé que en un momento dado pedí perdón. Creo que dos veces, no recuerdo. Pero su pregunta es «qué fue lo que sentí»: en ese momento, yo lloraba. Trataba que no se viera. Ellos también lloraban. Y luego, pensé que estábamos en un encuentro interreligioso, mientras los líderes de las demás tradiciones religiosas estaban lejos. [Entonces dije:] «No, venid también vosotros: estos rohingya nos pertenecen a todos». Y ellos saludaron. No sabía qué más decir porque los miraba, los saludaba... Y pensé: «Todos nosotros hemos hablado, los líderes religiosos. Pero uno de vosotros, que haga una oración, uno de vuestro grupo...». Y creo que era un imán, un «clérigo» de su religión, que hizo aquella oración y también ellos rezaron allí, con nosotros. Y, visto todo lo ocurrido, todo el camino, yo sentí que el mensaje había llegado. No sé si he satisfecho su pregunta. Una parte estaba programada pero la mayor parte salió de forma espontánea. Después, hoy ha habido —me han dicho— un programa hecho por uno de vosotros —no sé si está aquí o no está aquí— el TG1 (Telediario 1): es un programa largo, largo... ¿Quién lo ha hecho, usted lo sabe?

Greg Burke:

Está todavía en Bangladés, el TG1.

Papa Francisco:

Y que después lo repitieron en el TG4 (Telediario 4)... yo no lo he visto pero algunos de los que están aquí lo han visto. Una reflexión: el mensaje no ha llegado sólo aquí. Vosotros habéis visto la primera página de los periódicos de hoy: todos han acogido el mensaje. Y yo no he percibido ninguna crítica. Tal vez las haya, pero yo no las he oído.

George Abraham Kallivayalil, «Deepika Daily»: Santo Padre, espero que su viaje en Asia, que ha tocado dos países, haya sido un gran éxito. Nosotros sabemos que en esta misma ocasión usted habría querido ir a India. ¿Cuál ha sido exactamente la razón por la que se descartó en este viaje la hipótesis de la India? Millones de personas en India, incluidos nuestros fieles, todavía desean y esperan que el Santo Padre visite la India el próximo año: ¿podemos esperarle en India en 2018?

Papa Francisco:

Sí, el primer plan era ir a India y a Bangladés; pero después los procedimientos se alargaron, el tiempo apremiaba y elegí estos dos países. Bangladés permaneció, pero con Myanmar. Fue providencial, porque la visita a India requiere un solo viaje: debes ir al sur, al centro, al este, al oeste, al norte..., por las diversas culturas de la India. Espero poder hacerlo en 2018, ¡si vivo! Pero la idea era India y Bangladés. Después el tiempo nos forzó a hacer esta elección. Gracias.

Etienne Loraillère, Kto (televisión católica francesa):

Santidad, hay una pregunta del grupo de periodistas de Francia. Algunos oponen diálogo interreligioso y evangelización. Durante este viaje, usted ha hablado del diálogo para construir la paz. Pero, ¿cuál es la prioridad: evangelizar o dialogar para la paz? Porque evangelizar significa suscitar conversiones que provocan tensiones y a veces conflictos entre creyentes; por lo tanto, ¿cuál es su prioridad: evangelizar o dialogar?

Papa Francisco:

Gracias. Primera distinción: evangelizar no es hacer proselitismo. La Iglesia crece no por el proselitismo, sino por atracción, es decir por testimonio. Esto lo ha dicho el Papa Benedicto XVI. ¿Cómo es la evangelización? Es vivir el Evangelio, es testimoniar cómo se vive el Evangelio: testimoniar las Bienaventuranzas, testimoniar Mateo 25, testimoniar el Buen Samaritano, testimoniar el perdón setenta veces siete. Y en este testimonio, el Espíritu Santo trabaja y hay conversaciones. Pero a nosotros no nos entusiasma que haya conversiones inmediatamente. Si acontecen, esperan: se habla..., vuestra tradición..., se hace de modo que una conversión sea la respuesta a algo que el Espíritu Santo ha suscitado en mi corazón frente al testimonio del cristiano. En la comida que tuve con los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia —unos quince jóvenes de todo el mundo—, uno me hizo esta pregunta: «¿Qué debo decir a un compañero de universidad, a un amigo bueno, pero que es ateo? ¿Qué debo decirle para cambiarlo, para convertirlo?». La respuesta fue esta: «Lo último que tú debes hacer es decir algo. Tú vive tu Evangelio y si él te pregunta por qué haces esto, le puedes explicar por qué lo haces. Y deja que el Espíritu Santo lo atraiga». Esta es la fuerza y la mansedumbre del Espíritu Santo en las conversiones. No es un convencer mentalmente con apologética, razones... no. Es el Espíritu el que realiza la conversión. Nosotros somos testigos del Espíritu, testigos del Evangelio. «Testigo» es una palabra que en griego se dice «mártir»: el martirio de todos los días, el martirio también de la sangre, cuando llega... Su pregunta: ¿qué es prioritario, la paz o la conversión? Pero, cuando se vive con testimonio y respeto, se construye la paz. La paz comienza a romperse en este campo cuando comienza el proselitismo y hay muchos tipos de proselitismo, pero esto no es evangélico. No sé si he respondido.

Joshua McElwee, National Catholic Reporter:

Muchas gracias Santidad, y un cambio de tema total. Durante la guerra fría, el Papa san Juan Pablo II dijo que la política mundial de disuasión nuclear no era moralmente aceptable. El mes pasado, en una conferencia sobre el desarme, usted dijo que la simple posesión de armas nucleares debe ser condenada. ¿Qué ha cambiado en el mundo para que usted se sienta movido a hacer este cambio? ¿Qué papel han tenido en sus decisiones los insultos y las amenazas entre el presidente Trump y Kim Jong-un? Y usted, ¿qué dice a los políticos que no quieren renunciar a los arsenales nucleares ni tampoco disminuirlos?

Papa Francisco:

Yo preferiría que se hicieran primero las preguntas sobre el viaje, se lo digo a todos. Pero hago una excepción porque usted ha hecho la pregunta.

¿Qué ha cambiado? Ha cambiado la irracionalidad. Me viene a la mente la encíclica «Laudato si'», la tutela de la creación. Desde el tiempo en el que el Papa san Juan Pablo II dijo esto hasta hoy han pasado muchos años... ¿Cuántos? ¿Tú tienes la fecha?

Joshua McElwee, NCR:

1982.

Papa Francisco:

34 años. En lo nuclear, en 34 años, se ha ido más lejos, más lejos, más lejos. Hoy estamos al límite. Esto se puede discutir, es mi opinión, pero mi opinión convencida: yo estoy convencido. Estamos al límite de la licitud de tener y usar las armas nucleares. ¿Por qué? Porque hoy, con el arsenal nuclear tan sofisticado, nos arriesgamos a la destrucción de la humanidad o al menos de una gran parte de la humanidad. Por eso enlazo con la «Laudato si’». ¿Qué ha cambiado? Esto. El crecimiento del armamento nuclear. Ha cambiado también... Son [armamentos] sofisticados y también crueles, son capaces también de destruir a las personas sin tocar las estructuras... Estamos al límite y puesto que estamos en el límite, yo me hago esta pregunta —no como Magisterio pontificio, pero es la pregunta que se hace un Papa—: ¿Es lícito hoy mantener los arsenales nucleares, así como están, o acaso es hoy necesario volver atrás para salvar la creación, para salvar la humanidad? Vuelvo a una cosa que había dicho, que no es mía sino de Guardini. Hay dos formas de «incultura»: primero la incultura que Dios nos ha dado para hacer la cultura, con el trabajo, con la investigación [la búsqueda] y adelante, hacer cultura. Pensemos en las ciencias médicas, tanto progreso, tanta cultura, en la mecánica, en tantas cosas. Y el hombre tiene la misión de hacer cultura a partir de la incultura recibida. Pero llegamos a un punto en el que el hombre tiene en la mano, con esta cultura, la capacidad de hacer otra incultura: pensemos en Hiroshima y Nagasaki. Y esto, hace 60, 70 años. La destrucción. Y esto sucede también cuando no se controla totalmente la energía atómica: pensad en los incidentes de Ucrania. Por eso, volviendo a las armas, que son para ganar destruyendo, yo digo que estamos en el límite de la licitud.

Greg Burke:

Gracias, Santidad. Me apuntan que ahora pasan las preguntas del viaje a otros temas, por lo tanto si usted quiere decir algo sobre el viaje...

Papa Francisco:

Me gustaría alguna más sobre el viaje, porque parecería que no ha sido tan interesante, ¿no?

Delia Gallagher, CNN:

Santidad, no sé lo que usted pueda responder, pero tengo mucha curiosidad acerca de su encuentro con el general Hein, porque yo he aprendido mucho sobre esta situación estando aquí y he entendido que aparte de Aung San Suu Kyi, está también este militar que es muy importante en la crisis, con el que usted se ha encontrado en persona. ¿Qué tipo de encuentro ha sido y cómo hizo para hablar con él?

Papa Francisco:

Inteligente la pregunta, hermosa. Yo distinguiría entre dos tipos de encuentros. Los encuentros en los que he ido a encontrar a la gente y los encuentros en los que he recibido a gente. En el caso de este general, ha sido él a pedir hablar: lo he recibido. Yo no cierro nunca la puerta. ¿Tú pides hablar? Ven. Hablando no se pierde nada, se gana siempre. Fue una buena conversación. Yo no puedo decir nada, porque fue privada, pero no he negociado con la verdad, os lo aseguro. Pero lo hice de tal modo que él entendiera un poco que un camino, como se hacía en tiempos oscuros, renovado hoy, no es transitable. Fue un hermoso encuentro, educado; y también allí el mensaje llegó.

Gerry O’Connell, «America Magazine»:

Gracias, Padre. La mía es como un desarrollo de la pregunta de Delia. Usted se ha reunido con Aung San Suu Kyi, el presidente, los militares, el monje que crea un poco de dificultad...; y después usted fue a Bangladés, se reunió también con el primer ministro, el presidente...; los líderes islámicos allí y los líderes budistas en Myanmar. Mi pregunta: ¿qué se lleva usted de todo esto? ¿Cuál es su análisis de todos estos encuentros? ¿Qué perspectivas hay en el futuro de un desarrollo mejor para estos dos países, también considerando la situación de los rohingya?

Papa Francisco:

No será fácil, para avanzar en un desarrollo constructivo, y no será fácil para alguno que quisiera volver hacia atrás. Estamos en un punto en el que se deben estudiar las cosas. Alguno —no sé si es verdad— me ha dicho que el estado del Rakhine es un estado rico en piedras preciosas y que quizá podría haber intereses de que fuera una tierra un poco deshabitada para poder trabajar. Pero no sé si es verdad, estas son las hipótesis que se hacen; también sobre África se dicen muchas... Pero creo que estamos en un punto donde no será fácil avanzar, en el sentido positivo, y no será fácil regresar hacia atrás, porque la conciencia, hoy, de la humanidad... el hecho, y volvemos a los rohingya, de que las Naciones Unidas hayan dicho que los rohingya son hoy la minoría religiosa y étnica más perseguida en el mundo, esto es un punto que a quien quiere volver hacia atrás le debe pesar. Estamos en un punto en el que, con el diálogo, se puede comenzar, un paso después del otro, quizá medio paso atrás y dos adelante, pero como se hacen las cosas humanas: con bondad, con diálogo, nunca con agresión, nunca con la guerra. No es fácil. Pero es un punto de cambio decisivo: ¿se da, este giro crucial, por el bien, o se da este giro crucial para volver atrás? ¡Ah sí! La esperanza yo no la pierdo, porque, sinceramente, si el Señor ha permitido esto que hemos vivido ayer y que hemos vivido de forma más reservada, además de los dos discursos [oficiales a las autoridades], el Señor permite algo para prometer otra cosa. Yo tengo la esperanza cristiana: nunca se sabe...

Valentina Alazraki, «Televisa»:

Sobre el viaje, había una pregunta que queríamos hacerle antes y después no salió. Nosotros quisiéramos saber: un Papa que todos los días habla de refugiados, desplazados, migrantes...; ¿quería ir usted al campo de refugiados de los rohingya? ¿Y por qué no fue?

Papa Francisco:

Es verdad, me hubiera gustado ir. Pero no ha sido posible. Se estudiaron las cosas, pero no fue posible. Por varios factores, también el tiempo, también la distancia, pero también otros factores. Pero el campo de refugiados «vino», como representantes. Me hubiera gustado, esto es verdad, pero no fue posible.

Enzo Romeo, Rai:

Santidad, gracias. Quería pedirle dos cosas, rápidamente. Una sobre la globalización, porque hemos visto, sobre todo en Bangladés —y es motivo de la pregunta relacionada con el viaje— que es un país que está tratando de salir de la pobreza, pero con sistemas que parecen para nosotros realmente duros. Fuimos a ver el Rana Plaza, este lugar donde cayó el edificio que era utilizado por las industrias textiles: 1.100 personas muertas, 5 mil heridos, trabajaban por 60 euros al día. En nuestro restaurante, para comer un plato y una pizza, se pagaban 50 euros. Esto parece increíble. Según usted, después de lo que ha visto y ha escuchado, ¿es posible salir de este mecanismo? Y la otra cosa es esta, que hemos pensado todos: sobre la cuestión de los rohingya, parece que existía la voluntad de intervenir también por parte de los grupos yihadistas, al Qaeda, el EI, que —según parece— buscaban convertirse en los protectores de este pueblo, de la libertad de este pueblo. Es interesante que el jefe de la cristiandad, de alguna manera, se haya mostrado más amigo de ellos que estos grupos extremistas: ¿es adecuada esta impresión?

Papa Francisco:

Empiezo por la segunda. Había grupos terroristas que buscaban aprovecharse de la situación de los rohingya, que son gente de paz. Como en todas las etnias y religiones, hay siempre también un grupo fundamentalista. También nosotros, los católicos, los tenemos. Los militares justifican su intervención por esos grupos. Yo no he querido hablar con esta gente, he decidido hablar con las víctimas de esta gente. Porque las víctimas eran el pueblo rohingya, que por una parte sufría la discriminación y por la otra era defendido por los terroristas. Pero, ¡pobrecillos! El gobierno de Bangladés tiene una campaña muy fuerte —así me lo han dicho los ministros— de tolerancia cero contra el terrorismo, y no sólo por esta cuestión, sino para evitar muchas otras cosas. Estos que se han unido al EI, aunque sean rohingya, son un pequeño grupo fundamentalista extremista. Pero esto es lo que hacen los extremistas: justifican la intervención que ha destruido buenos y malos.

Greg Burke:

Y la globalización, la primera pregunta…

Enzo Romeo, Rai:

…que está buscando de la globalización, pero a un precio altísimo, con esta gente explotada por poco dinero…

Papa Francisco:

Es uno de los problemas más serios. He hablado de esto en los encuentros personales. Ellos son conscientes de esto, son conscientes también del hecho de que la libertad hasta un cierto punto está condicionada, no sólo por los militares sino por los grandes monopolios internacionales. Y se han centrado en la educación, y creo que ha sido una elección sabia. Hay planes educativos... Me han hecho ver los porcentajes de los últimos años, cómo ha bajado bastante el analfabetismo. Esta es su elección, y quizá irá bien, porque ellos sostienen que con la educación el país mejorará.

Jean-Marie Guénois, «Le Figaro»:

Buenas tardes. Hoy, pues, Birmania, el país del que viene... antes de esto, usted fue a Corea, a Filipinas, a Sri Lanka... da la impresión de que está dando una vuelta alrededor de China... Por tanto, dos preguntas sobre China. ¿Se está preparando un viaje a China? Y segunda pregunta: ¿qué cosas ha aprendido en este viaje sobre la mentalidad asiática y también en vistas de este proyecto sobre China? ¿Cuál es la lección para usted?

Papa Francisco:

Por favor, repita: ¿Cuántas cosas he aprendido en este viaje sobre...?

Jean-Marie Guénois:

…para este proyecto sobre China. ¿Cuáles son las cosas que usted ha aprendido esta vez sobre Asia? Porque da la impresión de que esté haciendo una vuelta alrededor de China, pero China está siempre cerrada, por el momento…

Papa Francisco:

… «meter la nariz» en China... Hoy la señora Consejera del Estado de Myanmar se ha dirigido a Pekín: se ve que hay diálogo... Pekín tiene una gran influencia en la región, como es natural: no sé cuántos kilómetros de frontera tiene Myanmar allí; también en las misas había chinos que vinieron... Creo que en estos países que están alrededor de China, también Laos, Camboya, necesitan buenas relaciones, son vecinos. Y esto yo lo encuentro sabio, políticamente constructivo si se puede ir adelante. Sin embargo, es verdad que hoy China es una potencia mundial: si la vemos desde este lado, puede cambiar el panorama. Pero serán los politólogos quienes nos lo expliquen: yo no puedo, no sé. Pero me parece natural que tengan una buena relación.

El viaje a China no está en preparación, estad tranquilos, por el momento no está en preparación. Pero volviendo de Corea, cuando me dijeron que estábamos sobrevolando territorio chino, y si quería decir algo, [dije] que me hubiera gustado mucho visitar China. Me gustaría, no es una cosa oculta. Las negociaciones con China son de alto nivel cultural: hoy, por ejemplo, en estos días, hay una exposición de los Museos Vaticanos en China, después habrá otra —o ha habido una, no sé—, de los Museos chinos en el Vaticano... Las relaciones culturales, científicas, los profesores, sacerdotes que enseñan en la Universidad estatal china, los hay... Esta es una cosa. Luego está el diálogo político, sobre todo para la Iglesia china, con esa historia de la Iglesia patriótica y la Iglesia clandestina, que se debe tratar paso a paso, con delicadeza, como se está haciendo. Lentamente. Creo que en estos días, hoy o mañana, empezará en Pekín una sesión de la Comisión mixta. Y esto, con paciencia. Pero las puertas del corazón están abiertas. Y creo que haría bien a todos un viaje a China. Y me gustaría hacerlo…

James Longman, «Abc News»:

Pido perdón, pero no hablo italiano. Gracias por la posibilidad de estar en su avión: para mí es la primera vez. Quisiera preguntarle si ha notado cuántas críticas han sido dirigidas a Aung San Suu Kyi. Y ¿qué piensa de las críticas que le han sido dirigidas por no haberse expresado de forma explícita sobre la cuestión de los rohingya?

Papa Francisco:

He oído todo esto, he oído también las críticas, he oído las críticas por no haberse dirigido a la provincia de Rakhine. Después ella fue: estuvo medio día, más o menos. En Myanmar es difícil valorar una crítica sin preguntarse: ¿ha sido posible hacer esto? O, ¿cómo será posible hacer esto? Con esto no quiero decir que no haya sido un error no ir; pero en Myanmar la situación política... Es una nación en crecimiento, políticamente en crecimiento; es una nación en transición que tiene muchos valores culturales en su historia, pero políticamente está en transición. Y por esto, las posibilidades deben valorarse también desde esta óptica. En este momento de transición, ¿habría sido posible, o no, hacer esto o eso otro? Y ver si ha sido un error o no ha sido posible. No sólo para la señora Consejera de Estado, también para el Presidente, para los diputados, para el parlamento... En Myanmar se debe tener siempre presente la construcción del país. Y allí se hace como he dicho al principio: dos pasos adelante, uno para atrás, dos adelante, uno para atrás... la historia nos enseña esto. No sé responder de otra manera, con el poco conocimiento que tengo sobre el lugar. Y yo no quisiera caer en lo que hacía un filósofo argentino, que había sido invitado a dar conferencias en países de Asia: una semana, y cuando volvía escribía un libro sobre la realidad de ese país. Esto es presuntuoso.

Phil Pullella, Reuters:

Sí, quisiera volver al viaje, si es posible. El encuentro con el general estaba originariamente previsto, creo, para el jueves por la mañana, y, si no me equivoco, con los generales; sin embargo usted debería haber visto antes a Aung San Suu Kyi. Cuando el general pidió verle antes, es decir precisamente el día de la llegada, según usted, ¿ha sido una forma de decir: aquí mando yo, usted debe verme a mí el primero? Y en ese momento allí, ¿usted se ha sentido quizá, no sé, que él o ellos quisieran manipularle?

Papa Francisco:

Entiendo. La petición fue porque él tenía que ir a China, y cuando suceden estas cosas, si yo puedo cambiar una cita, lo hago. Las intenciones no las sé. Pero a mí me interesaba el diálogo. Un diálogo pedido por ellos y que ellos vinieran donde estaba yo: no estaba prevista que yo los visitara. Y creo que era más importante el diálogo que la sospecha de que fuera precisamente lo que usted decía: «Nosotros mandamos aquí, somos los primeros».

Phil Pullella:

¿Puedo preguntar —usted ha dicho que no puede decir lo que dijo durante los encuentros privados—, pero puedo preguntar al menos si durante ese encuentro ha usado la palabra «rohingya» con el general?

Papa Francisco:

Yo he usado las palabras para llegar al mensaje y cuando he visto que el mensaje era aceptado, he osado decir todo lo que quería decir. Intelligenti pauca.

Periodista:

Buenas tardes, Santidad. Yo tengo una pregunta: ayer, cuando estuvimos con los sacerdotes que fueron ordenados, pensé si tendrían miedo de ser sacerdotes católicos en este momento de la vida católica en este país, y si ellos le han pedido a usted, a su Santidad, qué hacer cuando llega el miedo y no saben qué hacer.

Papa Francisco:

Yo tengo la costumbre, siempre, cinco minutos antes de la ordenación, de hablar con ellos en privado. Mi parecieron serenos, tranquilos, conscientes, tenían conciencia de la misión, pobres, normales. Una pregunta que hice fue: «¿Jugáis al fútbol?» — «¡Sí!», todos. Esto es importante. ¡Una pregunta teológica! Pero esto del miedo no lo he percibido. Ellos saben que deben ser cercanos con su pueblo; sienten que deben estar unidos al pueblo, y esto me ha gustado, esto me ha gustado. Después hablé con los formadores, algún obispo, que me dijo: antes de entrar al seminario, se hace un preseminario de forma que aprendan muchas cosas, costumbres, que aprendan también perfectamente el inglés. Esto, por decir una cosa práctica: si no saben inglés, lo empiezan en el seminario, al punto de que la ordenación no es a los 23, 24 sino a los 28, 29 años, más o menos. Parecen niños porque ellos parecen todos jóvenes, todos, también los mayores. Los he visto seguros. Pero eso sí lo tenían: estar cerca de su pueblo. Esto sí. ¡Y es importante para ellos! Porque cada uno de ellos pertenece a una etnia, y esto es importante para ellos. Gracias.

Os doy las gracias, porque me dicen que ha pasado el tiempo. Doy las gracias por las preguntas, doy las gracias por todo lo que habéis hecho.

¿Y qué piensa el Papa de su viaje? A mí el viaje me hace bien cuando consigo encontrar al pueblo del país, al Pueblo de Dios. Cuando logro hablar o encontrarlos o saludarlos: encuentros con la gente. Hemos hablado de los encuentros con los políticos... Sí, es verdad, se debe hacer; con los sacerdotes, con los obispos... pero con la gente, el pueblo. El pueblo que es precisamente lo profundo de un país. El pueblo. Y cuando encuentro esto, cuando consigo encontrarlo, entonces estoy feliz. Os agradezco vuestra ayuda: muchas gracias.

Y gracias también por las preguntas, por las cosas que he aprendido de vuestras preguntas. Gracias. Que tengan una buena cena.

Greg Burke:

Gracias, Santidad. Feliz descanso.