Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Audiencia a una delegación del Consejo Metodista Mundial, 19.10.2017

A las 11:45 , en la Sala del Consistorio, el Santo Padre Francisco  ha recibido en audiencia a una delegación del Consejo Metodista Mundial, con motivo del 50 aniversario del inicio del diálogo teológico metodista-católico.


Publicamos  el discurso que el Papa ha dirigido  a los presentes en el encuentro:

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,


Agradezco al obispo Abrahams sus amables palabras y con gran alegría os doy la bienvenida con motivo del cincuenta aniversario del inicio del diálogo teológico metodista-católico.


En el libro de Levítico el  Señor anuncia el quincuagésimo año como un año especial, que prevé, entre otras cosas, la liberación de los esclavos: "Declararéis  santo el año cincuenta y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes" (Lev 25,10). Estamos muy agradecidos a Dios porque, de alguna manera, podemos proclamar que hemos  sido liberados de la esclavitud de la extrañeza y la sospecha mutua. En el año cincuenta "cada uno recobrará su  propiedad y cada cual regresará a  su familia" (ibíd.), agregaba el Señor a Moisés. Gracias a estos cincuenta años de diálogo paciente y  fraterno podemos decirnos  realmente unos  a otros las palabras del apóstol Pablo: "ya no sois extraños"; (Ef 2,19): no en el corazón, pero tampoco en la  pertenencia al Señor, en virtud del bautismo, que nos ha constituido en una fraternidad real. Sí, somos y nos sentimos "familia de Dios" (ibíd.).


A esta conciencia nos ha llevado el diálogo. El Concilio Vaticano II sigue exhortando a tender a un conocimiento más profundo y  a una apreciación más justa entre los cristianos de diferentes confesiones  a través de un diálogo que proceda "con amor a la verdad, con caridad y con  humildad" (Decr. Unitatis Redintegratio, 11). El diálogo verdadero  anima constantemente a encontrarnos  con humildad y sinceridad, deseosos de aprender unos de otros, sin irenismos  y sin fingimientos. Somos hermanos que, después de un largo distanciamiento,  están contentos de volver a  encontrarse  y redescubrirse  uno al otro, de  caminar juntos, abriendo generosamente el corazón al  otro. Así proseguimos, sabiendo que este camino ha sido bendecido por el Señor:  por Él ha comenzado y  a Él se dirige.


" Declararéis  santo el año cincuenta," dijo Dios a Moisés. En el documento más reciente de la Comisión  habláis precisamente de  santidad. John Wesley quería  ayudar al prójimo  a vivir una vida santa. Su ejemplo y sus palabras animan a muchos a dedicarse a las Sagradas Escrituras y a la oración  para  aprender a conocer a Jesucristo. Cuando entrevemos signos de una vida santa en los demás, cuando  reconocemos la acción del Espíritu Santo en otras confesiones cristianas, no podemos por menos que alegrarnos. Es hermoso  ver cómo el Señor siembra ampliamente sus dones, es bueno ver a los hermanos y hermanas  que abrazan en  Jesús nuestra misma razón de vivir. No sólo eso:  los otros "familiares de Dios" pueden  ayudarnos a acercarnos todavía más al Señor y estimularnos a dar un testimonio más fiel del Evangelio. Demos, pues, gracias al Padre por todo lo que nos ha concedido mucho antes de los últimos cincuenta años, en los siglos pasados ​​y en todo el mundo, en las respectivas comunidades. Dejémonos fortalecer recíprocamente por el testimonio de la fe.


La fe se hace tangible sobre todo cuando se concreta en el amor, en particular en  el servicio a los pobres y marginados. " Proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes”. En el  año cincuenta del  diálogo esta antigua invitación de la Palabra viva resuena especialmente actual para nosotros. Forma parte de la misma llamada a la santidad que, siendo llamada a la vida de comunión con Dios, es necesariamente llamada a la comunión con los demás. Cuando  católicos y metodistas acompañamos y levantamos juntos a  los débiles y los marginados – aquellos que,  a pesar de vivir en  nuestras sociedades, se sienten lejanos,  extranjeros, extraños – respondemos  a la invitación del Señor.


Mirando al futuro, más  allá de los cincuenta años, tenemos una certeza: no podemos  crecer en la santidad  sin crecer en una comunión mayor. Esta es la senda que se abre ante el camino con la nueva fase de diálogo que está a  punto de iniciar sobre el tema de la reconciliación. No podemos hablar de  oración y de caridad si, juntos, no rezamos  y no trabajamos  por la reconciliación y la plena comunión entre nosotros. ¡Que vuestro  trabajo sobre  la reconciliación sea un don ,  y no sólo para nuestras comunidades  sino para el mundo! ¡Que sea  un estímulo para  que todos los cristianos sean ministros de la reconciliación!. Es el Espíritu de Dios el que obra el milagro  de la unidad reconciliada. Y lo hace con su estilo, como lo hizo en Pentecostés, suscitando  diferentes carismas y recomponiendo todo en una unidad, que no es uniformidad, sino  comunión. Por lo tanto, es necesario que estemos juntos como los discípulos esperando al Espíritu, como hermanos en  camino.


Muchas gracias por vuestra presencia; agradezco a la Comisión de  diálogo el trabajo ya realizado y el futuro y al Consejo Metodista Mundial el continuo apoyo al diálogo. La bendición de estos últimos cincuenta años radica en la gracia que hemos descubierto  los unos en los otros y que ha enriquecido a ambas comunidades. La tarea no se ha terminado  y estamos llamados,  mientras seguimos caminando, a mirar hacia adelante. Hemos aprendido a reconocernos hermanos y hermanas en Cristo; ahora es el momento de prepararnos, con esperanza humilde y esfuerzo concreto,  a ese pleno reconocimiento que tendrá lugar con la ayuda de Dios cuando finalmente podamos encontrarnos juntos en la fracción del Pan. Quisiera invitaros  a rezar  por esto, pidiéndole al Padre el pan de cada día que sostenga nuestro camino: Padre nuestro …