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Audiencia general , 11.10.2017

Catequesis del Santo Padre

Llamamientos

Saludos en las diversas lenguas

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9,20 en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado  a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.

En su discurso, el  Papa, ha hablado del tema: “La espera vigilante”.

Después de resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes y a continuación ha invitado a rezar el Rosario por la intención de la paz en el mundo, recordando el final de las celebraciones del centenario de las apariciones de la Virgen en Fátima el 13 de octubre. Asimismo ha lanzado un llamamiento con motivo del Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy me gustaría hablar de esa dimensión de  la esperanza que es la espera vigilante. El tema de la vigilancia es uno de los hilos conductores del Nuevo Testamento. Jesús predica a sus discípulos: "Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas y sed como hombres que esperan a  que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran "(Lc 12.35 a 36). En este tiempo que sigue a la resurrección de Jesús, donde se alternan constantemente los  momentos serenos con los angustiosos,   los cristianos no se apoltronan. El Evangelio recomienda que sean  como sirvientes que nunca se van a dormir hasta que su amo haya vuelto. Este mundo nos exige responsabilidad, y  nosotros la asumimos enteramente y con amor . Jesús quiere que nuestra existencia sea laboriosa, que no bajemos la guardia, para recibir con gratitud y maravilla cada nuevo día que Dios nos  da. Cada mañana es una página en blanco que el cristiano comienza a escribir con las buenas obras. Ya estamos salvados por la redención de Jesús, pero ahora esperamos la manifestación plena de su señorío: cuando finalmente Dios será todo en todos (cf. 1 Cor 15,28). Nada hay más cierto en la fe de los cristianos que esta "cita", esta cita con el Señor, cuando venga. Y cuando llegue ese día, los cristianos quieren ser como aquellos servidores que pasaron la noche  con los lomos ceñidos  y las lámparas encendidas: hay que estar preparados  para la salvación que llega, preparados para el encuentro. ¿Habéis pensado cómo será ese encuentro con Jesús, cuándo venga?. ¡Será un abrazo, una alegría enorme, una gran alegría! Tenemos que vivir a la espera de ese encuentro.

El cristiano no está hecho para el aburrimiento; si acaso para la paciencia. Sabe que  también en la monotonía de algunos días siempre iguales se oculta  un misterio de  gracia. Hay personas que con la perseverancia de su amor se vuelven como pozos que riegan el desierto. Nada sucede en vano, y ninguna situación en la que un cristiano esté inmerso es completamente refractaria al amor. Ninguna noche es tan larga como para olvidar la alegría de la aurora. Y cuánto más oscura es la noche, más cerca está la aurora. Si permanecemos unidos a Jesús, el frío de los momentos difíciles no nos paraliza; y aunque todo el mundo predicase contra la esperanza, si dijera  que el futuro sólo traerá  nubes oscuras, el cristiano sabe que en ese mismo futuro está el retorno de Cristo.  Nadie  sabe cuándo sucederá, pero el pensamiento de que al final de nuestra historia estará Jesús misericordioso, es suficiente para tener confianza y para no maldecir la vida. Todo se salvará. Todo. Sí, habrá momentos que susciten rabia  e indignación, pero el dulce y poderoso recuerdo de Cristo  ahuyentará la tentación de pensar que esta vida es equivocada.

Después de conocer a Jesús, no podemos hacer otra cosa sino escrutar la historia con confianza y esperanza. Jesús es como una casa, y  nosotros estamos dentro, y desde las ventanas de esta casa miramos al mundo. Por eso no nos encerremos en nosotros mismos, no añoremos con melancolía un pasado  que se presume dorado: miremos siempre adelante, a un futuro  que no es sólo la obra de nuestras manos, sino que, sobre todo, es una preocupación constante de la providencia de Dios. Todo lo que  es opaco un día se convertirá en luz.


Y tengamos en cuenta que Dios no se desmiente. Nunca. Dios no defrauda nunca. Su voluntad respecto a   nosotros no es nebulosa,   sino un proyecto de salvación bien definido: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2,4). Por lo tanto, no nos abandonemos  al flujo de los acontecimientos con pesimismo, como si la historia fuera un tren del que hemos perdido el control. La resignación no es una virtud cristiana. Como no es  propio de los cristianos  alzar los hombros o bajar la cabeza frente a un destino que parece ineluctable.


Los que dan esperanza al mundo nunca son  personas pasivas. Jesús nos recomienda que lo esperamos sin estar mano sobre mano: "Dichosos los siervos que el señor al venir encuentre despiertos” (Lc 12,37). No hay  constructor de  paz que, a fin de cuentas,  no haya comprometido su paz personal, asumiendo los problemas de los demás. El pasivo  no es un constructor de paz, sino un perezoso, uno que quiere estar cómodo. Mientras el cristiano es un constructor de paz cuando se arriesga, cuando tiene el valor de arriesgarse para llevar el bien, el bien que Jesús nos ha dado, que nos ha dado como un tesoro.

Todos los días de nuestras vidas, repitamos la invocación  que los primeros discípulos, en arameo, expresaban con las palabras Marana tha, y que nos encontramos en el último versículo de la Biblia: "¡Ven, Señor Jesús" (Ap 22:20). Es el estribillo de toda existencia cristiana: en nuestro mundo no necesitamos nada  más que una caricia de Cristo. ¡Qué gracia si, en la oración, en los días difíciles de esta vida, escuchamos su voz que responde  y nos tranquiliza!: "Mira, vengo pronto" (Ap 22: 7).

Llamamientos

El viernes próximo, 13 de octubre, termina  el centenario de las últimas apariciones marianas en Fátima. Con la mirada puesta  en la Madre del Señor y  Reina de las Misiones, invito a todos, especialmente este mes de octubre, a rezar el Santo Rosario por la intención de la paz en el mundo. Que la oración mueva a los ánimos más  agresivos para que " aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz" (Mensaje de la 50 Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2017).

El mismo día, 13 de octubre, se celebra el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. Renuevo mi sincero llamamiento a la salvaguardia de la creación mediante una defensa y un  cuidado del medio ambiente cada vez más atentos. Exhorto, por lo tanto, a las instituciones y a cuantos  tienen responsabilidad pública y social a que promuevan cada vez más  una cultura cuyo objetivo sea la reducción de la exposición a los riesgos y peligros naturales. ¡Que las acciones concretas, encaminadas al estudio y a la defensa de la casa común, reduzcan progresivamente los riesgos para las poblaciones más vulnerables!.

 

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés


Me complace saludar  a los peregrinos de Francia, Suiza, Canadá y la República Centroafricana. ¡Que el recuerdo dulce y poderoso de Cristo nos ayude a permanecer vigilantes en la esperanza y atentos a su palabra!. ¡Que Dios os bendiga!.



Saludos en inglés


Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en  la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Escocia, Dinamarca, Australia, India, Indonesia, Japón, Filipinas, Canadá y los Estados Unidos de América. En particular, saludo a los que celebrarán mañana el Día Mundial de la Vista, asegurando mi cercanía y mis oraciones a los invidentes  y a las personas con hipovisión. Sobre vosotros y sobre vuestras familias, invoco la gracia del Señor Jesús para que permanezcáis constantes en la esperanza y os confiéis a la providencia de Dios en vuestra vida. ¡Que Dios os bendiga a todos!.


Saludos en alemán


Dirijo un  cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana, especialmente a los numerosos jóvenes y a los participantes en la semana informativa de la Guardia Suiza Pontificia. Jesús sigue llamando a la puerta de nuestro corazón. Queremos darle la bienvenida con prontitud, poniéndonos al servicio de los demás, especialmente de los pobres, de los enfermos y de los refugiados. ¡El Espíritu Santo os guíe en vuestro camino!.

Saludos en español


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a la comunidad del Pontificio Colegio Mexicano de Roma, que acompañados por los cardenales José Francisco Robles Ortega y Alberto Suárez Inda, así como por algunos obispos mexicanos, celebran el 50 aniversario de su fundación. Animo a todos a que, siguiendo el ejemplo de nuestra Madre la Virgen María, vivan con una esperanza vigilante, y sean para cuantos los rodean portadores de la luz y de la caricia del Dios de la Misericordia. Que Dios los bendiga.

 Saludos en portugués


Mi saludo se extiende a todos los peregrinos de Brasil y otros países de habla portuguesa, en particular, a los diversos grupos de sacerdotes, religiosos y fieles brasileños residentes en Roma, venidos a esta audiencia para compartir la alegría del jubileo de los 300 años de Nossa Senhora Aparecida, cuya fiesta se celebra mañana. La historia de los pescadores que encontraron en el río Paraíba do Sul el cuerpo y luego la cabeza de la imagen de la Virgen, juntados sucesivamente, nos recuerda que en este momento difícil en Brasil, la Virgen María es un signo que impulsa hacia la unidad fundada en la solidaridad y la justicia. ¡Dios os bendiga!.

 

Saludos en árabe


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua  árabe, especialmente los del Líbano, Tierra Santa y Oriente Medio. Nuestra esperanza está basada en la certeza del regreso de Cristo y en estar preparados para recibirlo. Por lo tanto, no nos abandonemos al flujo de los acontecimientos con pesimismo, como si la historia fuera un tren del que hemos perdido el control. La renuncia no es una virtud cristiana. ¡Que el Señor os bendiga y os proteja siempre del maligno!


Saludos en polaco

Doy mi cordial bienvenida a los peregrinos polacos, en particular a  los organizadores de la exposición "In nomine Domini" organizada en la Universidad Pontificia Urbaniana, dedicada al cardenal Adam Kozłowiecki. El recuerdo de  este gran misionero, arzobispo de Lusaca, que pasó  su vida sirviendo con  humildad a la población de Zambia,  nos sensibiliza sobre las necesidades espirituales y materiales de las naciones africanas. Recemos por los misioneros de todo el mundo. ¡Dios os bendiga!.

Saludos en italiano


¡Queridos  peregrinos italianos de lengua italiana, bienvenidos!


Me complace recibir al prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri y a los miembros de la congregación  reunidos  en Roma para la sesión plenaria, con motivo del primer centenario de su fundación. Encomiendo su trabajo a la intercesión de San Juan XXIII, del que hoy es la memoria litúrgica, para que la Congregación para las Iglesias Orientales prosiga  con entrega generosa el servicio al Oriente Católico.


Saludo a los Misioneros Verbitas,  a las Hijas de María Auxiliadora, a las Hijas e Hijos de Santa Ana, a la comunidad del Seminario Menor San Juan XXIII de Montefiascone y  a los muchos fieles de las parroquias y asociaciones italianas. ¡Que la visita a las tumbas de los apóstoles favorezca en vosotros un sentido de pertenencia a la familia eclesial y estimule un servicio cada vez más generoso y lleno de esperanza!.


Dedico un saludo especial a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. El mes de octubre es el mes de las misiones en el que estamos invitados  a rezar a la Virgen María, Madre de las Misiones: Queridos jóvenes, sed misioneros de Cristo en vuestros ambientes con su misma misericordia y ternura. Queridos enfermos, ofreced vuestro sufrimiento por la conversión de los alejados y de los  indiferentes; y vosotros, queridos recién casados, sed misioneros en vuestra familia, anunciando con el  ejemplo el Evangelio