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Audiencia general , 07.06.2017

Catequesis del Santo Padre

Saludos en las diversas lenguas

Llamamiento del Santo Padre

 

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9, 20  en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado  a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.

En su discurso, el  Papa, ha hablado del  tema: “La paternidad de Dios, fuente de nuestra esperanza” (cfr Lc 11, 1-4).

Después de resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes y ha lanzado un llamamiento en favor de la iniciativa “Un minuto por la paz

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Había una cosa fascinante en la oración de Jesús, tan fascinante que un día sus discípulos pidieron ser partícipes. El episodio se encuentra en el Evangelio de Lucas, que entre los evangelistas es el que mayormente documentó el misterio del Cristo “orante”: el Señor rezaba. Los discípulos de Jesús están impactados por el hecho de que Él, especialmente por la mañana y por la tarde, se retira en soledad y se “sumerge” en la oración. Y por esto, un día, le piden que les enseñen  a rezar a ellos también (Lucas 11, 1). Es entonces cuando Jesús transmite la que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia: el padrenuestro. En verdad, Lucas, respecto a Mateo, nos devuelve la oración de Jesús en una forma un poco abreviada, que comienza con la simple invocación: «Padre» (v. 2).

  Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el valor de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a la oración comunitaria de la oración de Jesús, utiliza la expresión «nos atrevemos decir». Efectivamente, llamar a Dios con el nombre de “Padre” no es para nada un hecho descontado. Nos surgiría usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos por su trascendencia. En cambio, invocarlo como “Padre” nos pone en una relación de confidencia con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero ya no da miedo, no nos oprime, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de aceptar en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, «huyeron […], pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas» (Marcos 16, 8). Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: “¡No tengáis miedo!”.

   Pensemos en la parábola del padre misericordioso (cf Lucas 15, 11-32). Jesús habla de un padre que sabe ser solo amor para sus hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de confiarle su parte de herencia y dejarle irse de casa. Dios es Padre, dice Jesús, pero no de la manera humana, porque no hay ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre arbitrio del hombre, capaz solo de conjugar el verbo “amar”. Cuando el hijo rebelde después de haber despilfarrado todo, vuelve finalmente a la casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino que siente sobre todo necesidad de perdonar, y con su abrazo hace entender al hijo que durante todo ese largo tiempo de ausencia le ha echado de menos, ha sido dolorosamente echado de menos por su amor de padre.   ¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor hacia sus hijos! Quizás es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el apóstol Pablo no es capaz de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba “abbà”. Dos veces san Pablo, en su epistolario (cf. Romanos 8, 15; Gálatas 4, 6), toca este tema, y en dos ocasiones deja esa palabra sin traducir, en la misma forma en la cual ha florecido en boca de Jesús, “abbà”, un término aún más íntimo respecto a “padre”, y que alguno traduce “papá”.

     Queridos hermanos y hermanas, nunca estamos  solos. Podemos estar lejanos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios que no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios “sin el hombre”; ¡es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es el manantial de nuestra esperanza, que encontramos custodiada en todas las invocaciones del padrenuestro. Cuando necesitamos ayuda, Jesús no nos dice que nos resignemos y nos cerremos en nosotros mismos, sino que nos dirijamos al Padre y le pidamos a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde aquellas más evidentes y cotidianas, como la comida, la salud, el trabajo, hasta la de ser perdonados y apoyados en las tentaciones, no son solo el espejo de nuestra soledad: sin embargo hay  un Padre  que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona.

  Ahora os hago una propuesta: cada uno de nosotros tiene muchos problemas y muchas necesidades. Pensemos un poco, en silencio, en estos problemas y estas necesidades. Pensemos también en el Padre, en nuestro Padre, que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando. Y todos juntos, con confianza y esperanza, recemos: “Padre nuestro, que estás en los Cielos...”!

¡Gracias!

 

 

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente a los fieles que han venido de Francia, Costa de Marfil y Benin. . El Espíritu Santo nos guía en la oración de Jesús. Atrevámonos  a entrar en  una verdadera relación filial, de amor y fe con Dios nuestro Padre, una relación que excluye todo temor y toda adversidad: nunca más nos sentiremos  solos y nuestra vida será transformado. ¡Dios os bendiga!

Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Escocia, Alemania, Países Bajos, Ghana, India, Indonesia, Singapur, Corea, Hong Kong, Taiwán, Filipinas, Canadá y los Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo.

 

Saludos en alemán
Un caluroso saludo  a los peregrinos de los países de habla alemana. Jesús nos ha dado el gran don de poder  llamar a Dios "Padre". Es un Padre que siempre nos mira con amor y se preocupa por nosotros. Vivamos  esta certeza todos los días y llevemos esta esperanza a nuestros hermanos y hermanas. ¡Que el Espíritu Santo nos haga a todos verdaderos hijos e hijas de Dios.

Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.

Los invito a dirigirse a Dios, nuestro Padre, en todo momento y circunstancia. No nos encerremos en nosotros mismos, sino que acudamos con confianza a él, que como Padre bueno nos mira con amor y nunca nos abandona.

Muchas gracias.

 Saludos en portugués


Queridos peregrinos  de Brasil y todos los aquí presentes de  lengua portuguesa, ¡bienvenidos! La resurrección de Cristo nos ha abierto el camino más allá de la muerte; tenemos abierto así el camino al cielo. Que nada os  impida  vivir y crecer en la amistad del  Padre celestial, y de dar testimonio a todos de  su infinita bondad y misericordia. Sobre vosotros  y vuestras  familias, descienda copiosa su bendición.


Saludos en árabe
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de  lengua árabe, en particular los de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, en cualquier situación en la vida, no hay que olvidar que nunca vamos a dejar de ser hijos de Dios, hijos de un Padre que nos ama y espera nuestro regreso. Incluso en la peor situación de la vida, Dios nos espera  y nos quiere abrazar. ¡El Señor os bendiga!

 

Saludos en polaco

Doy mi cordial bienvenida a los peregrinos polacos. De un modo especial, saludo a la Asociación Comunidad Reina de la Paz en Radom, que, inspirándose en  las 12 estrellas de la corona de María, Reina de la Paz está creando  12 centros de adoración eucarística y  oración perpetua por la paz en los lugares más conflictivos del mundo. A petición de ellos, hoy bendije el altar Adoratio Domini in unitate et pace, destinado al Santuario de Nuestra Señora del Rosario de  Namyang en Corea del Sur.  Que no falte en este mes de junio, dedicado a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús la oración todos por la paz. Alabado sea Jesucristo.

 

Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Saludo a las Hermanas de la Caridad de las Santas Bartolomea Capitanio y Vincenza Gerosa, que participan en  el Capítulo General y a los jóvenes atletas de la Peregrinación Macerata-Loreto con la "antorcha de la paz", con su obispo. Nazzareno Marconi.


Saludo a los Hermanos Menores Conventuales; grupos parroquiales, en particular, a los fieles de San Cipriano Picentino y los de Airola, que recuerdan  el centenario de la fiesta de la Santísima Dolorosa, así como a los participantes en el Congreso Internacional de Ginecología.


Doy la bienvenida con alegría a los niños de oncología pediátrica del  Policlínico San Matteo de Pavía; a los abanderados de Mappano de Caselle y a los estudiantes, en particular a los chicos del  Instituto Cangemi de Boscoreale. Animo a todos a vivir intensamente el encuentro con el Sucesor de Pedro para crecer en la fe en Dios, Padre misericordioso.


Para acabar, unas palabras  a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El mes de junio que acaba de comenzar nos recuerda la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: Queridos jóvenes, la escuela de ese  Divino Corazón creced en la dedicación hacia vuestros  semejantes; queridos enfermos, en el sufrimiento unid vuestro  corazón al del Hijo de Dios; y vosotros, queridos recién casados, mirad al Corazón de Jesús para aprender el amor incondicional.