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Las palabras del Papa en la oración del Regina Coeli, 17.04.2017

A las 12 horas de hoy, Lunes del ángel, el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Coeli con los fieles y peregrinos llegados a la Plaza de San Pedro.

Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana:

Antes  del Regina Coeli

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En este lunes de fiesta, llamado ‘Lunes del ángel’,  la liturgia hace resonar el anuncio de la Resurrección proclamado ayer: “¡Cristo ha resucitado,  aleluya!”. En el pasaje evangélico de hoy podemos percibir el eco de las palabras que el ángel dirigió a las mujeres que acudieron al sepulcro: « Y ahora, id enseguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos’» (Mt 28,7)Sentimos como dirigida también a nosotros esa invitación a ir “enseguida” a anunciar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo este mensaje de alegría y de esperanza. De esperanza cierta, porque desde cuando, en la aurora del tercer día, Jesús crucificado ha resucitado, la última palabra ya no la tiene la muerte, sino la vida ¡Y ésta es nuestra certeza. La última palabra ya no es el sepulcro, no es la muerte, es la vida! Por ello repetimos tanto: ‘¡Cristo ha resucitado!’. Porque en Él el sepulcro ha sido derrotado, ha nacido la vida.

Por  este evento, que constituye la verdadera novedad de la historia y del cosmos, estamos llamados a ser hombres y mujeres nuevos según el Espíritu, afirmando el valor de la vida. ¡Hay vida! ¡Esto es comenzar ya a resucitar! Seremos hombres y mujeres de resurrección, hombres y mujeres de vida si, en medio de las vicisitudes que atormentan al mundo, - hay tantas hoy – en medio de la mundanidad que nos aleja de Dios, sabremos brindar gestos de solidaridad y de acogida, alimentar el anhelo universal de  paz y la aspiración a un ambiente libre de la degradación. Se trata de signos comunes y humanos, pero que, sostenidos y animados por la fe en el Señor Resucitado, adquieren una eficacia muy superior a nuestras capacidades. Y esto es así, porque Cristo está vivo y  obra en la historia por medio de su Santo Espíritu: rescata nuestras miserias, alcanza todo corazón humano y vuelve a dar esperanza a cualquiera que esté oprimido y sufra.

La Virgen María, testigo silencioso de la muerte y resurrección de su hijo Jesús, nos ayude a ser signos límpidos de Cristo resucitado entre las vicisitudes del mundo, para que cuantos están en la tribulación y en las dificultades no permanezcan víctimas del pesimismo,  y de la derrota, de la resignación, sino que encuentren en nosotros a tantos hermanos y hermanas que  les ofrecen apoyo y consuelo. Nuestra Madre nos ayude a creer firmemente en la resurrección de Jesús: Jesús ha resucitado, está vivo aquí, entre nosotros y esto es un admirable misterio de salvación con la capacidad de transformar los corazones y la vida.  Y que interceda en especial por las comunidades cristianas perseguidas y oprimidas, que están hoy, en tantas partes del mundo, llamadas a un testimonio más difícil y valiente.

Y ahora, en la luz y en la alegría de la Pascua, nos dirigimos a Ella con la oración, que durante cincuenta días, hasta Pentecostés, ocupa el lugar del Ángelus:

Regina Coeli

 

Después del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas:

En el clima pascual que caracteriza esta jornada,  saludo cordialmente a todos vosotros, familias, grupos parroquiales, asociaciones y peregrinos venidos de Italia y de diversas partes del mundo.

A cada uno de vosotros le deseo que transcurra con serenidad estos días de la Octava de Pascua, en que se prolonga la alegría de la Resurrección de Cristo. Aprovechad toda buena ocasión para ser testigos de la paz del Señor resucitado.

¡Feliz y Santa Pascua a todos! Por favor,  no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.