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Las palabras del Papa en la oración del Ángelus, 09.04.2017

Al final  de la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, el Santo Padre Francisco ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.

Siguen las palabras pronunciadas por el Santo Padre antes de la oración mariana:

Antes del Ángelus

Al final  de esta celebración, saludo cordialmente a todos  vosotros, aquí presentes, especialmente a cuantos han participado en el Encuentro internacional de cara a  la Asamblea sinodal sobre los jóvenes, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en colaboración con la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

Este saludo se extiende a todos los jóvenes que hoy, en torno a sus obispos, celebran la Jornada de la Juventud en cada diócesis del mundo. Se trata de otra etapa de la gran peregrinación, comenzada por San Juan Pablo II, que el año pasado nos vió  reunido en Cracovia y que nos convoca en Panamá para enero de 2019.

Por eso, dentro de unos momentos, los jóvenes polacos entregarán la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud a los jóvenes panameños, acompañados, recíprocamente, por sus pastores y por sus autoridades civiles.

Pidamos al Señor que la Cruz, junto al icono de María, Salus Populi Romani, allí donde pase haga crecer la fe y la esperanza, revelando el amor invencible de Cristo.

A Cristo que hoy entra en la Pasión y a la la Santísima Virgen encomendamos a las víctimas del atentado terrorista del viernes pasado en Estocolmo, así como a cuantos se encuentran aún duramente probados por la guerra, desgracia de la humanidad.

Y también rezamos  por las víctimas del atentado que ha tenido lugar desgraciadamente  hoy, esta mañana, en El Cairo, en una iglesia copta. Expreso mi profundo pesar a mi querido hermano, Su Santidad el Papa Tawadros II, a la Iglesia Copta y a toda la querida nación egipcia, rezo por los difuntos y por los heridos; estoy cercano a los familiares y a la entera comunidad.

Que el Señor convierta el corazón de las personas que siembran terror, violencia y muerte, y también el corazón de quienes fabrican las armas y trafican con ellas.