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Histórica visita del Papa a la iglesia anglicana de Todos los Santos, 26.02.2017

El Papa Francisco, primer pontífice en la historia,  ha visitado esta tarde la iglesia anglicana de Todos los Santos en Roma, su diócesis. Durante el encuentro, el Santo Padre se unió a los fieles anglicanos para celebrar las vísperas en una ceremonia durante la cual bendijo también una imagen de Cristo Salvador. Acompañaron al Papa  Robert Innes, obispo anglicano de la diócesis en Europa y  el reverendo Jonathan Boardman, capellán de la iglesia de Todos los Santos quienes le dedicaron unas afectuosas palabras de agradecimiento por su visita.

“Han pasado más de doscientos años desde que se celebró por primera  vez en Roma un servicio litúrgico anglicano público para un grupo de residentes británicos que vivían  en esta parte de la ciudad –dijo  Francisco en su homilía-…. Durante estos dos siglos mucho  ha cambiado también entre anglicanos y católicos, que en el pasado se miraban unos a otros  con sospecha y hostilidad; Hoy, gracias a Dios, nos reconocemos  como verdaderamente somos: hermanos y hermanas en Cristo, a través de nuestro bautismo común. Como amigos y peregrinos quee desean caminar juntos, seguir juntos a nuestro Señor Jesucristo”.

“Me habéis invitado a bendecir la nueva imagen de Cristo Salvador. Cristo nos mira, y su mirada fija en nosotros  es una mirada de salvación, de amor y compasión…. En esta santa imagen Jesús, parece dirigirnos  un llamamiento: "¿Estás listo para dejar algo de tu pasado por mí? ¿Quieres ser un mensajero de mi amor, de mi misericordia? ".

“La misericordia de Dios es la fuente de todo  el ministerio cristiano –continuó-   Nos lo dice el apóstol Pablo, dirigiéndose a los Corintios, en la lectura “ que “ demuestra que el Apóstol ha superado las diferencias del pasado y,viviendo su ministerio según la misericordia recibida , no se resigna a las divisiones,  sino que trabaja por la reconciliación. Cuando nosotros, comunidad de cristianos bautizados, nos enfrentamos a los desacuerdos y nos colocamos frente al rostro misericordioso de Cristo para superarlos, hacemos lo mismo que hizo san Pablo en una de las primeras comunidades cristianas”.

“Pablo … empieza …por  la humildad, que no sólo es una hermosa virtud;  es una cuestión de identidad –subrayó el Santo Padre-  Pablo se concibe  como un siervo, que no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo el Señor  y  cumple este servicio, este ministerio según la misericordia que se le dio; no de acuerdo con su habilidad ni confiando en sus propia fuerzas... Hacerse humilde es descentralizarse, reconocerse necesitados de Dios, mendigos de misericordia: es el punto de partida, para que  Dios actúe.. Su prioridad (de Pablo n.d.r)  era compartir con los demás su pan: la alegría de ser amados por el Señor y amarlo”.

“Este es nuestro bien  más valioso, nuestro tesoro, y en este contexto, Pablo introduce una de sus imágenes más famosas que  se puede aplicar a todos nosotros: "Llevamos este tesoro en vasijas de barro" …Los corintios sabían que era necio guardar algo precioso en vasijas de barro, que eran baratas, pero se rompían con facilidad. Tener dentro de ellas algo precioso significaba arriesgarse a perderlo. Pablo, pecador perdonado, humildemente  se reconoce frágil como una vasija de barro. Pero ha  experimentado y sabe que precisamente allí,  donde la miseria humana se abre a la acción misericordiosa de Dios, el Señor hace maravillas”.

“Confiado  en esta humilde  potencia, Pablo sirve al Evangelio –observó Francisco-  Hablando de algunos de sus oponentes en Corinto, los llama "superapóstoles" , tal vez, y con un poco de ironía, porque le  habían criticado por sus debilidades, de las que se consideraban exentos. Pablo, sin embargo, enseña que sólo…si reconocemos nuestra debilidad y pedimos  perdón,  la misericordia sanadora de Dios resplandecerá dentro de  nosotros y también será visible en el exterior; otros experimentarán, de alguna manera, a través de nosotros, la suave belleza del rostro de Cristo”.

Francisco recordó que hubo un  momento, tal vez el más difícil con la comunidad de Corinto en que Pablo  anuló una visita que había planeado hacer y  renunció incluso  a las ofertas que habría recibido. “Había tensiones  en la comunión pero no tuvieron la última palabra.  La relación se mantuvo en pie y el apóstol aceptó la oferta para el sostén de la Iglesia de Jerusalén. Los cristianos de Corinto volvieron a trabajar junto con las otras comunidades visitadas por Pablo, para apoyar a los necesitados. Esta es una fuerte señal de comunión restaurada. También la tarea  que desempeña  vuestra comunidad, junto con otras de habla inglesa aquí en Roma, también se puede ver de esta manera. Una comunión verdadera y sólida crece y se hace más fuerte cuando actuamos juntos  en favor de  los necesitados”.

“Católicos y anglicanos, estamos humildemente agradecidos porque, después de siglos de desconfianza mutua, ahora somos capaces de reconocer  que la gracia fecunda  de Cristo actúa también en los otros. Damos gracias  a Dios porque entre los cristianos ha  crecido el deseo de una cercanía más grande , que se manifiesta en rezar juntos y en  el testimonio común del Evangelio, especialmente a través de varias formas de servicio. A veces, el progreso en el camino hacia la plena comunión puede aparecer lento e incierto, pero hoy podemos sentirnos alentados por  nuestro encuentro. Por primera vez, un Obispo de Roma visita vuestra comunidad. Es una gracia y también una responsabilidad: la responsabilidad de fortalecer nuestras relaciones en  la alabanza de Cristo, al servicio del  Evangelio y de esta ciudad”.

“Alentémonos los unos a  los otros  para convertirnos  en discípulos cada vez más fieles de Jesús, cada vez más libres de los prejuicios de nuestros respectivos pasados y cada vez más deseosos de rezar  por y con los demás. Una buena señal de este deseo es el "hermanamiento" entre vuestra parroquia de Todos los Santos y la de Todos los Santos católica. ¡Que los santos de todas las confesiones cristianas, unidos en la Jerusalén celeste, nos abran  el camino para recorrer  aquí abajo todas las sendas  posibles  de un camino cristiano y fraternal común! –exclamó al final de su homilía-  Donde se reúnen  en nombre de Jesús,  allí está El  y con su mirada de misericordia nos llama a trabajar  por la unidad y el amor”.