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Audiencia general: La relación entre esperanza y oración, 18.01.2017

El Papa Francisco, prosiguiendo el ciclo de catequesis dedicado a la esperanza cristiana, ha abordado en la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, la relación entre esa virtud cardinal y la oración partiendo del relato bíblico de Jonás,  una figura algo anómala entre los profetas de Israel,  que trata de escapar de la llamada del Señor y rechaza ponerse al servicio del plan divino de salvación. Su historia se narra en un pequeño libro de cuatro capítulos que constituye “una suerte de parábola portadora de una gran lección, la de la misericordia de Dios que perdona”-

“Jonás  es un profeta "en salida" –explicó Francisco-  ¡y también un profeta en fuga! Es un profeta en salida que Dios envía "a la periferia", en Nínive, para convertir a los habitantes de la gran ciudad. Pero Nínive, para un israelita como Jonás, era una realidad amenazante, el enemigo que ponía en peligro a la misma Jerusalén, y por lo tanto  había que destruirla,  no salvarla, ciertamente.  Por lo tanto, cuando Dios manda a Jonás a predicar en esa ciudad, el profeta, que conoce la bondad del Señor y su deseo de perdonar, trata de escapar de su deber y huye. En  su fuga, el profeta entra en contacto con algunos paganos, los marineros de la nave en la que se había embarcado para alejarse de Dios y de su misión. Y se escapa muy lejos porque Nínive estaba en la región de Irak y él va  hacia España, se escapa en serio.  Pero es precisamente la conducta de estos hombres paganos -como será después el de los habitantes de Nínive-  la  que nos lleva a reflexionar  sobre la esperanza que, ante el peligro y la muerte, se expresa en la oración”.

 Durante la travesía marina estalla una terrible tormenta y Jonás baja a la bodega del barco echándose  a dormir. En cambio los marineros,viéndose perdidos, "se pusieron a invocar cada uno a su dios": eran paganos.  El capitán del barco despierta  al profeta, diciendo: "¿Qué  haces aquí dormido? ¡Levántate, e invoca a tu Dios! ¡Quizás Dios se preocupe de nosotros, y no perezcamos”(Gn 1,6).“La reacción de estos "paganos"  es la reacción apropiada frente la muerte, frente al peligro -subrayó Francisco- porque es entonces cuando el hombre experimenta completamente  su  fragilidad y su necesidad de salvación. El horror instintivo de  la  muerte revela la necesidad de esperar en el Dios de la vida. "¡Quizás Dios se preocupe de nosotros, y no perezcamos": son las palabras de la esperanza que se  convierte en oración, esa súplica llena de angustia que sube a la boca  del ser humano ante un peligro inminente de muerte”

“Desdeñamos con demasiada facilidad  dirigirnos a  Dios en las necesidades como si fuera sólo una oración interesada, y por lo tanto imperfecta –observó el Pontífice- Pero Dios conoce nuestra debilidad, sabe que nos acordamos de El para pedirle  ayuda, y con la sonrisa indulgente de un padre, Dios responde con benevolencia”.

Cuando Jonás, reconociendo sus responsabilidades, se tira  al agua  para rescatar a sus compañeros de viaje, la tormenta se calma. “La muerte al acecho empuja a rezar a aquellos paganos y hace que el profeta, a pesar de todo, viva su vocación de servicio a los demás aceptando  sacrificarse por ellos, y entonces  lleva a los supervivientes al reconocimiento del verdadero Señor y a la  alabanza. Los marineros, que habían rezado presos de miedo  a sus dioses, ahora, con temor sincero del Señor, reconocen al verdadero Dios, le  ofrecen sacrificios y formulan  votos. La  esperanza, que los había llevado a rezar para no morir, se revela todavía  más potente y desemboca en  algo que va mucho más allá de lo que esperaban: no solamente no perecen en la tormenta, sino que se abren  al reconocimiento del verdadero y único  Señor del cielo y de la tierra”.

Posteriormente, incluso los habitantes de Nínive, ante  la perspectiva de ser destruidos, rezarán impulsados ​​por la esperanza en el perdón de Dios.  Harán penitencia,  invocarán al Señor y se convertirán, empezando por el rey, que, como el capitán del barco, da voz a la esperanza, diciendo: "¡Quien sabe , quizás vuelva Dios  [...] y  no perezcamos! (Gn 3,9). “También  para ellos, como para la tripulación en medio de  la tormenta, haberse enfrentado con  la muerte y salir  sanos y salvos los llevó  a la verdad –terminó el Papa-  Así, en virtud de la misericordia divina, y más aún a la luz del misterio pascual, la muerte puede llegar a ser, como  fue para San Francisco de Asís, "nuestra hermana muerte" y representar para cada ser humano y para cada uno de nosotros, la increíble oportunidad de conocer la esperanza y de encontrar al Señor. ¡Que el Señor nos haga comprender esta relación entre oración y esperanza. La oración te lleva hacia adelante en la esperanza, y cuando la situación se vuelve más oscura, se necesita más oración! Y habrá más esperanza. Gracias”.