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Homilía del Papa: Ser cristiano es ante todo dar testimonio de Jesús, 15.01.2017

En la homilía pronunciada en la parroquia de Santa María en Setteville, el Papa habló del valor del testimonio a la luz de las palabras pronunciadas por san Juan Bautista al ver que Jesús se acercaba a él:  "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Este era del que yo dije: El que viend detrás de mí  se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”. “Este es el Mesías.Da testimonio –dijo Francisco-  Y algunos de los discípulos, al oír este testimonio – los discípulos de Juan -siguieron a Jesús - Fueron tras él y estaban contentos: "Hemos encontrado al Mesías". Sintieron la presencia de Jesús. Pero ¿por qué encontraron a Jesús? Porqué hubo un testigo, porque hubo un hombre que dio testimonio de Jesús”.

 

“Lo mismo sucede en nuestras vidas –prosiguió-  Hay muchos cristianos que dicen que Jesús es Dios.  Hay muchos sacerdotes que profesan que Jesús es Dios, muchos obispos ... Pero ¿todos dan testimonio de Jesús? O ¿ser cristiano es ... una forma de vida como cualquier otra, como ser  hincha  de un equipo?  ¿O como tener una filosofía?:  “Yo observo estos mandamientos, yo soy cristiano, tengo que hacer esto ...". Ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús. …Y esto es lo que hicieron los Apóstoles:  dieron testimonio de Jesús, y por eso el cristianismo se difundió  en todo el mundo. Testimonio y martirio: es lo mismo. Se da testimonio en las cosas pequeñas, y algunos llegan a las grandes:  a dar su vida en el martirio, como los Apóstoles”.

 

 “Pero los apóstoles –señaló-  no habían hecho un curso para convertirse en testigos de Jesús: no habían estudiado, no habían ido a la universidad. Habían escuchado al Espíritu  y siguieron su inspiración; fueron fieles a ella. Pero eran pecadores, ¡todos!  Los  doce eran pecadores. "No. Padre sólo , Judas”. No, pobre hombre ... No sabemos lo que sucedió después de su muerte, porque la misericordia de Dios llega incluso a aquel momento. Pero todos eran pecadores, todos. Entre ellos había celos, envidia : "No, yo tengo que sentarme en el primer sitio y tu en el segundo". Y dos de ellos dijeron a su  madre que fuera a hablar con Jesús para que otorgase el primer lugar a sus hijos... Eran así, con todos los pecados. También eran traidores, porque cuando Jesús fue capturado, todos se escaparon, llenos de miedo y se escondieron… Y Pedro, que sabía que era el jefe,  sintió la necesidad de acercarse un poco más para ver lo que estaba ocurriendo, y cuando la criada del sacerdote  dijo:  "Pero tu estabas ...", contestó, "¡No, no, no!". Renegó a Jesús, traicionó a Jesús. ¡Pedro, el primer Papa!... Y estos eran los testigos. Sí, porque eran testigos de la salvación que trae Jesús, y todos, por esa salvación se convirtieron, se dejaron salvar. Y ¡que bonito  cuando, en la orilla del lago, Jesús hace el milagro  y Pedro dice: "Aléjate de mí, Señor, que soy un pecador"¡. Ser testigo no significa ser un santo, sino  un pobre hombre, una pobre mujer  que dice: "Sí, yo soy un pecador, pero Jesús es el Señor y doy testimonio de él, y  trato de hacer el bien todos los días, para corregir mi vida, para ir por el buen camino".

 

“Quisiera dejaros un mensaje –añadió-  Todos entendemos lo que he dicho:   testigos pecadores. Sin embargo, cuando leo el  Evangelio, yo no encuentro un pecado en los apóstoles. Algunos eran violentos, querían prender fuego a un pueblo que no les había recibido ... Tenían tantos pecados: traidores, cobardes ... Pero hay uno que no encuentro: no  eran chismosos, no hablaban mal de los demás, no hablaban mal  uno del  otro. En esto eran buenos.  Pienso en nuestras comunidades: cuántas veces,  hay este pecado de despellejarse unos a otros, de  creerse superiores y hablar mal a escondidas.  Esto, en el Evangelio, no lo  hicieron. Hicieron cosas malas, traicionaron al Señor, pero esto no. Incluso en una parroquia, en una comunidad donde se sabe ... este ha estafado,  este ha hecho esto o lo otro... Pero luego se confiesa, se convierte ... Todos somos pecadores. Sin embargo, una comunidad donde hay  chismosos y chismosas es una comunidad que es incapaz de dar testimonio”.

 

“Os diré esto solamente : ¿Queréis una parroquia perfecta?  Nada de habladurías…. Si tienes algo en contra de otro, vete a decírselo  a la cara, o díselo al párroco; pero no entre vosotros. Esta es la señal de que el Espíritu Santo está en una parroquia. Hay otros pecados, todos los tenemos…. Pero lo que destruye, como la polilla, una comunidad son las habladurías a  la espalda”.

 

“Me gustaría que en este día de mi visita esta comunidad tomase  la resolución de  no chismorrear.  Y cuando venga el impulso de contar un chisme, de morderse la lengua…. Una parroquia donde no hay habladurías  es una parroquia perfecta –terminó el Santo Padre-  es una parroquia de  pecadores, sí, pero de  testigos. Y este es el testimonio que daban  los primeros cristianos: "Cómo se aman, cómo se aman". Amarse, por lo menos en esto.  Empezad con esto.  Que el Señor os de este regalo, esta gracia: nunca, nunca hablar mal el uno del otro. Gracias”.