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Ángelus: Cuando Jesús enseñó a rezar el Padre Nuestro, 24.07.2016

El relato evangélico de san Lucas en que Jesús enseña a sus discípulos a rezar fue el tema de la meditación del Santo Padre en el ángelus de esta mañana, rezado junto con un gran número de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

San Lucas cuenta que los discípulos después de que Jesús terminase de rezar solo, le pidieron que les enseñase también a ellos a orar y su respuesta fue : “Cuando oréis, decid: Padre”. “Esa palabra –comentó Francisco- es el secreto de la oración de Jesús, es la clave que él mismo nos da para que también nosotros entremos en esa relación de diálogo confidencial con el Padre que acompañó y sostuvo su vida entera”.

Y al apelativo "Padre", Jesús une dos peticiones: “santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu reino”. De ahí que la oración de Jesús -y por lo tanto la oración cristiana-  sea ante todo un hacer sitio a Dios, dejándole que manifieste su santidad en nosotros y haciendo avanzar su reino, a partir de la posibilidad de ejercer su señorío de amor en nuestra vida.

Tres peticiones completan la oración que Jesús nos enseña, es decir  el "Padre Nuestro". “Son tres preguntas que expresan nuestras necesidades fundamentales –precisó el Papa-  el pan, el perdón y la ayuda en las tentaciones … El pan que Jesús nos hace pedir es el necesario, no el superfluo; es el pan de los peregrinos, el justo, un pan que no se acumula y no se desperdicia, que no sobrecarga nuestra marcha. El perdón es, en primer lugar , el que  nosotros recibimos de Dios: solamente la certeza de ser pecadores perdonados por la infinita misericordia divina puede hacernos capaces de gestos concretos de reconciliación fraterna. … La última petición, «no nos dejes caer en la tentación», expresa la conciencia de nuestra condición, siempre expuesta a las asechanzas del mal y de la corrupción”.

La enseñanza de Jesús sobre la oración prosigue con dos parábolas en las  que toma como modelo la actitud de un amigo con otro y la de un padre con su hijo para enseñarnos a tener una confianza  absoluta en Dios, que es Padre. “Él conoce mejor que nosotros mismos nuestras necesidades, pero quiere que se las presentemos con audacia e insistencia, porque esa es nuestra forma de participar  en su obra de salvación. ¡La oración es la primera y principal "herramienta de trabajo" en nuestras manos!  -subrayó el Pontifice- Insistir con Dios no sirve para convencerlo, sino para robustecer nuestra fe y nuestra paciencia, o sea , nuestra capacidad de luchar junto a Dios por lo que es realmente importante y necesaria. En la oración, somos dos: Dios y yo, que luchamos juntos por las cosas importantes”.

Entre ellas está la más importante de todas, pero que casi nunca pedimos y es el Espíritu Santo. Jesús  dice: «Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros  hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan”. Pero, ¿para qué sirve el Espíritu Santo? –preguntó Francisco- Sirve para vivir bien, para vivir con sabiduría y amor, haciendo la voluntad de Dios.”

 “¡Que hermoso sería si en esta semana cada uno de nosotros pidiese al Padre: "Padre, ¡dame el Espíritu Santo!", dijo al final de su meditación. “La Virgen nos lo demuestra con su existencia, completamente animada  por el Espíritu de Dios. Que  nos ayude a rezar al Padre unidos a Jesús, para vivir no en manera mundana, sino según el Evangelio, guiados por el Espíritu Santo”.