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Francisco en el bicentenario de la Independencia de la República Argentina: Necesitamos ancianos que sueñen y jóvenes que profeticen cosas grandes para hacer una Patria libre , 09.07.2016

El Papa Francisco ha escrito una carta al arzobispo José María Arancedo, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en ocasión del bicentenario de la Independencia de la República  que se celebra el 9 de julio, día en que Argentina firmó en 1816  su declaración de indepedencia  política de la monarquía española  y renunció también a toda dominación extranjera.

El Santo Padre  después de saludar  a los obispos, a las Autoridades nacionales y a todo el Pueblo argentino,  manifiesta el deseo de que esa celebración “ nos haga más fuertes  en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años” y con esos augurios expresa a todos los  los argentinos su cercanía y la seguridad de su  oración. Y de manera especial quiere estar cerca “de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes  que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria”.

“Sí, hijos de la Patria –subraya-  En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraiza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: “éste es capaz hasta de vender a la madre”; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender ... y tampoco a la Madre Patria”.

Se están celebrando, recuerda el Papa, doscientos años de camino de una Patria que, “en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacía la Patria Grande, la que soñaron San Martín y Bolivar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos.  Por esa  Patria Grande también rezamos hoy en nuestra celebración: que el Señor la  cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones”.

“Con estos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los “memoriosos” de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta “cultura del descarte” que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños , fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (cf. Jl 4,1). Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes –reitera el Pontífice-  la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que -inspirados en esos mismos sueños- corran hacia adelante con la creatividad de la profecía.

“Querido hermano –termina Francisco- pido a  Dios, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Luján que, como madre, nos cuide en nuestro camino. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí”.