Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


A la Fundación Centesimus Annus Pro-Pontifice: La lucha contra la pobreza no es solo un problema económico, sino sobre todo una cuestión moral, 13.05.2016

La Fundación Centesimus Annus pro Pontifice celebra del 12 al 14 de mayo en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano una conferencia internacional dedicada al tema “La iniciativa empresarial en la lucha contra la pobreza. Emergencia prófugos, nuestro reto”. Establecida por san Juan Pablo II en 1993, la Fundación se propone colaborar en el estudio y la difusión de la doctrina social cristiana como está recogida, en particular, en la encíclica del mismo pontífice “Centesimus Annus”.

El Papa Francisco ha recibido esta mañana en la Sala Clementina a los participantes en la conferencia y en el discurso que les ha dirigido, ha manifestado su preocupación por la crisis de refugiados, recordando que en su reciente visita a Lesbos fue testigo de terribles experiencias de sufrimiento humano, especialmente de las familias y los niños. “Era mi intención, junto con mis hermanos ortodoxos, el patriarca Bartolomé y el arzobispo Yeronimus -ha dicho- sensibilizar más al mundo de estas "escenas de necesidad deseperada y trágica " y de "responder de una manera digna de nuestra humanidad común ". Más allá del aspecto, inmediato y práctico, de proporcionar ayuda material a estos hermanos y hermanas nuestros, la comunidad internacional está llamada a identificar respuestas políticas, sociales y económicas a largo plazo a problemas que superan las fronteras nacionales y continentales e implican a la entera familia humana

“La lucha contra la pobreza no es sólo un problema económico, sino sobre todo una cuestión moral, que apela a una solidaridad global y al desarrollo de un enfoque más equitativo de las necesidades y aspiraciones de los individuos y de los pueblos de todo el mundo -ha subrayado- A la luz de esta difícil tarea, la iniciativa de la Fundación es particularmente oportuna. Con la inspiración de la rica herencia de la Doctrina Social de la Iglesia, esta conferencia explora desde diferentes puntos de vista las implicaciones prácticas y éticas de la economía global actual, mientras que, al mismo tiempo, trata de sentar las bases de una cultura económica y empresarial más inclusiva y respetuosa de la dignidad humana. Como señalaba con frecuencia san Juan Pablo II, la actividad económica no puede llevarse a cabo en un vacío institucional o político, sino que posee un componente ético esencial y además debe siempre ponerse al servicio de la persona humana y del bien común”.

“Una visión económica orientada exclusivamente al beneficio y al bienestar material es, como la experiencia nos muestra a diario, -ha observado el Pontífice- incapaz de contribuir positivamente a una globalización que promueva el desarrollo integral de los pueblos en el mundo, una distribución justa de los recursos, la garantía de trabajo digno y el crecimiento de la iniciativa privada y de las empresas locales. Una economía de la exclusión y de la desigualdad se ha traducido en un mayor número de desheredados y de personsa descartadas como improductivas e innecesarias. Los efectos también se perciben en las sociedades más desarrolladas, donde el crecimiento del porcentaje de pobreza y la desintegración social son una amenaza grave para las familias, para la clase media que se contrae y, en particular, para los jóvenes. Las tasas de desempleo juvenil son un escándalo que no sólo debe ser abordado en primer lugar en términos económicos, sino que también debe afrontarse, y de forma no menos urgente, como una enfermedad social, ya que nuestra juventud se ve privada de la esperanza y se malgastan sus grandes energías, su creatividad y su intuición”.

Francisco ha concluido manifestando el deseo de que la conferencia contribuya a generar nuevos modelos de progreso económico orientado de manera más directa al bien común, a la inclusión y al desarrollo integral,al aumento del trabajo y la inversión en recursos humanos. “El Concilio Vaticano II ha subrayado con razón que, para los cristianos, la actividad económica, financiera y de negocios no puede separarse del deber de luchar por el perfeccionamiento del orden temporal, de acuerdo con los valores del Reino de Dios”.