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Francisco manifiesta su profundo agradecimiento por la fidelidad y el valor de la Iglesia greco-católica ucraniana, 07.03.2016

El Santo Padre ha enviado un mensaje a Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de Kyiv-Halic (Ucrania) que le fue entregado el pasado sábado por el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados.

El mensaje comienza con una cita del Salmo 36 :''Cuánto es precioso tu amor, oh Señor. Se refugian los hombres bajo las sombra de tus alas”, que sirve de referencia al Papa para afirmar que ''como creyentes nos refugiamos bajo ''las alas'' protectoras del Señor porque somos portadores de la gracia divina, pero lo somos como vasijas de arcilla''. De ahí que ''nuestra condición humana se haga todavía más frágil a causa de situaciones históricas difíciles que marcan la vida del Pueblo de Dios, de la Comunidad que Jesucristo nuestro Señor adquirió con su sangre”.

Acto seguido Francisco recuerda que la Iglesia greco-católica ucraniana conmemora en estos días los tristes sucesos de marzo de 1946, cuando en época staliniana y durante una gran hambruna que asoló la región, el pseudo-sínodo de Leópolis (Lviv), declaró a la iglesia greco-católica ucraniana fuera de la ley. ''Hace setenta años -escribe- el contexto ideológico y político, junto con las ideas contrarias a la existencia misma de vuestra Iglesia llevaron a la organización de un pseudo-sínodo en Lviv, causando en los pastores y en los fieles décadas de sufrimiento''.

“Recordando esos hechos, inclinamos la cabeza con profunda gratitud ante los que, al precio de tribulaciones e incluso del martirio, en el curso del tiempo han dado testimonio de su fe, vivida con entrega en la propia Iglesia y en unión indefectible con el Sucesor de Pedro. Al mismo tiempo, con los ojos iluminados por la misma fe -subraya- miramos al Señor Jesucristo, poniendo en El y no en la justicia humana, todas nuestras esperanzas- El es la fuente verdadera de nuestra confianza en el presente y en el futuro, teniendo la certeza de que estamos llamados a anunciar el Evangelio también en medio de sufrimientos y dificultades”.

“Y¿quién os hará mal si os afanáis por el bien? Más aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros... Dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza... Pero hacedlo con dulzura y respeto”, prosigue el Papa haciendo suyas las palabras de San Pedro, expresando su profundo agradecimiento por la fidelidad demostrada por esa Iglesia y alentando a sus miembros a hacerse “testigos incansables de esa esperanza que hace más luminosa la existencia nuestra y de todos los hermanos y hermanas a nuestro alrededor”. Igualmente renueva su solidaridad a los pastores y a los fieles por “todo lo que hacen en este tiempo difícil, marcado por las tribulaciones de la guerra, para aliviar los sufrimientos de la población y para buscar el camino de la paz para la amada tierra ucraniana”.

“En el Señor están nuestro valor y nuestra alegría. A El me dirijo, a través de la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de los mártires de vuestra Iglesia para que el consuelo divino ilumine los rostros de vuestras comunidades en Ucrania y en otras partes del mundo”, escribe el Santo Padre al final de su mensaje, enviando a todos los miembros de la Iglesia greco-católica ucraniana, una bendición apostólica especial como prenda de su afecto y su recuerdo constantes.